La
vida nos ha demostrado que los extremos nunca han sido
buenos y en política funestos. Por eso no sé que es peor si
el inmovilismo de la actual administración con respecto a
Cuba o una concesión de una posible nueva administración sin
negociar nada a cambio. Ambas cosas van en contra de los
cubanos. Creo que ya es hora de ir a la mesa de
negociaciones.
Raúl Castro ha dado ya
el primer paso en varias ocasiones al llamar directa y
públicamente al gobierno norteamericano para sentarse a
conversar. La respuesta de Washington a través de la señora
Condoleeza Rice fue rápida. “Nosotros no tenemos nada que
discutir con los cubanos. El gobierno cubano debe sentarse
primero con su pueblo”.
Muy bonita la respuesta
si no existiera el precedente que si lo hicieron con los
vietnamitas que mataron a 58,226 norteamericanos e hirieron
o mutilaron a otros 153,303. Cuyo Presidente acaba de
visitar Estados Unidos siendo su primera visita el New York
Stock Exchange abriendo las operaciones bursátiles del día.
O con los chinos que en la Guerra de Corea mataron a 33,741
soldados y después pasaron con los tanques sobre los jóvenes
de la Plaza Tiananmen sin haberse sentado ambos primero a
“hablar
con sus propios pueblos”.
Cuba por lo menos jamás ha matado un solo soldado
norteamericano. No solo eso, en Cuba jamás se ha quemado una
sola bandera norteamericana, practica muy común en todos los
países del mundo y en el propio Estados Unidos. Y si vamos
un poco mas cerca, los norteamericanos en la actualidad se
han sentado a negociar con los insurgentes sunnies que todos
los días se apuntan mas muertes de jóvenes soldados en Irak.
Cuando vemos este doble
rasero por parte de las administraciones norteamericanas los
cubanos con la suspicacia que los caracteriza se hacen
distintas conjeturas. He escuchado a algunos decir que los
gringos desean que Cuba quede como
“museo de la miseria”
para que
a nadie mas se le ocurra implantar un sistema así, otros
aseguran que si se resuelve la situación de Cuba se les
acaba el pan a los políticos que bogan por los votos
nuestros en el sur de la Florida. Esta ultima tiene bastante
lógica. Los chinos y los vietnamitas están muy lejos para
influir en las elecciones norteamericanas mientras que los
cubanos han decidido una reñida elección presidencial en el
2000 y otra en el 2004..
Yo no se si los que vivían en el exterior
recuerdan cuando la administración de Ronald Reagan dio el
paso de comenzar conversaciones con Cuba celebrándose el
primer encuentro en la ciudad de México el 23 de Noviembre
de 1981 entre el vice-presidente cubano Carlos Rafael
Rodríguez y el Secretario de Estado Alexander Haig. Y
posteriormente la de Marzo de 1982 en La Habana entre el
General Vernon Walter y Fidel Castro. Yo las recuerdo bien
porque estaba en Cuba y también recuerdo que las exigencias
de Estados Unidos tenían fundamento pues estábamos en medio
de la guerra fría y en el ajedrez de esa guerra Cuba
conducía acciones que afectaban los intereses estratégicos
de Estados Unidos. Recuerdo perfectamente que las exigencias
norteamericanas eran fundamentalmente tres. Que Cuba parara
el suministro de ayuda a los guerrilleros salvadoreños del
frente Farabundo Martí, que Cuba retirara sus tropas de
Angola y que Cuba permitiera la repatriación de los
marielitos indeseables que estaban en prisiones
norteamericanas. Había otra vieja exigencia que no se toco
en esas reuniones que contemplaba que Cuba rompiera los
lazos con la Unión Soviética en aras de que Estados Unidos
le levantara todas las sanciones.
Ha pasado un
cuarto de siglo desde aquellos famosos encuentros. Todas
esas exigencias por una razón u otra se cumplieron ya sea
por el derrumbe de la URSS o los acuerdos de paz del
Salvador o los acuerdos de paz en Angola.
Sin embargo surgieron
estas nuevas exigencias de las que habló la Secretara de
Estado norteamericana de que el gobierno cubano hablara
“primero
con su pueblo”
o que permitieran primero el multipartidismo y elecciones
libres antes de sentarse a conversar con Cuba.
