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ENTREVISTA / Carlos Alberto Montaner y la transición cubana
"Caracas se estremecerá con la muerte de Castro"
por
Roberto Giusti
- El Universal
domingo, 16 julio 2006
Con más de dos tercios de su vida en el exilio el escritor,
periodista y político cubano Carlos Alberto Montaner se
atreve a señalar que en Cuba se impondrá, "cuando llegue la
hora de la libertad, una democracia sosegada y próspera que
en el curso de una generación puede situarse, junto con
Chile, a la cabeza de la América Latina con los instrumentos
de las libertades política y económica".
Reconoce su deseo de participar activamente en la
reconstrucción del país y no cree que bajo la oferta de
ayuda para la transición, formulada por el gobierno de
George Bush, se oculten designios imperialistas: "La peor
pesadilla de un presidente norteamericano es la anexión de
Cuba: a los tres días el 90% de la población cubana estaría
instalada en Estados Unidos". A su juicio, "estamos ante una
generosa promesa de ayuda que los cubanos pueden aceptar o
rechazar en caso de que elijan la libertad y el cambio".
Sólo que ese cambio depende algo que no ha ocurrido.
_¿No resulta una añagaza más lo de la muerte inminente de
Fidel Castro para testear las reacciones que provoque el
anuncio en Venezuela, Estados Unidos y Cuba?
_Periódicamente se anuncia la muerte de Fidel Castro porque
es una noticia ansiosamente esperada por todo el mundo
(incluidos sus partidarios, que son los que más ansiedad
padecen) y surgen indicios que apuntan en esa dirección.
Como va a cumplir 80 años dentro de unos días, ha sufrido
varias isquemias cerebrales y muestra síntomas de
decrepitud, es predecible que muera a corto plazo o que
quede totalmente incapacitado.
_Tomando en cuenta que quien manda es él, ¿no resulta lo más
probable que sea el mismo Castro quien echa a rodar esos
rumores?
_Evidentemente el propio Fidel es culpable de los rumores
sobre su salud. Es obvio que está intentando organizar el
poscastrismo a marcha forzada y actúa así porque presiente
su muerte. Aplasta a los reformistas, expulsa empresas
extranjeras, persigue con más saña que nunca a los
demócratas de la oposición y obliga a su hermano Raúl a
decir públicamente, en un discurso leído, que tras la muerte
del máximo líder también desaparecerá el liderazgo
caudillista y el partido será el que gobierne. En ese
discurso, por cierto, ante los altos mandos del Ejército,
Raúl utilizó chaleco y gorra blindados.
_¿A qué atribuyes el regreso a las posturas más
intolerantes?
_Con el proceso de reestalinización del partido Castro
quiere evitar cualquier veleidad reformista dentro de sus
filas. Hoy sus peores enemigos no son los disidentes, pues
los tiene férreamente controlados, sino los revolucionarios
que desean cambios. Sin embargo, cuando muera, tras unos
funerales impresionantes en los que no faltarán escenas de
histeria como las que vimos cuando murió Kin Il Sung,
comenzará un dificilísimo reajuste en la cúpula de poder.
_¿Cómo vislumbras la transición? ¿Se producirá una rebelión
popular para dar al traste con el régimen de manera
definitiva? ¿Operará la sucesión tal cual la ha previsto
Castro, dirección colegiada del Buró Central del PCC, o se
impondrá la camarilla militar de su hermano Raúl?
_En un primer momento Raúl Castro heredará la autoridad,
pero probablemente de forma dividida, como se ensayó en la
URSS tras la muerte de Stalin. Un personaje como el
canciller Felipe Pérez Roque, que se presenta como un clon
del comandante y jura que no tiene otras ideas que las de su
jefe, jugará el papel de cabeza política, Carlos Lage
seguirá siendo el atribulado administrador del manicomio y
Raúl Castro mantendrá el control de las Fuerzas Armadas y
del Ministerio del Interior por medio del general Colomé
Ibarra, un compinche tan íntimo de Raúl que hasta han
pactado que los entierren juntos muy cerca de la tumba de
Antonio Maceo, un héroe de la guerra de independencia de
Cuba muerto en 1896.
