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ENTREVISTA / Norberto Fuentes, escritor.
«He visto llorar a Raúl Castro, pero también sé que estuvo dispuesto a matar a su familia»
por Enrique Serberto - ABC, España
6 agosto 2006    

-¿Cómo se enteró de la transferencia de poderes a Raúl Castro?
-Me llamó alguien, bueno fueron 200 personas a la vez, todos muy excitados. Hay dos o tres amigos que yo llamé a La Habana, a una amiga en concreto, y me dijo: «Estaba esperando tu llamada y ahora sí que estoy asustada», porque en Cuba interrumpieron la novela y dieron la noticia repitiéndola tres veces, la sensación parece que fue impresionante. Aquí en Miami, en menos de una hora teníamos una conga en la calle, frente al «Versailles», que es lo que a mí más me preocupaba. Ahora ya se ha calmado el clima, y de rebote hemos empezado con la depresión masiva. Fue lamentable.

-¿Qué va a pasar ahora?
-Veo muy difícil que Fidel regrese a ocupar sus cargos. Tendrá una posición como la Reina Isabel, mirando las cosas desde lejos, dando consejos, y si es así su regreso a la Plaza de la Revolución va a ser apoteósico, como la resurrección de Cristo. Pero ya dejará las cosas en manos de Raúl, que también se retirará pronto. Eso, si se hila de manera adecuada por la oposición más inteligente, pienso que va a ser un proceso bueno y que así está pensado.

-¿Por qué no aparece Raúl?
-Está jugando su juego, se le verá cuando él quiera. Tengo entendido que se ha dejado ver por un barrio de La Habana, pero por lo que sé, él reacciona siempre de una forma ríspida a cualquier cosa que pueda parecer una imposición del bando contrario. «¡Me queréis ver, pues ahora no me muestro!» Eso aumenta sus expectativas y sus posibilidades de juego. Eso es muy de ellos. Algunos opositores están haciendo barbaridades que no contribuyen a nada, como decir que van a empezar a ir a buscar a sus familiares, que quieren formar juntas de gobierno. Pero al mismo tiempo, en la oposición del exilio se han empezado a oír cosas sensatas e inteligentes. En la revista Encuentro hay un artículo de Eduardo Armengol que es muy bueno, diciendo que lo que dijeron Bush y Lincoln Díaz Balart es una locura, eso de llamar a la desobediencia civil... es una ingerencia. Éste es un tiempo que va a obligar a todos a la reflexión sobre lo que ha pasado hasta ahora en Cuba y aquí en Florida, los llamados a la venganza no tienen lugar. Es el momento del sosiego y la reflexión.

-¿Esto ha sido un plan o un accidente?
-La decisión ya estaba tomada, me puedo imaginar que es una idea que Fidel ya tenía, es una maniobra típicamente fidelista, que no esperaba nadie. El 26 de julio ya dijo que iba a durar cien años pero que no estaría gobernando todo el tiempo. Seguramente ha ido madurando la idea, hasta que la lanzó. No podía prever una hemorragia intestinal, pero eso lo aceleró, puesto que lo que sí podía prever es que tiene 80 años y que tenía que mover ficha. Yo no creo que fue Hugo Chávez llevándole a Argentina de viaje, fueron los analgésicos que le dieron cuando se cayó y se rompió la rodilla, que le han destrozado el aparato digestivo. Tampoco es la primera operación de este tipo a la que se somete, le hicieron una en el año 83 en el mismo lugar en el que le operaron ahora, en el Palacio de la Revolución, en un saloncito que tienen allí en la quinta planta, donde murió Celia, y si no me falla la memoria, le habrá operado Mercedes, la mujer de Eugenio Selma, que es la cirujano de Fidel.

-¿Qué le parece lo que ha dicho su hermana Juanita desde Miami?
-Juanita ha tenido una actitud muy digna. Hace cuatro años pagó una página del Herald para atacarme, pero tengo que decir que ha tenido una actitud muy de los Castro, muy firme. Yo le oí decir el otro día que «si en Miami viaja mucha gente a ver a su familia, ¿por qué no puedo ir yo a verlo? Yo me separé de mi hermano por razones ideológicas, pero es mi hermano». Eso es más fuerte que otra cosa. Yo tengo entendido o me puedo imaginar que Raúl le llame a la farmacia, como hace con otros familiares que están en el exilio. Raúl es el más familiar y una vez en mi casa me dijo que les llamaba y que lo hacía por que le daba la gana, algo que no me pareció justo porque a otros miembros del Partido se les prohíbe.
-¿Entonces va a resultar que Raúl es un sentimental?
-Raúl es muy sentimental, en mi casa lloró muchas veces, por cualquier cosa. Recuerdo que en 1988 llevé a Raúl Rivero a mi casa para presentárselo, porque había escrito unos poemas sobre el ejército rebelde y a las 12 de la noche Rivero leyó algo, Raúl Castro se emocionó y se puso a llorar...