Estas ya no son las
exigencias de la administración Reagan que sí afectaban
intereses estratégicos de Estados Unidos. Estas son
absolutamente exigencias de problemas internos de los
cubanos que deben ser resuelto por los cubanos A mi no me
pasaría por la mente si tuviera en mis manos la política
exterior de Cuba exigirle a Estados Unidos que antes de
sentarnos a negociar nuestras diferencias deben cambiar la
constitución prohibiendo las armas de fuego para evitar
masacres como la de Virginia donde murieron 32 jóvenes
inocentes o que se sienten primero con los norteamericanos a
resolver la cobertura medica de 40 millones de
estadounidense que no la tienen. Ese es un problema interno
de Estados Unidos que debe ser resuelto por los
norteamericanos y nosotros no tenemos ningún derecho a
exigirle esas condiciones.
De igual forma el tema
del multipartidismo y la celebración de elecciones libres en
Cuba es un asunto a resolver exclusivamente por los cubanos
donde los norteamericanos no tienen tampoco ningún derecho a
inmiscuirse.
Pero por algún lugar se debe comenzar y
creemos que el mejor escenario puede estar en la mesa de
negociaciones entre el gobierno de Estados Unidos y el
gobierno de Cuba. No para discutir los asuntos que
corresponden solo a los cubanos sino para acabar de una vez
con el casi medio siglo de diferendo.
Utilizando una hipotética reunión como las
que propició Reagan en 1982 vamos ver por partes alguna de
las cuestiones que pueden discutirse y las ventajas que
pueden lograr todas las partes involucradas y terceros en
ambas orillas del estrecho de la Florida.
Desde hace años una facción del poder
compuesta fundamentalmente por los militares involucrados en
la economía y los negocios han propuesto liberalizar toda la
economía minorista y de servicio.
Si esto se produce, la parte norteamericana
como primer paso puede proponer levantar las restricciones
del embargo a los nuevos empresarios privados que surjan en
Cuba como resultado de la liberalización económica decretada
por el gobierno cubano. Este levantamiento de sanciones
implica que a partir de ese momento las pequeñas empresas
liberadas pueden obtener en Estados Unidos todo lo necesario
para su funcionamiento y desarrollo. Al mismo tiempo los
empresarios cubanos que han sido exitosos en el sur de la
Florida pueden duplicar esas empresas en la isla. ¿No
resultaría mucho más sensato que cualquiera de esos
empresarios en lugar de pagar 10,000 dólares a los
contrabandistas de las cigarretas para que traigan a sus
familiares hacia Estados Unidos les envíen ese dinero para
abrir un negocio similar en Cuba? Por supuesto que al
producirse esto desaparecerían una serie de trabas
colaterales como las cartas de invitación, la famosa tarjeta
blanca, las visas a los ciudadanos cubanos para entrar y
salir del país, las limitaciones del tiempo de permanencia
de los cubanos que viajan al exterior como los que viajen a
Cuba. En fin esas arbitrariedades ya no tendrían sentido.
Es lógico que después de medio siglo de
hostilidad habrá recelos y dudas por ambas partes. Este es
un proceso lento que requerirá un monitoreo constante y
reuniones periódicas para evaluar el desarrollo del mismo,
pero si China y Vietnam lo lograron porque no lo podemos
lograr los cubanos.
La segunda etapa serian ya las inversiones
de grandes empresas norteamericanas en la isla.
Fundamentalmente las de turismo. Ya aquí, Estados Unidos
debe convencer a la parte cubana que solo sería posible
efectuando cambios a la Ley 77 de Inversiones Extranjeras.
No con el animo de inmiscuirse en los asuntos internos de
Cuba sino por el principio moral de que Estados Unidos no
puede aceptar la mano de obra esclava que de acuerdo a esa
Ley Cuba ofrece a través de sus agencias empleadoras. El
argumento norteamericano seria irrebatible. Estados Unidos
tuvo que sufrir la guerra civil más sangrienta de su
historia para abolir la esclavitud y no puede hacerse
cómplice de esa practica en Cuba. Solo con la libre
contratación de sus empleados pueden volver a la isla las
grandes empresas norteamericanas.