_Es decir, seguirá todo igual, pero sin Fidel.
_No, porque esa dirección colegiada durará poco. Ahí existen
los elementos clave para que el sistema se disuelva. La
cúpula dirigente está desmoralizada y la sociedad se siente
abrumadoramente desencantada con el colectivismo y la
dictadura. Después de medio siglo de fracasos, miseria y
racionamiento, hay que ser un idiota profundo para creer que
algún día mejorará la situación.
_¿Estás hablando de una revuelta popular?
_Los cubanos saben que el de Castro es el peor gobierno de
la historia de su país. Tras casi cincuenta años se han
agravado todos los problemas: la alimentación, el
transporte, la vivienda, el agua, la electricidad. Las
dictaduras suelen ser una muy condenable desgracia, pero al
menos mejoran las condiciones materiales de vida de los
pueblos. Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez fueron
brutales, pero la Venezuela que dejaron en el orden material
era mejor que la que recibieron. Castro, después de una
feroz dictadura, les legará a los cubanos una pocilga
sembrada de calabozos y una sociedad horrorizada por la
pobreza. Es un caso único en la historia universal de la
mano dura.
_Partiendo de la influencia decisiva que ha jugado Fidel
Castro en la consolidación del proyecto político de Hugo
Chávez, ¿de qué manera afectaría su muerte el objetivo de
avanzar hacia la consolidación de un régimen totalitario?
_Los coletazos de la muerte de Castro no sólo se sentirán en
La Habana. Caracas también se estremecerá. Chávez quedará en
el mayor desamparo político y se convertirá en un factor de
división entre los dos países. Castro y Chávez sueñan con
federar a los dos países, pero tienen miedo a la reacción en
ambas naciones.
_¿Federarlas para que Chávez herede el poder y gobierne esa
supuesta federación?
_En diciembre pasado el vicepresidente cubano Carlos Lage
dijo en Caracas que Cuba tenía dos presidentes, Castro y
Chávez. Era un globo sonda, mas el experimento no salió
bien. Era una manera de ungir a Chávez como heredero de
Castro. Pero los cubanos no quieren a Chávez. Los del poder,
porque lo perciben como un tipo nada confiable que
irresponsablemente intenta volver a la atmósfera aventurera
e intervencionista de los años de la Guerra Fría, que tantos
muertos y sacrificios provocaron en la isla. Los cubanos del
poder más sensatos sintieron alivio cuando desapareció la
URSS porque al menos se acababan las aventuras del
"internacionalismo revolucionario" que los llevaron a pelear
quince años en sangrientas guerras africanas.
_Pero el pueblo cubano debe sentir agradecimiento porque su
nivel de vida ha mejorado gracias a la ayuda de Chávez.
_Los cubanos de a pie tampoco quieren a Chávez porque
sienten un gran resentimiento ante el trato que obtienen los
venezolanos que van a la isla para recibir atención médica o
adiestramiento político y paramilitar. Esos venezolanos,
gracias a sus privilegios, colaboran con el humillante
apartheid que sufren los cubanos de base, aquellos apartados
de la vida muelle que disfruta la clase dirigente.
_Sólo que muchos venezolanos sienten que los cubanos y Fidel
Castro son quienes mandan en Venezuela.
_Con toda razón los venezolanos ven al Gobierno cubano como
una insaciable sanguijuela, empeñado en mantener un sistema
totalmente improductivo, que sólo puede subsistir por medio
de la caridad venezolana, que hoy asciende a miles de
millones de dólares. Ser una colonia es siempre incómodo,
pero ser una colonia de una fracasada dictadura bananera del
Tercer Mundo es un insulto. Los venezolanos, incluso los
chavistas, no entienden por qué tienen que pagar esa enorme
factura cuando el 60% de su sociedad es terriblemente pobre.
Castro y Chávez han celebrado un matrimonio a escondidas que
mortifica tremendamente a las dos familias. Todos, menos
ellos dos, se sienten estafados. Para Venezuela y para Cuba
ese matrimonio es una desgracia terrible.
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Entrevista publicada originalmente en el diario El
Universal, edición del 16 julio 2006 |
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