-¿Gobernando será muy distinto a su hermano?
-No, no puede ser como su hermano. Ahora quieren abrir un periodo de estabilidad, puede que incluso de endurecimiento, pero las perspectivas son buenas.Y eso es así porque si los acosamos y los acorralamos, no vamos a ver la salida. Además, tiene la ventaja de que se podrá evitar un derramamiento de sangre. ¿Vio lo que pasó en Miami? Esa exaltación, esta violencia contenida; parecían comandos en vísperas de su salida a territorio enemigo, bajo el tronar de los tambores... pero además es que son muy brutos, empezaron a decir que querían ir a buscar a sus familiares para traérselos ¡Pero cómo!

-¿Qué papel juegan las personas a las que se menciona en esta especie de testamento con tareas específicas asignadas?
-Esas son las tareas propias de Fidel. Eso es para demostrar que él era Superman. Él le da el mando a Raúl, pero todo lo demás son las tareas propias que él hacía personalmente. Lo único curioso es que nombra a Raúl comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, aunque sin darle el mando, porque Fidel sigue siendo una especie de comandante en jefe del país. Le da todos los cargos y no le da ninguno.

-Pero, específicamente, ¿los nombres quieren decir algo?
-Hay una especie de reparto de poderes para que nadie discuta el cargo de nadie. Machado Ventura y Balaguer son hombres de Raúl, pero Lage y la gente del dinero son gente de Fidel. Así se preserva el equilibrio, porque Raúl también es del carajo e igual se le ocurre poner solo a gente de los suyos. De alguna manera se mantienen las estructuras establecidas. Eso cada vez va a ser más el núcleo duro de un gobierno colectivo. Y entre ellos hay que buscar al Deng Xiaoping de la Revolución cubana, desde luego no al Mijail Gorbachov.

-¿Y las relaciones con Chávez?
-Lo de Chávez tomará otro rumbo. Es significativo que haya vuelto de viaje de Vietnam y se haya ido a Caracas sin haber pasado por La Habana, normalmente habría tenido que pasar por allí y decir «¡quiero verlo!», aunque también puede ser que le hayan pedido que no lo haga para mantener la discreción, porque habría sido difícil que un personaje como Chávez guardase un secreto.

-¿Y la oposición?
-En el momento que esa carta con el traspaso de poderes se leyó en la televisión cubana, en todas partes ya se habían tocado todas las puertas que había que tocar en Cuba. Estoy seguro. La disidencia, una parte de ellos son de la seguridad del Estado y siempre hacen lo que les dicen, eso es así. A los otros, tambiénles tocaron la puerta, estoy seguro diciéndoles: «Oye, si mueves un dedo, aunque sólo sea un dedo, lo único que queda de ti es un dedo flotando en el espacio sideral». En Cuba las cosas son así. Raúl me contó muchas veces que en la crisis de octubre, cuando el mundo estuvo a punto de ir a la guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética por los misiles de Cuba, en la noche del 23 de octubre, él estaba fumándose un puro en el Malecón de La Habana -entonces fumaba- y le dio la orden terminante a su escolta de que matasen a su familia sin dudarlo en caso de guerra, porque no quería que acabasen en manos del enemigo. En la actualidad Wilma, su mujer, se está muriendo y sus hijos han crecido, se han casado y tienen una vida por delante. Eso es así, esta gente mata y hace lo que cree que tiene que hacer. Por eso digo que el discurso no puede cambiar de la noche a la mañana, porque eso sería mortal, si tú convocas en Cuba elecciones mañana mismo, te puedes imaginar lo que pasaría, ¡a ver quién controla eso!

-¿Qué hay que hacer entonces?
-Si ese país va para adelante, y yo creo que irá, es porque dejará de estar en manos de la mediocridad, que ha sido un recurso que se ha empleado todos estos años. La revolución fue impostergable para Cuba, pero se dejó que derivara hacia un modelo que ha aparecido ante el mundo como una parte del imperio del mal, un imperiecito del mal. Yo creo que las revoluciones sirven para hacer las cosas que las democracias no alcanzan y eso pasa solamente en muy pocas ocasiones, a decir verdad un puñado de veces el siglo pasado. Una de ellas pasó en Cuba. Ahora tengo que decir que desprecio a los que salieron a bailar a las calles de Miami cuando supieron lo de la enfermedad de Fidel. Los alemanes, que yo sepa, al menos le guardan silencio a Hitler y Fidel no es Hitler, es un hombre como todos los hombres, un revolucionario, una figura importante del siglo XX. Lo que nos pasa a los cubanos es que somos envidiosos, muy envidiosos, y eso nos viene de los españoles, tengo que decir. Pero en estos momentos todos tenemos que hacer un ejercicio de generosidad y lo primero que hay que aceptar es que aquella revolución la hicimos todo el país, todos los cubanos. Unos lucharon a favor, otros en contra y algunos en los dos lados.

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Entrevista publicada originalmente en el diario ABC, edición del 6 agosto 2006

 
 
 
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