La
navidad a la que no llegó el Niño Jesús
Lucy
Gómez
sábado,
25 diciembre 2004 |
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La
cola de becarios de las misiones era casi de dos cuadras y
daba vueltas sobre si misma bajo un sol reconcentrado al mediodía.
Hicieron cola durante horas con sus niños en los brazos, con
sus bolsas, con sus muletas, con su contrariedad, porque ellos
son los del gobierno, pero les pagaron el 23 de diciembre a
última hora, sin darles tiempo sino para encontrar lo mas
caro.
Fueron
a comprar con los realitos que les pagaron por fin a las siete
de la noche, los juguetes, la ropa y la comida que sobrevivieron a
la marabunta que acabó con las existencias a precios razonables,
después que dieron utilidades y aguinaldos a los empleados de las
empresas privadas, entre finales de noviembre y la primera
quincena del mes.
Pensé
que era una irresponsabilidad. Una crueldad. Algo horrible. Pero
al dia siguiente fue peor. Hubo algunos a quiénes no les llegó
nunca el dinero. Y la ira fue llenándoles el corazón. Unos días
antes, en el sótano, la mayor parte de los afectados, se había
enterado que no estaba en la nómina de los pagos, ni siquiera en
la de la última hora. Ese dia tiraron Bin Ladens que sonaban a
bombas terroristas, tocaron tambor desaforadamente con los
pipotes de basura, las cabillas convertidas en redoblantes,
exhibiendo una risa falsa, pesada y gritona. Mientras, desde los
pisos superiores tiraban hacia abajo papeles, pedazos de cajones,
basura. El ruido era infernal. Los comerciantes sólo pensaban en
cerrar lo mas pronto posible.
Y como
no dieron resultado los Bin Ladens, los tambores, la pancarta roja
y blanca que afirmaba el respaldo de los Tupamaros a los
vigilantes, fueron sustituidos a última hora por otros
hambrientos en los ascensores y en las plantas bajas de todos
los edificios del gobierno. Fue cuando decidieron cobrarse la
deuda. Después de las seis de la tarde sabiendo que no podía ya
llegar el Niño, arremetieron contra los comercios e iniciaron el
saqueo.
Las
malas lenguas cuentan que inclusive atracaban a quienes pasaban
por ahi . Otro, "amigo" cuenta que además se llevaban las
guirnaldas de las residencias del complejo, porque " no tenían
como adornar su casa". El motín duró toda la madrugada.
El
gobierno, preocupado por el bien de la comunidad, llamó a la
Guardia Nacional, al igual que hizo con la revuelta de los
buhoneros en el centro de Caracas, un mes antes.
Los
mismos vecinos que habían recogido dinero para dar algún aguinaldo
a los vigilantes caidos en desgracia, pidieron que llegara el
orden.
Y como
siempre, al exceso del desorden, prosiguió el exceso del orden.
Como dijo una de las autoridades, " No habían coreado, una y mil
veces, Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo. Ahi tienen
pues, lo unico que les estaban pidiendo era que pasaran hambre en
Navidad y no fueron capaces.
Ahora van
presos".
lucgomnt@yahoo.es

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