Aprendiendo a reaccionar con lecciones amargas
Mariana Pagea
jueves,
16 diciembre 2004 |
Mientras
rumiamos la frustración que significó las recientes derrotas
electorales, conviene hacer algunas precisiones sobre la realidad
política, a la luz de las últimas leyes aprobadas y la represión
desatada en meses recientes, que indican prácticamente el fin de
la democracia verdadera y el inicio de una etapa agresiva para
avanzar el llamado “proceso”, v.g., la consolidación del secuestro
virtual del país de parte de un grupo de oportunistas políticos,
apoyados por militares cómplices y leyes acomodaticias.
Ante
todo, hay que convencerse que NO salimos derrotados del RRP, sino
que fuimos objeto de una estafa electoral cuidadosamente
orquestada, basada en cedulaciones ilegales, registros chimbos,
ventajismo en mesas, máquinas arregladas y, muy importante un CNE
obscenamente parcializado, luchando con todos los hierros -al
igual del ejecutivo- por su supervivencia. Para futuras
referencias, los resultados reales y fidedignos –que circularon en
la red y según fuentes confiables de la CANTV – fueron los
siguientes: 5.078.015 votos para el SI (oposición) y 3.427.873
votos para el NO (oficialismo), o sea una proporción de 60-40% a
favor del SI, exactamente la opuesta de la anunciada por el CNE y
luego validada por las irrisorias “auditorías selectivas” de la
OEA y el Centro Carter, de las cuales siempre se arrepentirán
porque saben que fueron negociadas para no crearle más problemas a
EE.UU. y asegurarle el suministro petrolero en esta época difícil.
Naturalmente, el impacto del visible fraude desanimó a muchos para
no asistir a los comicios regionales, temiendo que la farsa iba a
repetirse, restándole así los candidatos opositores numerosos
votos que hicieron la diferencia (en algunos sitios junto con un
suicida divisionismo de la oposición) con los resultados
predecibles que todos conocemos. Donde hubo escrutinios muy
parejos para ambas tendencias, actuó diligentemente el CNE para
inclinar la balanza a favor del oficialismo, con sus intempestivas
manipulaciones sin derecho a apelación, como en una dictadura
cualquiera. Esta es la realidad a la que hay que ajustarse, y no
la de una derrota verdadera en comicios honestos, por lo que
ningún opositor debe sentirse rebajado, si hicieron lo posible por
evitarlo. Los que sí deberían sentir vergüenza, son los
funcionarios deshonestos del CNE, junto con sus compinches en
otros poderes.
A
estos factores se sumó un liderazgo inexistente o poco creíble,
junto con la poca voluntad del venezolano para seguir insistiendo
en sus derechos, a diferencia de lo sucedido en Ucrania, donde
muchedumbres opositoras hicieron presencia en las gélidas plazas
públicas, para obligar a una reconsideración de los resultados
preliminares, claramente fraudulentos y donde se usaron técnicas
similares que las venezolanas. Comparando los dos casos, la gran
diferencia fue la férrea disposición de los ucranianos a
sacrificar su comodidad para exigir sus cercenados derechos
democráticos, además de tener la oposición un liderazgo único,
carismático y enérgico. La revelación posterior de que fuera
envenenado el líder opositor para eliminarlo o reducir sus
posibilidades de victoria, ayudará a que en los próximos comicios,
seguramente más controlados y formales, habrá una contundente
victoria de la oposición. La lección que viene de Ucrania y que
debemos aprender acá, si queremos cambiar el triste estado de
cosas, es que nada se gana sin esfuerzo, sacrificio o constancia,
aún cuando se tenga de nuestro lado la razón y la ley, pues aunque
ganamos el RRP había que reaccionar más enérgicamente para
defender los resultados reales, ante las violaciones flagrantes de
la constitución por un CNE parcializado y una mayoría de unos
pocos diputados en el parlamento. Esa misma “mayoría” que,
aprovechando el desconcierto general y la desbandada opositora,
está aprobando leyes absurdas a todo tren para tomar el poder en
todos los ámbitos, ante el asombro e impotencia de la población
honesta y laboriosa. Esta última sólo quería un gobierno más
eficaz y menos dependiente de las órdenes de un anciano tiranuelo
caribeño, quien -con el capricho de dejar a toda costa un heredero
a su partida mundana- se aprovechó de las ambiciones de poder y
megalomanía del coronel golpista venezolano, para chupar de su
botija abultada de petrodólares. Sin duda, este nefasto personaje
local estuviera ya exiliado en La Habana si los resultados reales
del RRP hubieran sido contados correctamente y anunciados
debidamente.
