No
respondo por pellejos sensibles si hablamos del fatídico 15
de Agosto de 2004, cuando nos robaron aquella extraordinaria
victoria y nuestros dirigentes la convirtieron en una
impresionante derrota, que si tiene millones de
dolientes…Pero por fin sabemos, por Pompeyo la causa de
nuestra desgracias: “ …se caían las señales”.
Volví a ver por HBO los primeros capítulos de la
extraordinaria serie ROMA. Poco antes había leído el
artículo titulado “NO ES FACIL”
de Pompeyo Márquez, y pensé
que el viejo luchador Pompeyo me perdonaría si usaba su
nombre homologándolo al gran general y político triunviro,
en este título, que tiene muchas interpretaciones, según sea
el nivel de exigencias del lector para con las innegables
cualidades del Pompeyo.
Podría por ejemplo tomar los puntos suspensivos para colocar
antes o después de “…sin pelear… cuando ya no hay otra cosa
que hacer”, como lo resolvió el gran Pompeyo, cuando dejó
Roma, por no poder defenderla contra el insurgente Julio
Cesar.
Como se sabe este había cruzado ilegalmente con sus
legiones, desde las Galias conquistadas, el río Rubicón de
la frontera italiana, lo que estaba prohibido expresamente a
cualquier jefe en armas, por el poder civil del Senado.
( Por cierto que vaina tan buena sería una ley que obligara
a nuestras FFAA a permanecer adiestrándose al sur de San
Fernando de Atabapo y no estar en Fuerte Tiuna, desfilándole
a Chávez todos los fines de semana)
Pompeyo el romano no era cobarde, tampoco Pompeyo el
venezolano. Y de ello hay muchísimas pruebas. Así que sólo
queda pensar que se equivocaron a la medida de sus
responsabilidades. Aquel dio paso con su fuga de Roma al
Cesarismo Imperial y el nuestro sencillamente se sumó a
quienes, el 15 de agosto de 2004, no dejaron decidir a los
venezolanos que hacíamos esa noche, al ganar aquel
Referéndum y ser estafados por un fraude masivo, avalado por
la fuga de quienes quisieron fungir como nuestros
dirigentes, o lastimeramente defendiendo después la
indefendible insensatez, al no asumir que esa noche
sencillamente pusieron una cagada cósmica.
Ruego a los lectores felices de cuestiones políticas, a
quienes les gusta hacerlo sólo por el placer legítimo de ver
ideas armónicamente expuestas, no importando la diferencia
con novelas de realismo mágico o cuentos de ficción, que se
eviten el mal rato de asomarse a otra polémica sobre los
conceptos vertidos por un buen venezolano que sale, como
Pompeyo el nuestro, dos años después, a defender a quienes
nos llevaron al desastre de no cobrar la victoria del
Referéndum Revocatorio burlado.
Esto es más pertinente aún por cuanto sólo ahora nos
enteramos aquí, de las razones para callar, según Pompeyo
Márquez, y no llamar a defender en la calle, aquella noche,
aquel triunfo del voto SI, ampliamente mayoritario.
Es esto lo que el 99% de los opositores intuitivamente
enjuiciamos como el último de los disparates que nos llevó a
la derrota estratégica que aún padecemos, por la sencilla
razón que también desde allí perdimos definitivamente la
confianza en nuestras propias fuerzas y en nuestros
dirigentes. Y es esa desconfianza la que nos mantiene
todavía dispersos y confundidos frente al déspota.
Solo pido a la larga lista de mis detractores posibles, que
no vuelvan por lo menos con una acusación infundada en mi
contra, de que: porque vengo ahora a hablar, como los que
sellan el lunes el cuadro ganador de 5 y 6;
o por andar de “jurunga muertos”como decía Rómulo
Betancourt.
