Análisis

Venezuela
Cuba:
¿Paralelismos
posibles?


 Elizabeth Burgos
 
   

 

 referencement

Aprendiendo a reaccionar con lecciones amargas
 Mariana Pagea
 jueves, 16 diciembre 2004

 

Mientras rumiamos la frustración que significó las recientes derrotas electorales, conviene hacer algunas precisiones sobre la realidad política, a la luz de las últimas leyes aprobadas y la represión desatada en meses recientes, que indican prácticamente el fin de la democracia verdadera y el inicio de una etapa agresiva para avanzar el llamado “proceso”, v.g., la consolidación del secuestro virtual del país de parte de un grupo de oportunistas políticos, apoyados por militares cómplices y leyes acomodaticias.

Ante todo, hay que convencerse que NO salimos derrotados del RRP, sino que fuimos objeto de una estafa electoral cuidadosamente orquestada, basada en cedulaciones ilegales, registros chimbos, ventajismo en mesas, máquinas arregladas y, muy importante un CNE obscenamente parcializado, luchando con todos los hierros -al igual del ejecutivo- por su supervivencia. Para futuras referencias, los resultados reales y fidedignos –que circularon en la red y según fuentes confiables de la CANTV – fueron los siguientes:  5.078.015 votos para el SI (oposición) y 3.427.873 votos para el NO (oficialismo), o sea una proporción de 60-40% a favor del SI, exactamente la opuesta de la anunciada por el CNE y luego validada por las irrisorias “auditorías selectivas” de la OEA y el Centro Carter, de las cuales siempre se arrepentirán porque saben que fueron negociadas para no crearle más problemas a EE.UU. y asegurarle el suministro petrolero en esta época difícil.

Naturalmente, el impacto del visible fraude desanimó a muchos para no asistir a los comicios regionales, temiendo que la farsa iba a repetirse, restándole así los candidatos opositores numerosos votos que hicieron la diferencia (en algunos sitios junto con un suicida divisionismo de la oposición) con los resultados predecibles que todos conocemos.  Donde hubo escrutinios muy parejos para ambas tendencias, actuó diligentemente el CNE para inclinar la balanza a favor del oficialismo, con sus intempestivas manipulaciones sin derecho a apelación, como en una dictadura cualquiera. Esta es la realidad a la que hay que ajustarse, y no la de una derrota verdadera en comicios honestos, por lo que ningún opositor debe sentirse rebajado, si hicieron lo posible por evitarlo. Los que sí deberían sentir vergüenza, son los funcionarios deshonestos del CNE, junto con sus compinches en otros poderes.

  A estos factores se sumó un liderazgo inexistente o poco creíble, junto con la poca voluntad del venezolano para seguir insistiendo en sus derechos, a diferencia de lo sucedido en Ucrania, donde muchedumbres opositoras hicieron presencia en las gélidas plazas públicas, para obligar a una reconsideración de los resultados preliminares, claramente fraudulentos y donde se usaron técnicas similares que las venezolanas. Comparando los dos casos, la gran diferencia fue la férrea disposición de los ucranianos a sacrificar su comodidad para exigir sus cercenados derechos democráticos, además de tener la oposición un liderazgo único, carismático y enérgico. La revelación posterior de que fuera envenenado el líder opositor para eliminarlo o reducir sus posibilidades de victoria, ayudará a que en los próximos comicios, seguramente más controlados y formales, habrá una contundente victoria de la oposición. La lección que viene de Ucrania y que debemos aprender acá, si queremos cambiar el triste estado de cosas, es que nada se gana sin esfuerzo, sacrificio o constancia, aún cuando se tenga de nuestro lado la razón y la ley, pues aunque ganamos el RRP había que reaccionar más enérgicamente para defender los resultados reales, ante las violaciones flagrantes de la constitución por un CNE parcializado y una mayoría de unos pocos diputados en el parlamento. Esa misma “mayoría” que, aprovechando el desconcierto general y la desbandada opositora, está aprobando leyes absurdas a todo tren para tomar el poder en todos los ámbitos, ante el asombro e impotencia de la población honesta y laboriosa. Esta última sólo quería un gobierno más eficaz y menos dependiente de las órdenes de un anciano tiranuelo caribeño, quien -con el capricho de dejar a toda costa un heredero a su partida mundana- se aprovechó de las ambiciones de poder y megalomanía del coronel golpista venezolano, para chupar de su botija abultada de petrodólares. Sin duda, este nefasto personaje local estuviera ya exiliado en La Habana si los resultados reales del RRP hubieran sido contados correctamente y anunciados debidamente.

