El
doble discurso venezolano
Lucy
Gómez
sábado,
18 diciembre 2004 |
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Con sorpresa mezclada con
estupefacción, los venezolanos, cada vez mas pobres con una
inflación cancerosa de 23 % anual, oyeron por TV a su Presidente
ofrecer en el exterior 100 millones de dólares y otros recursos
para solucionar problemas ajenos.
A nuestro alrededor
la necesidad, la basura, las privaciones se repiten. Ya no es sólo
que encoge el alma celebrar ruidosamente navidades cuando hay
tanta gente desempleada, humillada, perseguida, muerta, convertida
en “daño colateral” del paro de hace dos años, de la rebelión de
los petroleros, del 11 de abril, de Altamira, de los firmazos y
del referéndum, sino que la pobreza extiende sus tentáculos para
engordar, chupándose lo que queda de la clase media. Estamos
rodeados de basura, de recogelatas, de locos, de fantasmas que
viven en edificios imposibles en Vargas, de sicarios. Y entonces
se nos restriega en la cara todo el dinero que maneja el gobierno,
que no se emplea en sanar nuestras heridas, sino que se ofrece
en el exterior para mas brillo del jefe de la revolución.
Pero mal puede un
país partido en dos servir de base para construir una comunidad
económica de naciones. Nuestro gobierno está evidentemente mas
interesado en el tema político de agrandar su área de influencia,
expandir su modelo populista, dar una mano a los movimientos que
se le parecen en toda América Latina y meterle el hombro al
gobierno cubano; que en abrir las fronteras, controlar la
inflación, regular el gasto público, fomentar inversiones,
respetar las propiedades y cortar la corrupción de sus
funcionarios. Hacia afuera se repite y se repite que en Venezuela
se ayuda efectivamente a los pobres, cuando lo cierto es que se
gasta mil veces más en decirlo que lo que se gasta en hacerlo. El
doble discurso signa todos y cada uno de las palabras de un líder
que desprecia las reuniones de presidentes, pero que anda de
cumbre en cumbre y de abismo en abismo, ofreciendo afuera los
recursos que no le llegan a su pueblo hambriento.

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