Para los que quedaron con alguna duda al respecto del debate
con los honorables ex directivos de PDVSA, les remito a por
lo menos una cita del artículo “EL REFLUJO” fechado el 24 de
febrero de 2003. (posdata 1)
EFECTIVAMENTE NO ES FACIL POMPEYO
Como creo que si resultan útiles los balances de nuestros
actos, así sean polémicos, para evitarnos por lo menos los
mismos disparates, quiero volver sobre aquel grandioso 15 de
agosto de 2004, que otros convirtieron en fatídico. Pido por
favor que relean el artículo de Pompeyo Márquez “NO ES FACIL”.
Existen sólo dos alternativas, cuando uno vuelve a ver la
defensa que hacen de su propia actuación los dirigentes de
los grandes fracasos de la oposición. O se supone
ingenuidad, difícil hallazgo en un viejo luchador, o quizá
despiertan serias dudas sobre nobles intenciones de sus
actos.
Bendito dilema el de manejar sensibilidades, incluyendo la
propia. O te quedas callado y suscribes con tu silencio lo
dicho, que queda entonces como verdad indiscutida, o corres
el riesgo que los amigos del auto- defendido se indignen
porque osas discutirle su cuento.
Como el que se quema con leche si ve una vaca llora, me
permito recomendar la lectura íntegra del artículo, y
evitando el menor equívoco, hago evidente y entrecomillada,
la opinión con la que voy a polemizar, citando, dentro de
contexto, la frase del artículo del distinguido luchador
Pompeyo Márquez, aparecido en TAL CUAL.
Cito: “El centro
de la descalificación se centra contra quienes dirigimos a
la Coordinadora Democrática, precisamente en cuyo seno las
Comisiones de Estrategia y Asesoramiento tenían una opinión
diferente a la que se estaba aplicando.
Sólo se ve el proceso hacia el referéndum y, por supuesto,
lo sucedido el 15 de agosto y el por qué no se llamó a
emprender acciones de calle.
Esa noche no se podía: si se procedía a alguna directiva
hacia la defensa del voto se caían las señales.
Esa madrugada del 15 de agosto la salida fue que Ezequiel
Zamora y Sobella Mejías hablaran antes que se anunciaran los
amañados resultados. Después vino la cadena oficial y
finalmente habló Henry Ramos a nombre de todos. Los errores
no estuvieron específicamente esa noche sino en todo el
proceso refrendario.”
Previamente en ese artículo Pompeyo hace juicios críticos a
la dirección opositora de otros episodios anteriores.
Comenta con tino y sabiduría, sobre “la carmonada”, el paro
indefinido, los militares de Altamira y deja entender que
también hubo graves errores en el proceso que llevó al
Revocatorio del 15 de agosto de 2004.
Pero cuando juzga el día “D” del Referéndum desliza, en una
sola frase, lo que constituye un monumento de todo el
rosario de equívocos de la oposición que ha mantenido en el
poder al liderazgo minoritario de Hugo Chávez a la cabeza
del país.
Si leo bien y entiendo, Pompeyo acepta el desideratum de la
dirección opositora que lo incluye cuando dice “la salida
fue que E. Zamora y Sobella M. hablaran antes que se
anunciaran los resultados amañados”. Pero para mi, es la
línea anterior donde todo se concentra a juicio de Pompeyo
“esa noche no se podía: si se procedía a alguna directiva
hacia la defensa del voto se caían las señales.” –Sic-
Al leer esto sin prevención alguna no entendí, al segundo,
lo que quiso decir y dejaba entender esa frase, ¿Cómo es eso
de que las señales se caían?.. entonces caigo en cuenta,
releyendo, que Pompeyo habla de las señales de las
televisoras que se hubieran caído, si ellos decían lo que
tenían que decir, es decir, a saber: que estábamos ante un
asqueroso fraude que legalizaba una dictadura.
¿Pueden entonces amigos lectores, seguirme en el argumento
que el problema de la dirección de oposición fue esa noche,
como en otros muchos episodios, es que se empeñaron en
solucionarle un problema a Chávez y no a los venezolanos que
exigían de ellos un plan para sacar ese presidente espurio?
Las señales de televisión no se caen, respetable Pompeyo,
las señales las tumba el gobierno, abusando de esa práctica
conferida a un gobernante, me imagino ante el caso de ataque
nuclear o de inminente peligro para tumbar ese gobierno.