Esta posición de Estados Unidos pondría la
pelota en el campo de Cuba que solo le quedarían dos
opciones aceptarlo y continuar negociando en aras de mejorar
la vida de los cubanos o rechazarlo y quedar en evidencia
ante su propio pueblo de quien es el que le cierra las
puertas. De aquí se desprende que estas negociaciones tienen
que tener una transparencia absoluta para que los millones
de cubanos que las siguen sepan las posiciones de cada
cual.
De resolverse este aspecto
satisfactoriamente el próximo paso a seguir seria la
negociación de las visitas de turistas norteamericanos a
Cuba. Con este tema Estados Unidos puede inteligentemente
lograr la liberación de todos los disidentes y presos
políticos sin necesidad tampoco de inmiscuirse en los
problemas internos de los cubanos. El argumento
norteamericano sería sólido,
“Si ustedes encarcelan a cualquiera por emitir libremente
sus opiniones o disentir, nuestros ciudadanos correrían un
gran riesgo en Cuba pues de seguro habrá quien critique el
estado de la sociedad actual”.
Por lo tanto antes de abrirse libremente el turismo
necesitamos garantías y que mejor gesto que liberar a los
prisioneros de conciencia.
Hasta aquí veo el papel positivo que Estados
Unidos puede jugar para ayudar a una transición en Cuba. Si
estos aspectos fundamentales en el diferendo entre ambos
gobiernos se resuelven satisfactoriamente todos ganamos.
Empezando por
Estados Unidos que se quitaría de arriba el siempre latente
fantasma de un éxodo masivo. Ganaría la familia cubana de
ambos lados del estrecho de la Florida al restablecerse las
visitas a la isla y el envío de ayuda económica. Y ya no
habría ninguna necesidad de la ley de ajuste cubano.
Resolviéndose la
primera cuestión del levantamiento del embargo a los
empresarios privados cubanos que surjan como resultado de
esta negociación, automáticamente se resuelve la ayuda a los
cubanos de la oposición sin tener que depender del gobierno
norteamericano. El nuevo sector emergente se encargaría de
ello incorporándose por supuesto el ya establecido y exitoso
sector empresarial cubano-americano del sur de la Florida.
La ultima cuestión económica a resolver
seria como poner a funcionar el resto de las empresas del
país lo mas justo y democráticamente posible. Creo que en
esta fase del camino hacia una economía de mercado la
solución más lógica es crear una bolsa de valores en el
país, convertir las empresas en corporaciones públicas,
emitir las acciones correspondientes al valor de dichas
empresas y dar la opción de que el Estado adquiera el 49% de
dichas acciones, los cubanos en las nóminas de esas empresas
y todos los cubanos que tengan posibilidades el restante
51%. Para esto no habría que complicarse mucho la vida.
Simplemente aplicar la Ley No.498 “Ley del Mercado de
Valores” del 24 de Agosto de 1959 aprobada por el Consejo de
Ministro y sancionada por el Presidente Osvaldo Dorticos.
Acabemos de cerrar este capitulo. Los de
allá no quieren morir en la miseria y los de acá no quieren
terminar con sus nombres en una lápida del Woodlawn Park.
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camino de Yenán...¿Y del Mayabeque?
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El
Comandante y su botellón de oxigeno
* |
El General
Rafael del Pino perteneció al Movimiento 26 de Julio
liderado por Fidel Castro. Durante un breve exilio en
Venezuela a finales de 1957 principios del 58 participa
en el alzamiento contra la dictadura de Pérez Jiménez,
es herido y encarcelado hasta su liberación el 23 de
enero. A mediados del 58 entra clandestino en Cuba y se
incorpora a las guerrillas del 26 de julio. Al triunfo
de la Revolución se hace piloto de combate de la Fuerza
Aérea Revolucionaria. Participa en la Batalla de Bahía
de Cochinos donde derriba dos bombarderos B-26 y
participa en el hundimiento de varios buques de
desembarco. En 1975 dirige las unidades de aviación del
primer cuerpo expedicionario cubano en la guerra de
Angola. Ocupó diferentes cargos desde jefe de Escuadrón
de Cazas hasta Jefe de División y finalmente segundo
jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria cuando rompe con
el régimen de Castro y escapa con su familia a Estados
Unidos. |