   Lo que no se han dado cuenta los políticos oportunistas y funcionarios abusadores es que, teniendo ahora todo el poder (los sitios donde no lo tienen, pronto tendrán que someterse, ya que saben de dónde vienen los reales), no tendrán ninguna excusa para no hacer una buena gestión gubernamental a todo nivel, nacional, regional y municipal. Algo que, sin embargo, será sumamente difícil, dada la incapacidad demostrada hasta ahora, donde el único talento ha sido el de saber comprar conciencias a fuerza de dádivas humillantes, planes improvisados y gastos superfluos, cometiendo de paso arbitrariedades fiscales sin ningún control, ni de la Contraloría, ni de la AN, ni del TSJ, a pesar de las múltiples denuncias de trampas, excesos y corrupción que se han publicado en los medios, tanto impresos como radioeléctricos. A estos últimos, verdaderos bastiones vociferantes de verdades incómodas, justamente se les quiere someter ahora con leyes absurdas de contenido y multas obscenas, pero aunque lo logren, la verdad siempre saldrá a flote y más temprano que tarde, los responsables de malversaciones y latrocinios pagarán por sus fechorías y robos al erario público, y su nociva actitud entreguista a potencias foráneas. Esto, aunque ahora se estén riendo de todos por sus fáciles y pírricas “victorias” electoreras o parlamentarias, permitidas solamente por la temporal debilidad opositora, sometida con fraude, arrogancia, tretas jurídicas y represión policial. Donde quiera que estén pasando luego sus inmerecidos “exilios dorados”, quienes logren eludir aquí la justicia final, serán repudiados por nuestros compatriotas y por la opinión pública, pues en estos días los crímenes de lesa humanidad no pueden prescribir.    

Repito, según cifras reales la contienda política se ganó, y jugando limpio de este lado, pero el triunfo fue escamoteado por vivos de oficio en el poder, que juegan sucio con las peores mañas aprendidas de la cuarta república (y del vecino dictador caribeño), aprovechando la buena voluntad de la oposición democrática y la credulidad de una ciudadanía que esperaba el respeto a las leyes y acuerdos, ahora pisoteados descaradamente por las autoridades nacionales que han secuestrado el país poco a poco, con vivezas y trampas. Habiendo hecho un doloroso “reality check”, lo inteligente ahora no es desanimarse, sino derivar al menos unas cuantas lecciones de todos estos turbios acontecimientos.

La primera es que hay que perseverar, pero sensatamente, de otro modo tendremos dictadura personalista para rato. Emigrar, no protestar o empantuflarse, no son opciones válidas, sino salidas escapistas, fáciles e inmaduras, las mismas que nos han hecho tanto daño en el pasado. Por otra parte, las conspiraciones y las reacciones violentas pueden ser también muy contraproducentes. Pero si no hacemos nada, las cosas seguramente empeorarán, así que conviene tomar el camino medio, valorando principios de unión, trabajo, prudencia y moderación.

La segunda es que hay que organizarse mejor, posiblemente formando un gran partido independiente, que muy bien podría ganar las elecciones parlamentarias –siendo la mayoría del país- y proveer el líder que hace falta en estos momentos, si nos lo proponemos con más unidad de propósito y acción. Una AN realmente representativa de la realidad política puede ser la clave para adecentar el gobierno generar cambios sustanciales en todos los frentes, ya que tiene atribuciones importantes.

La tercera es que hay que presionar, ante instancias locales e internacionales, para lograr modificaciones sustanciales en la operación de los tres poderes clave (electoral, moral y judicial), para que sean más imparciales y respetuosos de las realidades nacionales, y representen realmente a la ciudadanía, de otro modo se agotarían las salidas democráticas. En Ucrania se logró justamente eso, y aquí también podemos hacerlo.

La cuarta es que hay que tener un proyecto alternativo y amplio de país, fácilmente comprensible por el grueso de la población, donde no haya excluidos y se atienda mejor las necesidades de las clases más golpeadas, o sea las clases media y baja, que están sufriendo desde hace décadas los males de la imprevisión, la ineficiencia, la politiquería y la corrupción (males agravados en años recientes).

La quinta es que no hay que acudir a salidas fáciles o líderes providenciales, de cualquier ideología, sino emprender un trabajo tesonero, de verdadera hormiguita, para levantar a la oposición de su actual postración y llevarla gradualmente a la victoria final, conscientes de que la tarea es dura y compleja, pero siempre valiosa a largo plazo. Recordemos siempre que ningún régimen ineficiente y corrupto puede mantenerse por mucho tiempo, sin que haya una fuerte reacción de la ciudadanía honesta e indignada por tantos atropellos a la ley y los derechos ciudadanos.

Es vital reflexionar sobre estas lecciones, y digerirlas para retomar la iniciativa y la acción. Se lo debemos a nuestros hijos y nietos, si no queremos ver un país cubanizado, arruinado, esclavizado y retrógrada, sólo para complacer a un proyecto ególatra de dominación nacional y continental. Y todo a base de promesas demagógicas que no podrán cumplirse y sólo sirven para engañar a los incautos, aumentando la pobreza y la corrupción, como ha sucedido en todos los gobiernos “revolucionarios” del pasado, que han producido sólo carestías, refugiados, muertos y presos de conciencia, pero nunca bienestar y riqueza excepto para los pocos deshonestos arrimados al poder. El gran reto de la oposición será convencer de estas verdades a las masas incautas -erróneamente ilusionadas con mejoras inmediatas y fáciles- para que apoyen proyectos más realistas y duraderos, basados en la productividad y la responsabilidad. Es hora que la ciudadanía honesta y trabajadora no siga siendo engañada por los políticos inescrupulosos de siempre, verdaderos “bandidos legalizados” a ultranza con el apoyo de ministros, magistrados, parlamentarios y oficiales sin ética, designados a dedo, o elegidos fraudulentamente, que han olvidado su juramento de servir imparcialmente a toda la ciudadanía, siempre de acuerdo a la constitución aprobada por una mayoría abrumadora, aunque impunemente pisoteada en los últimos tiempos.            

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