Mire lo distinto que es, amigo Pompeyo, que caiga la señal o
te la tumben por haber dicho lo que tenían que decir.
Ustedes Pompeyo, comprendo entre líneas, actuaron con tanta
serenidad y previsión y contra todo clima conflictivo mayor,
que según ustedes debían evitar, que las señales se cayeran,
es decir que el gobierno las tumbara. (-que debían evitar
con su comedimiento, el comedimiento de ustedes repito,
aunque nos estaban robando el país)
Me imagino ese colosal drama para los líderes mediáticos de
esos fatídicos días. ¿Como era posible provocar que las
señales se cayeran? ¿Cómo seguir entonces opinando y siendo
vistos al día siguiente y los años que vendrían, una y otra
vez como los dirigentes?
Bueno… el éxito de los dirigentes fue…apoteósico. Las
señales no se cayeron porque el gobierno NO LAS TUMBO.
Porque le convino la prudencia de los dirigentes. Y todavía
dos años después siguen sin caerse, porque esa noche se optó
porque este gobierno continuara “para que no se cayeran las
señales”.
En política estimado Pompeyo somos esclavos de lo dicho, más
aún si queda escrito.
POR FIN alguien tuvo la valentía de decirle al 65% de los
venezolanos que ganamos el Revocatorio contra Chávez, que
efectivamente ganamos, pero que esa victoria no podía
gritarse esa noche del 15 de agosto, porque el gobierno no
lo hubiera permitido, tumbando las señales.
Lo digo así porque, o negociaron con el gobierno para NO
DECIRLO, por cuanto esos malandros les advirtieron que
tumbarían las señales o no lo dijeron porque se abrogaron el
derecho de sustituir a millones que esperábamos de ustedes
una orientación clara sobre como evitar esa noche la
consumación del fraude. ¿Cómo calificar ese acto?
Yo invito a que sea el propio Pompeyo quien diga como
designamos, no a las personas, sino al acto político de
inhibirse de decir lo que cambiaba ese día la historia
venezolana y como evitar que la inhibición nos costara
enterrarnos, como nos enterró hasta hoy.
¿Lo llamamos “la prudencia?, ¿la “inconveniencia” quizá? Si
es eso pregunto: ¿prudente para servir a quien, conveniente
para quien?
Chávez tiene dos años viviendo de la prudencia de quienes
consideraron que esa noche era “conveniente” no pedir al
pueblo la defensa del su voto porque resultaba… ¿Cómo? ¿Qué?
O Pompeyo nos dice que perdimos y entonces también había que
decirlo, o nos dice que ganamos pero dependíamos de mantener
las señales de televisión en el aire, pero… ¿PARA QUÉ,
POMPEYO?
Si tú no lo
dices, yo lo diré por ti. Porque confiaban en que Carter y
Gaviria iban a lograr lo que no podíamos lograr todos en la
calle: Negociar una salida indolora de un gobierno que
acababa de montar un fraude monstruoso y que había que dejar
en pie, aún siendo fraudulento, mientras se conseguía
educadamente, con las maneras de Gaviria, indicarle la
salida por las buenas. ¿Y acaso no sabíamos que el vagabundo
Carter vino aquí a trabajar para Chávez?
No, no lo sabíamos podrán responder. Y entonces tendrían
otra retahíla de preguntas que les increparían por querer
dirigir a millones teniendo cucaracha molía en la cabeza
cuando se es capaz de confiar la suerte de un país en Carter,
en manos de un tarifado extranjero pagado por gobierno
cuestionado.
En mi paginita Web,
www.albertofranceschi.com que me obligué a rescatar para
estos pleitos de la memoria política, aparecen, mucho antes
del Revocatorio, decenas de artículos, enviados con el
equipo de mi amigo Genaro García, (q.e.p.d.) a centenares de
miles de venezolanos. En varios de ellos están adelantados
los argumentos centrales que ahora repito pero con nuevas
cicatrices encima (Posdata 2)
Una vez más repitámoslo, nadie puede garantizar que
ganábamos seguro si esa noche se llamaba a defender el
triunfo en el Revocatorio. Pero lo que es innegable es que
lo que resolvieron hacer nos tiene aún postrados.
