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¿Será que todos los Pompeyos se retiran...
sin pelear...?

por Alberto Franceschi  
martes, 25 julio 2006

 

No respondo por pellejos sensibles si hablamos del fatídico 15 de Agosto de 2004, cuando nos robaron aquella extraordinaria victoria y nuestros dirigentes la convirtieron en una impresionante derrota, que si tiene millones de dolientes…Pero por fin sabemos, por Pompeyo la causa de nuestra desgracias: “ …se caían las señales”.

Volví a ver por HBO los primeros capítulos de la extraordinaria serie ROMA. Poco antes había leído el artículo titulado “NO ES FACIL” de Pompeyo Márquez, y pensé que el viejo luchador Pompeyo me perdonaría si usaba su nombre homologándolo al gran general y político triunviro, en este título, que tiene muchas interpretaciones, según sea el nivel de exigencias del lector para con las innegables cualidades del Pompeyo.

Podría por ejemplo tomar los puntos suspensivos para colocar antes o después de “…sin pelear… cuando ya no hay otra cosa que hacer”, como lo resolvió el gran Pompeyo, cuando dejó Roma, por no poder defenderla contra el insurgente Julio Cesar.
Como se sabe este había cruzado ilegalmente con sus legiones, desde las Galias conquistadas, el río Rubicón de la frontera italiana, lo que estaba prohibido expresamente a cualquier jefe en armas, por el poder civil del Senado.
( Por cierto que vaina tan buena sería una ley que obligara a nuestras FFAA a permanecer adiestrándose al sur de San Fernando de Atabapo y no estar en Fuerte Tiuna, desfilándole a Chávez todos los fines de semana)

Pompeyo el romano no era cobarde, tampoco Pompeyo el venezolano. Y de ello hay muchísimas pruebas. Así que sólo queda pensar que se equivocaron a la medida de sus responsabilidades. Aquel dio paso con su fuga de Roma al Cesarismo Imperial y el nuestro sencillamente se sumó a quienes, el 15 de agosto de 2004, no dejaron decidir a los venezolanos que hacíamos esa noche, al ganar aquel Referéndum y ser estafados por un fraude masivo, avalado por la fuga de quienes quisieron fungir como nuestros dirigentes, o lastimeramente defendiendo después la indefendible insensatez, al no asumir que esa noche sencillamente pusieron una cagada cósmica.

Ruego a los lectores felices de cuestiones políticas, a quienes les gusta hacerlo sólo por el placer legítimo de ver ideas armónicamente expuestas, no importando la diferencia con novelas de realismo mágico o cuentos de ficción, que se eviten el mal rato de asomarse a otra polémica sobre los conceptos vertidos por un buen venezolano que sale, como Pompeyo el nuestro, dos años después, a defender a quienes nos llevaron al desastre de no cobrar la victoria del Referéndum Revocatorio burlado.

Esto es más pertinente aún por cuanto sólo ahora nos enteramos aquí, de las razones para callar, según Pompeyo Márquez, y no llamar a defender en la calle, aquella noche, aquel triunfo del voto SI, ampliamente mayoritario.
Es esto lo que el 99% de los opositores intuitivamente enjuiciamos como el último de los disparates que nos llevó a la derrota estratégica que aún padecemos, por la sencilla razón que también desde allí perdimos definitivamente la confianza en nuestras propias fuerzas y en nuestros dirigentes. Y es esa desconfianza la que nos mantiene todavía dispersos y confundidos frente al déspota.

Solo pido a la larga lista de mis detractores posibles, que no vuelvan por lo menos con una acusación infundada en mi contra, de que: porque vengo ahora a hablar, como los que sellan el lunes el cuadro ganador de 5 y 6;
o por andar de “jurunga muertos”como decía Rómulo Betancourt.

