No
sé si será por la desesperación que tienen los cubanos en la
isla por salir de la terrible situación que confrontan o
porque por idiosincrasia no se pueden aguantar la lengua
pero lo cierto es que no han pasado muchos días desde el
ultimo 26 de julio sin que ya se hayan filtrado algunas de
las medidas de “reformas”, en las que según Raúl se estaba
trabajando.
Se habla que por fin se autorizará
libremente a los cubanos a viajar a cualquier lugar que
deseen sin necesidad de la famosa tarjeta blanca de
autorización que emite el gobierno. Se habla de que los
cubanos que viajen podrán salir y regresar a la isla cada
vez que lo deseen sin necesidad de tener un pasaporte y una
visa y sin necesidad de pagar las altas tarifas que impone
el gobierno cubano a sus ciudadanos. Se habla que la
aberrante ley de que los hijos tengan que pagar nuevamente
al estado la vivienda que poseían sus padres al fallecer
estos será abolida. Se dice que por fin dejarán de castigar
a los cubanos con multas de miles de pesos por albergar a
algún extranjero en sus viviendas, que podrán vender o
comprar sus viejos automóviles sin el temor que se les
confisquen y que podrán trasladarse de un lugar a otro en la
isla sin necesidad de permisos ni registros de direcciones.
Se asegura que se liberaran algunos sectores de la economía
minorista. En fin que los cambios vienen en camino.
Todo eso me parece muy bien pues en
definitiva significa subsanar algunas de las inmensas
injusticias con que los cubanos han tenido que vivir por
décadas. Pero están todavía lejos de llegar al corazón de
los verdaderos problemas de la sociedad cubana.
El problema fundamental es que en Cuba desde
el comienzo mismo de la Revolución violamos los principios
Marxistas de la construcción del socialismo.
Cuando a Deng Xiaoping le preguntaron que era el comunismo,
este contestó: "El comunismo supone el fin de la
explotación del hombre por el hombre y se basa en el
principio de cada cual según su capacidad, a cada cual según
sus necesidades. Pero darle a cada cual según sus
necesidades sólo es posible con una enorme riqueza material,
lo que exige unas fuerzas productivas muy desarrolladas. La
tarea fundamental en la etapa socialista, previa a la
comunista, es el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin
alta eficiencia el elevado ideal socialista se convierte en
un sistema de pobreza común.” Y ese fue precisamente
nuestro gran error al comenzar la Revolución en 1959.
Basados en una coyuntura histórica de la guerra fría
pensamos que podíamos construir el socialismo dependiendo de
los generosos subsidios de la Unión Soviética. Empleamos una
política populista en lugar de concentrarnos a desarrollar
al máximo las fuerzas productivas y esto como lo han
descubierto los chinos y los vietnamitas solo puede lograrse
con una economía de mercado verdaderamente libre y arriba de
todos esos errores nuestro Comandante derrochó una fortuna
fomentando la revolución por todo el planeta.
Tenemos que reconocer
que perdimos miserablemente la oportunidad del siglo. El
mismo líder carismático que hizo posible el triunfo y
consolidación de la Revolución cubana le tronchó su camino
al socialismo con su caudillismo. Y nosotros, los que lo
seguimos fielmente en las victorias iniciales pensamos que
tenia razón en las luchas posteriores sin percatarnos que no
era lo mismo ganar las guerras que ganar la paz.
Los dirigentes chinos
no quieren una democracia de corte occidental, pero sí un
país rico y fuerte. Para ello tienen que desarrollar las
fuerzas productivas, creando una economía de mercado. Los
efectos sociales y políticos de esta última son cada día más
evidentes: surgimiento de nuevas clases sociales, retroceso
de la propiedad pública y de la planificación económica,
amplia difusión de la educación y las tecnologías de la
información, mayores cotas de libertad individual. La
confluencia de todos estos factores supone una gran
reducción del poder del Estado, así como el surgimiento de
un país más abierto y plural Hoy el sistema político chino
no es ya totalitario, sino autoritario. Un sistema político
autoritario proyectado sobre una economía de mercado cada
vez más difícil de distinguir del capitalismo. Y lo que es
mas importante de todo, los chinos dándole amplia
participación en este nuevo camino a sus ciudadanos de la
diáspora han tenido un verdadero éxito en la reconciliación
de su pueblo.
Corea del Sur y Taiwán,
al igual que la España de Franco o el Chile de Pinochet
antes de su democratización, compatibilizaron durante
décadas la economía de mercado y altos ritmos de crecimiento
económico con el autoritarismo político. Corea del Sur
celebró su primera elección presidencial democrática en 1992
y Taiwán en 1996. Las rentas per capita respectivas en el
momento de la transición democrática eran, en paridad poder
adquisitivo (PPA), de 11.146 dólares en Corea del Sur y de
12.760 dólares en Taiwán. La renta per capita de China ha
sobrepasado los 5.400 dólares en términos PPA y continua
ascendiendo aceleradamente..
Las experiencias de estos países parecen indicar que el
desarrollo económico y la economía de mercado acaban
conduciendo a la democracia.
Puede haber economías de mercado sin democracia, pero no
puede haber democracia sin economía de mercado. China al
crear ésta última, está poniendo las bases para que un día
pueda haber una democracia en China: clases medias y
burguesía, sociedad civil, más educación, más información,
mejor conocimiento del mundo exterior. El tiempo dirá si
esta posibilidad se transforma en realidad, como ocurrió en
Taiwán o Corea del Sur, o si la economía de mercado sigue
coexistiendo con un sistema político autoritario, como en
Singapur o Hong Kong.
La cuarta generación de dirigentes que, encabezada por Hu
Jintao, accedió al poder en el 2002, tendrá que enfrentarse
con estos temas, y lo sabe. Hu Jintao declaró el año pasado:
"China está desarrollando la democracia socialista y
ampliará la participación ordenada de los ciudadanos en los
asuntos políticos". ¿Qué ocurrirá cuando la renta
per capita llegue a los 2.000 o 3.000 dólares? ¿Y cuando los
chinos educados en el extranjero, dentro de algunos años,
lleguen a los órganos de dirección del gobierno? El paso del
tiempo juega a favor del cambio. La segunda generación, la
de Deng Xiaoping, ya desapareció, y la tercera ha dejado ya
el poder: según Lee Kwan Tew, gran conocedor de China, el
cambio político llegará con la quinta generación de
dirigentes, los que ahora tienen treinta o cuarenta años,
formados en el exterior.
¿Y que podría pasar si
el nuevo camino de Yenán se junta con el del Mayabeque?
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Comandante y su botellón de oxigeno
* |
El General
Rafael del Pino perteneció al Movimiento 26 de Julio
liderado por Fidel Castro. Durante un breve exilio en
Venezuela a finales de 1957 principios del 58 participa
en el alzamiento contra la dictadura de Pérez Jiménez,
es herido y encarcelado hasta su liberación el 23 de
enero. A mediados del 58 entra clandestino en Cuba y se
incorpora a las guerrillas del 26 de julio. Al triunfo
de la Revolución se hace piloto de combate de la Fuerza
Aérea Revolucionaria. Participa en la Batalla de Bahía
de Cochinos donde derriba dos bombarderos B-26 y
participa en el hundimiento de varios buques de
desembarco. En 1975 dirige las unidades de aviación del
primer cuerpo expedicionario cubano en la guerra de
Angola. Ocupó diferentes cargos desde jefe de Escuadrón
de Cazas hasta Jefe de División y finalmente segundo
jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria cuando rompe con
el régimen de Castro y escapa con su familia a Estados
Unidos. |