Y nadie ni siquiera el respetable Pompeyo nos quitará de la
cabeza el corolario básico que dicta la política: se deja
ganar al contrario cuando uno no defiende su propia
victoria, y esa es la lección del 15 de agosto. Pésele a
quien le pese, porque a todos nos duele, también a Pompeyo.
Pueden decirnos que si hacían eso se desataba la guerra
civil, que el país se hundía en la anarquía y otras
exquisiteces que nos acostumbramos a oír, de dirigentes que
sin duda eran extraordinarios para la esgrima parlamentaria
de la vieja democracia puntofijista, donde se dieron hasta
el lujo de hacer renunciar y mandar preso un Presidente por
haber ayudado a hacer viable el gobierno democrático en
Nicaragua al financiar la seguridad de la Presidente Violeta
chamorro, contra los Sandinistas que la querían reventar. Se
“malversaron”, 17 millones de dólares, dijeron.
Este presidente fraudulento esa noche del 15 de agosto ya
llevaba malversados por lo menos 50.000 millones de dólares
y aun creen que no había que arriesgarse a salir a la calle
para reclamar la victoria.
Como este artículo corre el riesgo de alargarse, concluyamos
aunque queden muchísimos argumentos en espera sobre la
indudable necesidad de contar con dirigentes distintos a los
mariscales de la derrota de todas las fechas claves en que
por millones quisimos pelear y otros decidieron que no,
porque tumbaban la señal.
Ojala la hubieran tumbado. Desde entonces si hubiera
continuado Chávez sabríamos por lo menos que no fue por
responsabilidad de nuestros dirigentes que aún estamos aquí.
Pompeyo también ha sostenido verbalmente, en conferencias
públicas, otras cosas que explican no pocas de nuestras
decepciones o desconfianzas previas sobre liderazgo
opositor. Pompeyo afirma, lo que ya suponíamos, que la
dirección de oposición NO TENIA UN PLAN B.
Es decir, ellos sólo creían entonces o en una derrota que
nos paralizara y nos enviara a casa manteniéndonos en un
silencio sepulcral, o suponían que ganábamos y Chávez
mansito renunciaba y entregaba el coroto.
Pero conociendo al sujeto y habiendo sido capaz desde el
poder de las mayores arbitrariedades no creo, para gente
experimentada como Pompeyo, imaginar ese cuadro bucólico, no
me resulta lógico.
Si entonces predecían de Chávez un gran pataleo para
desconocer el resultado, hacer fraude, chantajes o lo que
fuera; ¿no era acaso sencillamente una irresponsabilidad
mayúscula no tener un plan B, es decir un plan de
contingencia para la anormalidad de un dictador, que
desafiaría con seguridad la normalidad democrática?
¿Podemos deducir Pompeyo, que ustedes se preparaban sólo
para suponer que Chávez se entregaba mansito o nos hacia un
fraude que tendríamos que calarnos? ESO ERA NO TENER UN PLAN
B.
Cabe entonces la pregunta: ¿Y quien los mandó de asomaos a
buscar dirigir una batalla de esas dimensiones, si no tenían
claro lo elemental, puesto que nunca hicieron el
indispensable Plan B?
¿DIOS MIO CHANTAJES TAMBIEN DE ESTE LADO?
Me he enterado pero no delataré la fuente extremadamente
confiable, que Carter y Gaviria le habrían comunicado a los
cuatro o cinco dirigentes fundamentales de los desaguisados
del 15 de agosto, en un tonito de procónsules de complejos
intereses, dirigiéndose a cipayos de no se quien, que:
“Ni se les ocurriera declarar fraude y llamar a la calle,
porque de hacerlo ellos se marchaban de inmediato y
sencillamente desconocerían a la oposición, respaldarían la
versión del gobierno y le quitarían a la Coordinadora y a la
oposición venezolana todo reconocimiento, y legitimidad de
representación, ante la comunidad internacional”
¿No serán éstas otras, señales “cables”, (sic) además de
las de TV a las que se refiere Pompeyo?