Para los que quedaron con alguna duda al respecto del debate con los honorables ex directivos de PDVSA, les remito a por lo menos una cita del artículo “EL REFLUJO” fechado el 24 de febrero de 2003. (posdata 1)

EFECTIVAMENTE NO ES FACIL POMPEYO

Como creo que si resultan útiles los balances de nuestros actos, así sean polémicos, para evitarnos por lo menos los mismos disparates, quiero volver sobre aquel grandioso 15 de agosto de 2004, que otros convirtieron en fatídico. Pido por favor que relean el artículo de Pompeyo Márquez “NO ES FACIL”.

Existen sólo dos alternativas, cuando uno vuelve a ver la defensa que hacen de su propia actuación los dirigentes de los grandes fracasos de la oposición. O se supone ingenuidad, difícil hallazgo en un viejo luchador, o quizá despiertan serias dudas sobre nobles intenciones de sus actos.

Bendito dilema el de manejar sensibilidades, incluyendo la propia. O te quedas callado y suscribes con tu silencio lo dicho, que queda entonces como verdad indiscutida, o corres el riesgo que los amigos del auto- defendido se indignen porque osas discutirle su cuento.

Como el que se quema con leche si ve una vaca llora, me permito recomendar la lectura íntegra del artículo, y evitando el menor equívoco, hago evidente y entrecomillada, la opinión con la que voy a polemizar, citando, dentro de contexto, la frase del artículo del distinguido luchador Pompeyo Márquez, aparecido en TAL CUAL
.

Cito: “El centro de la descalificación se centra contra quienes dirigimos a la Coordinadora Democrática, precisamente en cuyo seno las Comisiones de Estrategia y Asesoramiento tenían una opinión diferente a la que se estaba aplicando.
Sólo se ve el proceso hacia el referéndum y, por supuesto, lo sucedido el 15 de agosto y el por qué no se llamó a emprender acciones de calle.
Esa noche no se podía: si se procedía a alguna directiva hacia la defensa del voto se caían las señales.
Esa madrugada del 15 de agosto la salida fue que Ezequiel Zamora y Sobella Mejías hablaran antes que se anunciaran los amañados resultados. Después vino la cadena oficial y finalmente habló Henry Ramos a nombre de todos. Los errores no estuvieron específicamente esa noche sino en todo el proceso refrendario.”

Previamente en ese artículo Pompeyo hace juicios críticos a la dirección opositora de otros episodios anteriores. Comenta con tino y sabiduría, sobre “la carmonada”, el paro indefinido, los militares de Altamira y deja entender que también hubo graves errores en el proceso que llevó al Revocatorio del 15 de agosto de 2004.

Pero cuando juzga el día “D” del Referéndum desliza, en una sola frase, lo que constituye un monumento de todo el rosario de equívocos de la oposición que ha mantenido en el poder al liderazgo minoritario de Hugo Chávez a la cabeza del país.
Si leo bien y entiendo, Pompeyo acepta el desideratum de la dirección opositora que lo incluye cuando dice “la salida fue que E. Zamora y Sobella M. hablaran antes que se anunciaran los resultados amañados”. Pero para mi, es la línea anterior donde todo se concentra a juicio de Pompeyo “esa noche no se podía: si se procedía a alguna directiva hacia la defensa del voto se caían las señales.” –Sic-
Al leer esto sin prevención alguna no entendí, al segundo, lo que quiso decir y dejaba entender esa frase, ¿Cómo es eso de que las señales se caían?.. entonces caigo en cuenta, releyendo, que Pompeyo habla de las señales de las televisoras que se hubieran caído, si ellos decían lo que tenían que decir, es decir, a saber: que estábamos ante un asqueroso fraude que legalizaba una dictadura.