Lo que no se han dado cuenta los políticos oportunistas y
funcionarios abusadores es que, teniendo ahora todo el poder (los
sitios donde no lo tienen, pronto tendrán que someterse, ya que
saben de dónde vienen los reales), no tendrán ninguna excusa para
no hacer una buena gestión gubernamental a todo nivel, nacional,
regional y municipal. Algo que, sin embargo, será sumamente
difícil, dada la incapacidad demostrada hasta ahora, donde el
único talento ha sido el de saber comprar conciencias a fuerza de
dádivas humillantes, planes improvisados y gastos superfluos,
cometiendo de paso arbitrariedades fiscales sin ningún control, ni
de la Contraloría, ni de la AN, ni del TSJ, a pesar de las
múltiples denuncias de trampas, excesos y corrupción que se han
publicado en los medios, tanto impresos como radioeléctricos. A
estos últimos, verdaderos bastiones vociferantes de verdades
incómodas, justamente se les quiere someter ahora con leyes
absurdas de contenido y multas obscenas, pero aunque lo logren, la
verdad siempre saldrá a flote y más temprano que tarde, los
responsables de malversaciones y latrocinios pagarán por sus
fechorías y robos al erario público, y su nociva actitud
entreguista a potencias foráneas. Esto, aunque ahora se estén
riendo de todos por sus fáciles y pírricas “victorias” electoreras
o parlamentarias, permitidas solamente por la temporal debilidad
opositora, sometida con fraude, arrogancia, tretas jurídicas y
represión policial. Donde quiera que estén pasando luego sus
inmerecidos “exilios dorados”, quienes logren eludir aquí la
justicia final, serán repudiados por nuestros compatriotas y por
la opinión pública, pues en estos días los crímenes de lesa
humanidad no pueden prescribir.
Repito, según cifras reales la contienda política se ganó, y
jugando limpio de este lado, pero el triunfo fue escamoteado por
vivos de oficio en el poder, que juegan sucio con las peores mañas
aprendidas de la cuarta república (y del vecino dictador
caribeño), aprovechando la buena voluntad de la oposición
democrática y la credulidad de una ciudadanía que esperaba el
respeto a las leyes y acuerdos, ahora pisoteados descaradamente
por las autoridades nacionales que han secuestrado el país poco a
poco, con vivezas y trampas. Habiendo hecho un doloroso “reality
check”, lo inteligente ahora no es desanimarse, sino derivar al
menos unas cuantas lecciones de todos estos turbios
acontecimientos.
La
primera es que hay que perseverar, pero sensatamente, de otro modo
tendremos dictadura personalista para rato. Emigrar, no protestar
o empantuflarse, no son opciones válidas, sino salidas escapistas,
fáciles e inmaduras, las mismas que nos han hecho tanto daño en el
pasado. Por otra parte, las conspiraciones y las reacciones
violentas pueden ser también muy contraproducentes. Pero si no
hacemos nada, las cosas seguramente empeorarán, así que conviene
tomar el camino medio, valorando principios de unión, trabajo,
prudencia y moderación.
La
segunda es que hay que organizarse mejor, posiblemente formando un
gran partido independiente, que muy bien podría ganar las
elecciones parlamentarias –siendo la mayoría del país- y proveer
el líder que hace falta en estos momentos, si nos lo proponemos
con más unidad de propósito y acción. Una AN realmente
representativa de la realidad política puede ser la clave para
adecentar el gobierno generar cambios sustanciales en todos los
frentes, ya que tiene atribuciones importantes.
La
tercera es que hay que presionar, ante instancias locales e
internacionales, para lograr modificaciones sustanciales en la
operación de los tres poderes clave (electoral, moral y judicial),
para que sean más imparciales y respetuosos de las realidades
nacionales, y representen realmente a la ciudadanía, de otro modo
se agotarían las salidas democráticas. En Ucrania se logró
justamente eso, y aquí también podemos hacerlo.
La
cuarta es que hay que tener un proyecto alternativo y amplio de
país, fácilmente comprensible por el grueso de la población, donde
no haya excluidos y se atienda mejor las necesidades de las clases
más golpeadas, o sea las clases media y baja, que están sufriendo
desde hace décadas los males de la imprevisión, la ineficiencia,
la politiquería y la corrupción (males agravados en años
recientes).
La
quinta es que no hay que acudir a salidas fáciles o líderes
providenciales, de cualquier ideología, sino emprender un trabajo
tesonero, de verdadera hormiguita, para levantar a la oposición de
su actual postración y llevarla gradualmente a la victoria final,
conscientes de que la tarea es dura y compleja, pero siempre
valiosa a largo plazo. Recordemos siempre que ningún régimen
ineficiente y corrupto puede mantenerse por mucho tiempo, sin que
haya una fuerte reacción de la ciudadanía honesta e indignada por
tantos atropellos a la ley y los derechos ciudadanos.
Es
vital reflexionar sobre estas lecciones, y digerirlas para retomar
la iniciativa y la acción. Se lo debemos a nuestros hijos y
nietos, si no queremos ver un país cubanizado, arruinado,
esclavizado y retrógrada, sólo para complacer a un proyecto
ególatra de dominación nacional y continental. Y todo a base de
promesas demagógicas que no podrán cumplirse y sólo sirven para
engañar a los incautos, aumentando la pobreza y la corrupción,
como ha sucedido en todos los gobiernos “revolucionarios” del
pasado, que han producido sólo carestías, refugiados, muertos y
presos de conciencia, pero nunca bienestar y riqueza excepto para
los pocos deshonestos arrimados al poder. El gran reto de la
oposición será convencer de estas verdades a las masas incautas -erróneamente
ilusionadas con mejoras inmediatas y fáciles- para que apoyen
proyectos más realistas y duraderos, basados en la productividad y
la responsabilidad. Es hora que la ciudadanía honesta y
trabajadora no siga siendo engañada por los políticos
inescrupulosos de siempre, verdaderos “bandidos legalizados” a
ultranza con el apoyo de ministros, magistrados, parlamentarios y
oficiales sin ética, designados a dedo, o elegidos
fraudulentamente, que han olvidado su juramento de servir
imparcialmente a toda la ciudadanía, siempre de acuerdo a la
constitución aprobada por una mayoría abrumadora, aunque
impunemente pisoteada en los últimos tiempos.
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