Como creo que esos sujetos fueron efectivamente capaces de
hacer ese chantaje, sólo me queda decir ante ese fraude del
Revocatorio y para concluir que quizá merecíamos “perder”
por tener una dirección que se dejó chantajear de esa
manera.
Pero no limitaría la responsabilidad a los cuatro o cinco
que recibieron el úkase del alcahuete Carter y del burócrata
Gaviria, sino al tendal de bolsas dirigentes que confiaron
en que esta pesadilla nos las quitaban de encima quienes
solo vinieron aquí a manosear y embaucar a la oposición, o
por lo menos a ponerla sobre rieles de… otros intereses… de
los que ya hablaremos.
Lea
el artículo: "No es fácil" de Pompeyo Márquez
(Posdata 1) Escribí el 24 de febrero de 2003 “Vuelvo a
escribir una vez pasados los días en que las críticas a la
dirección de la Coordinadora podían ser tomadas como
argumentos contra la oposición. En medio de un conflicto
como lo fue el Paro de Diciembre- enero no podía actuar como
rompehuelgas. El silencio es también un arma política.
“La dirección era esa y no otra hipotéticamente mejor y sus
tácticas gradualistas, pacifistas a ultranza y negociadoras
se impusieron y quienes no estábamos de acuerdo, sobre como
se implementaban, sencillamente debíamos guardar silencio.
“Preferí otorgar el beneficio de la duda antes de declarar o
actuar en contra de esa Coordinadora de la que pronostiqué,
desde el 28 de agosto,- cien días antes del paro- que nos
llevaría a situaciones insostenibles para decir lo mínimo.
“Hoy estamos ante una severa derrota táctica. El paro
lanzado para tumbar el gobierno terminó en bailoterapia. Sus
fuerzas fueron consumidas por la inercia de la inacción, la
rutina, el desdén. Cundió el desconcierto sobre como
ganábamos en un conflicto que nos afectaba a todos menos al
bribón y a sus huestes, atrincheradas en el aparato
gubernamental dispuesto a toda clase de desafueros y
arbitrariedades.
“Los centenares de marchas en todo el país y la
incorporación de millones a la lucha activa en la calle fue
el único saldo positivo. La interrogante, que nunca será
respondida, por lo tonto que resultan los ejercicios de
imaginación, es si este saldo y otros mejores resultados
podrían haberse obtenido con un enfoque drásticamente
distinto. ””
(Posdata 2) Eso era ya inaceptable para quienes como yo,
sólo reconocemos bueno en Carter su condición de sembrador
de maní, y desconfiamos siempre de ese canalla y alcahueta
de Castro que hasta toleró que un hermano suyo fuera el
relacionista público del terrorista Kadaffi en EEUU, con tal
de ganar billetes, aunque la ley americana le obligó a
inscribirse en un registro como agente extranjero.
El 30 de enero de 2004, mas de seis meses antes del
revocatorio, envié a centenares de miles un artículos
titulados YA VINO CARTER A EMPAVAR LA VAINA, decía allí:
“A pesar de que Carter, que en su Presidencia de 1978-82 de
vaina no acabó con los Estados Unidos, ha vuelto para ayudar
a disfrazar a Boves de demócrata y es bastante pavoso, tengo
la fe inconmovible de que ganaremos, porque sencillamente el
atronao no podrá salirse con la suya…”
ME PELÉ. No podía saber que había que mantener las señales
en el aire…
Y el 7 de diciembre de 2003, nueve meses antes del
Revocatorio, en otro artículo cuyo título ya decía todo:
“Ay
de quienes confíen, en un árbitro vendido" escribí:
“Y bien, nos encontramos de nuevo pendientes de la nueva
fecha, del nuevo gesto del negocio de Carter, de la nueva
ambigüedad de Gaviria y por sobre todo de la nueva
hipocresía del famoso árbitro. El zamuro que puso Chávez a
cuidar carne”.