¿Pueden entonces amigos lectores, seguirme en el argumento que el problema de la dirección de oposición fue esa noche, como en otros muchos episodios, es que se empeñaron en solucionarle un problema a Chávez y no a los venezolanos que exigían de ellos un plan para sacar ese presidente espurio?
Las señales de televisión no se caen, respetable Pompeyo, las señales las tumba el gobierno, abusando de esa práctica conferida a un gobernante, me imagino ante el caso de ataque nuclear o de inminente peligro para tumbar ese gobierno.
Mire lo distinto que es, amigo Pompeyo, que caiga la señal o te la tumben por haber dicho lo que tenían que decir.
Ustedes Pompeyo, comprendo entre líneas, actuaron con tanta serenidad y previsión y contra todo clima conflictivo mayor, que según ustedes debían evitar, que las señales se cayeran, es decir que el gobierno las tumbara. (-que debían evitar con su comedimiento, el comedimiento de ustedes repito, aunque nos estaban robando el país)

Me imagino ese colosal drama para los líderes mediáticos de esos fatídicos días. ¿Como era posible provocar que las señales se cayeran? ¿Cómo seguir entonces opinando y siendo vistos al día siguiente y los años que vendrían, una y otra vez como
los dirigentes?

Bueno… el éxito de los dirigentes fue…apoteósico. Las señales no se cayeron porque el gobierno NO LAS TUMBO. Porque le convino la prudencia de los dirigentes. Y todavía dos años después siguen sin caerse, porque esa noche se optó porque este gobierno continuara “para que no se cayeran las señales”.

En política estimado Pompeyo somos esclavos de lo dicho, más aún si queda escrito.
POR FIN alguien tuvo la valentía de decirle al 65% de los venezolanos que ganamos el Revocatorio contra Chávez, que efectivamente ganamos, pero que esa victoria no podía gritarse esa noche del 15 de agosto, porque el gobierno no lo hubiera permitido, tumbando las señales.

Lo digo así porque, o negociaron con el gobierno para NO DECIRLO, por cuanto esos malandros les advirtieron que tumbarían las señales o no lo dijeron porque se abrogaron el derecho de sustituir a millones que esperábamos de ustedes una orientación clara sobre como evitar esa noche la consumación del fraude. ¿Cómo calificar ese acto?

Yo invito a que sea el propio Pompeyo quien diga como designamos, no a las personas, sino al acto político de inhibirse de decir lo que cambiaba ese día la historia venezolana y como evitar que la inhibición nos costara enterrarnos, como nos enterró hasta hoy.

¿Lo llamamos “la prudencia?, ¿la “inconveniencia” quizá? Si es eso pregunto: ¿prudente para servir a quien, conveniente para quien?

Chávez tiene dos años viviendo de la prudencia de quienes consideraron que esa noche era “conveniente” no pedir al pueblo la defensa del su voto porque resultaba… ¿Cómo? ¿Qué?

O Pompeyo nos dice que perdimos y entonces también había que decirlo, o nos dice que ganamos pero dependíamos de mantener las señales de televisión en el aire, pero… ¿PARA QUÉ, POMPEYO?

Si tú no lo dices, yo lo diré por ti. Porque confiaban en que Carter y Gaviria iban a lograr lo que no podíamos lograr todos en la calle: Negociar una salida indolora de un gobierno que acababa de montar un fraude monstruoso y que había que dejar en pie, aún siendo fraudulento, mientras se conseguía educadamente, con las maneras de Gaviria, indicarle la salida por las buenas. ¿Y acaso no sabíamos que el vagabundo Carter vino aquí a trabajar para Chávez?

No, no lo sabíamos podrán responder. Y entonces tendrían otra retahíla de preguntas que les increparían por querer dirigir a millones teniendo cucaracha molía en la cabeza cuando se es capaz de confiar la suerte de un país en Carter, en manos de un tarifado extranjero pagado por gobierno cuestionado.

