Cuando
surgió la noticia del traspaso del poder a su hermano Raúl
mi primera impresión fue que esta era otra de las conocidas
triquimañas de Fidel queriendo en esta hacerse el muerto
para ver el entierro que le hacían. Los días han pasado y
con ello a pesar del esfuerzo realizado por el gobierno
cubano para mantener los ánimos elevados todo conduce a que
ni la potencia medica ni los baños de romerillo salvan al
Comandante.
No sé porque
todo este show de la enfermedad de Fidel Castro, de su
posible muerte, de las tribulaciones de su sucesor, de las
especuladas pugnas intestinas de la nomenclatura me han
recordado tanto a Mao Tse Tung en sus últimos días.
Recuerdo
perfectamente aquel ocaso del caudillo chino cuando lo
sacaban a un balcón para que saludara a la multitud
resultándole una odisea interminable poder levantar el brazo
derecho. Era lo mas parecido a esos muñecos uniformados
hechos de madera conocidos como Nutcrakers bastante usados
en las navidades para cascar las nueces y avellanas.
La gran
incógnita de aquellos días era poder determinar como era
posible que Mao caminara hasta el balcón si no tenia fuerzas
ni para levantar el brazo derecho. Un gran amigo, que por
aquel entonces era funcionario de la embajada cubana en la
capital china y que por razones obvias me reservo su nombre,
me saca de dudas.
-¡Lo sacan en
“Chivichana” Rafa, los narras son unos bárbaros! Me juro mi
amigo.
La “Chivichana”,
era aquel artefacto precursor de las famosas patinetas
actuales que construíamos los muchachos cubanos empleando
una tabla y cuatro ruedas de patines viejos. Algo mas bien
parecido a las carretillas que utilizan las agencias de
mudanza para mover muebles pesados.
Pues bien, Mao
solo tenia que pararse sobre la “Chivichana” china y así lo
iban moviendo hasta el balcón. Dicen los expertos
diplomáticos que hasta el levantamiento del brazo lo
realizaba uno de sus escoltas escondido detrás del muro del
balcón empujándole el brazo por el codo.
En este momento
la EMPROVA (Empresa de Producciones Varias) fundada por la
difunta Celia Sánchez para cubrir las necesidades del
Comandante ya debe tener terminado el primer prototipo de la
nueva “Chivichana”que probablemente sea estrenada el próximo
2 de Diciembre en la Plaza de la Revolución.
Pero retornemos
a este evento que esta cubriendo los principales titulares
de la prensa en el mundo.
¿Celebrar la
inminente muerte? ¿Celebrar la anunciada recuperación?
¿Ofrecer misas lacayunas como las del Cardenal Ortega?
¿Desempolvar los crímenes y arbitrariedades cometidas por el
tirano y su hermano y comenzar a planificar juicios y
paredones desde la otra orilla del estrecho de la Florida?
Señores, todo
eso no hace mas que alimentar la megalomanía de un anciano
convertido ahora en un verdadero guiñapo humano. ¿Para que
mantener abierto el balón de oxigeno ego centrista? La mayor
condena que puede dársele al hombre que ha hundido a nuestra
patria es ignorarlo totalmente. Verlo como la quimioterapia
lo despoja de la barba y el pelo, sentir lastima al verlo
defecar por un costado de la cintura sin poder contener el
flujo de sus propios excrementos. No hay nada que mortifique
tanto a este personaje como que le sientan lastima. La mayor
condena que la historia ha podido darle al Comandante es
verse en cama e imposibilitado de valerse por sí mismo.
Hay que
compadecer también por supuesto al mulatón que le habían
puesto como bastón humano. Menuda tarea la que le han
agregado de remolcar la “Chivichana” y esconderse en el
podium para levantarle el brazo por el codo.
Se imaginan como
debe estar ese corazoncito recomido por el ego pensando que
el Che le ganó la partida. El Che murió joven, de un balazo
como quería. Él va a dejar este mundo postrado en su
impotencia, bajo la mirada de lastima de sus lacayos, la
compasión de sacerdotes serviles y el odio disimulado de
seguidores ambiciosos. Ni siguiera va a poder emular al Che
en las camisetas que fabrican y venden los capitalistas. Con
ese rostro estampado en un pulóver no hay joven izquierdista
o revoltoso que se vea “cool”.
La mejor hora
para los festejos y las celebraciones deberá ser cuando
nuestro pueblo tenga restablecido todos sus derechos civiles
y políticos. Cuando seamos dueños de nuestro propio destino,
cuando termine de una vez y para siempre la separación de la
familia cubana.
Para ello falta
un buen trecho y quizás hasta algunas apariciones del
Comandante en su flamante y nueva “Chivichana”. Por favor
que alguien tenga la piedad de cerrarle el botellón de
oxigeno a este anciano desvalido.
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El General Rafael del Pino perteneció al Movimiento 26
de Julio liderado
por Fidel Castro. Durante un breve exilio en Venezuela
a finales de 1957 principios del 58 participa en el
alzamiento contra la dictadura de Pérez Jiménez, es
herido y encarcelado hasta su liberación el 23 de
enero. A mediados del 58 entra clandestino en Cuba y
se incorpora a las guerrillas del 26 de julio.
Al triunfo de la Revolución se hace piloto de combate
de la Fuerza Aérea Revolucionaria. Participa en la
Batalla de Bahía de Cochinos donde derriba dos
bombarderos B-26 y participa en el hundimiento de
varios buques de desembarco.
En 1975 dirige las unidades de aviación del primer
cuerpo expedicionario cubano en la guerra de Angola.
Ocupó diferentes cargos desde jefe de Escuadrón de
Cazas hasta
Jefe de División y finalmente segundo jefe de la
Fuerza Aérea Revolucionaria cuando rompe con el
régimen de Castro y escapa con su familia a Estados
Unidos.
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