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No es
fácil
por Pompeyo Márquez
viernes,
21 julio
2006
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Lo
primero que se debe tener perfectamente claro es el carácter del
adversario. No existen dudas acerca de que estamos enfrentados a
una autocracia, militarista, corrupta y con una ambición de
poder desmedida. No saben qué hacer con tanto dinero (por eso
regalan tanta plata buscando respaldos en el exterior), no
tienen una visión de país definida.
Sólo tienen un objetivo suficientemente claro y por ello cometen
toda clase de abusos y arbitrariedades. Ese objetivo es el de
perpetuarse en el poder. En esa dirección han avanzado poniendo
en sus manos a todos los poderes.
Esta es la dura realidad. Errores cometidos por la dirigencia de
la oposición en abril del 2002, en el referéndum presidencial el
2004; el plantar a más de 170 oficiales en la Plaza Altamira y
dar la sensación de un desenlace inmediato; el paro nacional
convocado por tres días y prolongado durante 62 días a la espera
de que “algo sucediera” :
los llamamientos a la abstención en distintas elecciones, en
fin, todas estas conductas derivadas en serias derrotas y
debilitamientos se están pagando hoy. Hay dirigentes que han
comprendido la profundidad de estos errores y que han extraído
las enseñanzas correspondientes. Hay otros que persisten en su
error y que, además, tratan de descalificar a quienes asumen
responsabilidades y trazan un camino diferente a ellos. El
centro de la descalificación se centra contra quienes dirigimos
a la Coordinadora Democrática, precisamente en cuyo seno las
Comisiones de Estrategia y Asesoramiento tenían una opinión
diferente a la que se estaba aplicando.
Sólo se ve el proceso hacia el referéndum y, por supuesto, lo
sucedido el 15 de agosto y el por qué no se llamó a emprender
acciones de calle.
Esa noche no se podía:
si se procedía a alguna directiva hacia la defensa del voto se
caían las señales.
Esa madrugada del 15 de agosto la salida fue que Ezequiel Zamora
y Sobella Mejías hablaran antes que se anunciaran los amañados
resultados. Después vino la cadena oficial y finalmente habló
Henry Ramos a nombre de todos. Los errores no estuvieron
específicamente esa noche sino en todo el proceso refrendario.
Será necesario un análisis más detenido, menos emocional de lo
vivido a lo largo de esos meses cuando era visible la mayoría
opositora. Porque una de las tantas conclusiones que se pueden
extraer es que nunca jamás vuelva a ocurrir un 15 de agosto.
Traigo a colación este relato porque no estamos en presencia de
unos dirigentes que han cometido errores y otros no. Debemos
colocarnos en una actitud más humilde, más autocrítica y pensar
con cabeza fría lo que tenemos al frente, el cúmulo de
dificultades que confrontamos, que no es fácil el panorama.
Una de las dificultades mayores es la dispersión de esa gran
masa contraria al régimen que quiere vivir en democracia, en
libertad, que anhela derrotar la autocracia con tendencia al
totalitarismo. En consecuencia, no es fácil la construcción de
un frente democrático que pueda moverse en los más diversos
escenarios y dibujar lo más certeramente cómo contener estos
desmanes autoritarios y en la marcha derrotarlos sin poner
fecha. Se necesita entonces una política de gran amplitud y una
firmeza para aplicarla.
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Artículo publicado en el vespertino
Tal Cual, 21 julio 2006 |
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