En mi paginita Web
, www.albertofranceschi.com que me obligué a rescatar para estos pleitos de la memoria política, aparecen, mucho antes del Revocatorio, decenas de artículos, enviados con el equipo de mi amigo Genaro García, (q.e.p.d.) a centenares de miles de venezolanos. En varios de ellos están adelantados los argumentos centrales que ahora repito pero con nuevas cicatrices encima (Posdata 2)

Una vez más repitámoslo, nadie puede garantizar que ganábamos seguro si esa noche se llamaba a defender el triunfo en el Revocatorio. Pero lo que es innegable es que lo que resolvieron hacer nos tiene aún postrados.
Y nadie ni siquiera el respetable Pompeyo nos quitará de la cabeza el corolario básico que dicta la política: se deja ganar al contrario cuando uno no defiende su propia victoria, y esa es la lección del 15 de agosto. Pésele a quien le pese, porque a todos nos duele, también a Pompeyo.
Pueden decirnos que si hacían eso se desataba la guerra civil, que el país se hundía en la anarquía y otras exquisiteces que nos acostumbramos a oír, de dirigentes que sin duda eran extraordinarios para la esgrima parlamentaria de la vieja democracia puntofijista, donde se dieron hasta el lujo de hacer renunciar y mandar preso un Presidente por haber ayudado a hacer viable el gobierno democrático en Nicaragua al financiar la seguridad de la Presidente Violeta chamorro, contra los Sandinistas que la querían reventar. Se “malversaron”, 17 millones de dólares, dijeron.

Este presidente fraudulento esa noche del 15 de agosto ya llevaba malversados por lo menos 50.000 millones de dólares y aun creen que no había que arriesgarse a salir a la calle para reclamar la victoria.

Como este artículo corre el riesgo de alargarse, concluyamos aunque queden muchísimos argumentos en espera sobre la indudable necesidad de contar con dirigentes distintos a los mariscales de la derrota de todas las fechas claves en que por millones quisimos pelear y otros decidieron que no, porque tumbaban la señal.
Ojala la hubieran tumbado. Desde entonces si hubiera continuado Chávez sabríamos por lo menos que no fue por responsabilidad de nuestros dirigentes que aún estamos aquí.
Pompeyo también ha sostenido verbalmente, en conferencias públicas, otras cosas que explican no pocas de nuestras decepciones o desconfianzas previas sobre liderazgo opositor. Pompeyo afirma, lo que ya suponíamos, que la dirección de oposición NO TENIA UN PLAN B.
Es decir, ellos sólo creían entonces o en una derrota que nos paralizara y nos enviara a casa manteniéndonos en un silencio sepulcral, o suponían que ganábamos y Chávez mansito renunciaba y entregaba el coroto.
Pero conociendo al sujeto y habiendo sido capaz desde el poder de las mayores arbitrariedades no creo, para gente experimentada como Pompeyo, imaginar ese cuadro bucólico, no me resulta lógico.

Si entonces predecían de Chávez un gran pataleo para desconocer el resultado, hacer fraude, chantajes o lo que fuera; ¿no era acaso sencillamente una irresponsabilidad mayúscula no tener un plan B, es decir un plan de contingencia para la anormalidad de un dictador, que desafiaría con seguridad la normalidad democrática?

¿Podemos deducir Pompeyo, que ustedes se preparaban sólo para suponer que Chávez se entregaba mansito o nos hacia un fraude que tendríamos que calarnos? ESO ERA NO TENER UN PLAN B.
Cabe entonces la pregunta: ¿Y quien los mandó de asomaos a buscar dirigir una batalla de esas dimensiones, si no tenían claro lo elemental, puesto que nunca hicieron el indispensable Plan B?

¿DIOS MIO CHANTAJES TAMBIEN DE ESTE LADO?

Me he enterado pero no delataré la fuente extremadamente confiable, que Carter y Gaviria le habrían comunicado a los cuatro o cinco dirigentes fundamentales de los desaguisados del 15 de agosto, en un tonito de procónsules de complejos intereses, dirigiéndose a cipayos de no se quien, que:

“Ni se les ocurriera declarar fraude y llamar a la calle, porque de hacerlo ellos se marchaban de inmediato y sencillamente desconocerían a la oposición, respaldarían la versión del gobierno y le quitarían a la Coordinadora y a la oposición venezolana todo reconocimiento, y legitimidad de representación, ante la comunidad internacional”

¿No serán éstas otras, señales “cables”, (sic) además de las de TV a las que se refiere Pompeyo?
Como creo que esos sujetos fueron efectivamente capaces de hacer ese chantaje, sólo me queda decir ante ese fraude del Revocatorio y para concluir que quizá merecíamos “perder” por tener una dirección que se dejó chantajear de esa manera.
Pero no limitaría la responsabilidad a los cuatro o cinco que recibieron el úkase del alcahuete Carter y del burócrata Gaviria, sino al tendal de bolsas dirigentes que confiaron en que esta pesadilla nos las quitaban de encima quienes solo vinieron aquí a manosear y embaucar a la oposición, o por lo menos a ponerla sobre rieles de… otros intereses… de los que ya hablaremos.

Lea el artículo: "No es fácil" de Pompeyo Márquez



(Posdata 1) Escribí el 24 de febrero de 2003 “Vuelvo a escribir una vez pasados los días en que las críticas a la dirección de la Coordinadora podían ser tomadas como argumentos contra la oposición. En medio de un conflicto como lo fue el Paro de Diciembre- enero no podía actuar como rompehuelgas. El silencio es también un arma política.
“La dirección era esa y no otra hipotéticamente mejor y sus tácticas gradualistas, pacifistas a ultranza y negociadoras se impusieron y quienes no estábamos de acuerdo, sobre como se implementaban, sencillamente debíamos guardar silencio.
“Preferí otorgar el beneficio de la duda antes de declarar o actuar en contra de esa Coordinadora de la que pronostiqué, desde el 28 de agosto,- cien días antes del paro- que nos llevaría a situaciones insostenibles para decir lo mínimo.
“Hoy estamos ante una severa derrota táctica. El paro lanzado para tumbar el gobierno terminó en bailoterapia. Sus fuerzas fueron consumidas por la inercia de la inacción, la rutina, el desdén. Cundió el desconcierto sobre como ganábamos en un conflicto que nos afectaba a todos menos al bribón y a sus huestes, atrincheradas en el aparato gubernamental dispuesto a toda clase de desafueros y arbitrariedades.
“Los centenares de marchas en todo el país y la incorporación de millones a la lucha activa en la calle fue el único saldo positivo. La interrogante, que nunca será respondida, por lo tonto que resultan los ejercicios de imaginación, es si este saldo y otros mejores resultados podrían haberse obtenido con un enfoque drásticamente distinto. ””
(Posdata 2) Eso era ya inaceptable para quienes como yo, sólo reconocemos bueno en Carter su condición de sembrador de maní, y desconfiamos siempre de ese canalla y alcahueta de Castro que hasta toleró que un hermano suyo fuera el relacionista público del terrorista Kadaffi en EEUU, con tal de ganar billetes, aunque la ley americana le obligó a inscribirse en un registro como agente extranjero.
El 30 de enero de 2004, mas de seis meses antes del revocatorio, envié a centenares de miles un artículos titulados YA VINO CARTER A EMPAVAR LA VAINA, decía allí:

“A pesar de que Carter, que en su Presidencia de 1978-82 de vaina no acabó con los Estados Unidos, ha vuelto para ayudar a disfrazar a Boves de demócrata y es bastante pavoso, tengo la fe inconmovible de que ganaremos, porque sencillamente el atronao no podrá salirse con la suya…”
ME PELÉ. No podía saber que había que mantener las señales en el aire…
Y el 7 de diciembre de 2003, nueve meses antes del Revocatorio, en otro artículo cuyo título ya decía todo:

“A
y de quienes confíen, en un árbitro vendido" escribí: “Y bien, nos encontramos de nuevo pendientes de la nueva fecha, del nuevo gesto del negocio de Carter, de la nueva ambigüedad de Gaviria y por sobre todo de la nueva hipocresía del famoso árbitro. El zamuro que puso Chávez a cuidar carne”.
 

 
 
 
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