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Venezuela, Chile, España
por Antonio Sánchez García
martes, 22 marzo 2005

 

            La decisión de constituir un ejército paralelo, directamente bajo las órdenes del teniente coronel Hugo Chávez, termina por desvelar todas las incógnitas. Si a algún escéptico le cabía alguna duda, ya puede darla por superada: Venezuela monta a pasos forzados un régimen militar autocrático, en donde el caudillo gobierna al margen de la constitución y sentado directamente sobre sus propias bayonetas. En este caso: una milicia revolucionaria de cien mil hombres bajo su mando directo y armada con cien mil AK 47 y cuanto haga falta, todo adquirido en Rusia. Con dicha milicia a la cubana tiene el instrumento ideal para la represión interior y una supuesta guerra asimétrica. Con la FAN de la constitución, la minusválida, de apenas 30 mil efectivos, aunque en vías de armarse hasta los dientes gracias al gobierno español, un juguete para su expansionismo regional.

 

            Es el punto final de un tortuoso proceso de seis años, caracterizados por el paciente desmontaje de la institucionalidad democrática y el armado de un estado militar, de ideología única, enmascarado por una democracia seudo legal financiada por los fastuosos ingresos petroleros y la anuencia de gobiernos cómplices. Como siempre ha sucedido en la historia, todo ello a vista y paciencia de una comunidad internacional complaciente, satisfecha con retoques de cosmética democrática y, lo que bordea el surrealismo y la vergüenza, con la legitimación de un ex presidente de los Estados Unidos, más atento al goloso financiamiento de su instituto de legitimación que de las democracias que a cambio de una jugosa subvención  legitima.

 

            La comunidad internacional no debiera permanecer impasible ante este asalto a mano armada a la democracia venezolana, a la que tanto le deben. Dos presidentes democráticos están próximos a visitar nuestro país: José Luis Rodríguez Zapatero, de España, y Ricardo Lagos, de Chile. La opinión pública venezolana tiene todo el derecho a preguntarse si vienen con el fin de legitimar este estado de cosas, a aceptar los suculentos negocios con que el caudillo pretende comprar sus anuencias y a terminar por blindar la apariencia de legalidad de un régimen que hace ya tiempo traspasó la raya amarilla de lo permisible, o si, por el contrario y de acuerdo al pago de una gravosa deuda contraída en tiempos de sus dictaduras con nuestra democracia tomarán nota del perverso estado en que se encuentran las libertades públicas en nuestra patria y darán pie a las iniciativas que los demócratas venezolanos esperamos de ellos.

 

            No tenemos razón para el optimismo. El gobierno de Chile, más preocupado por apostar su ficha, el ministro José Miguel Inzulza, en la Secretaría General de la OEA, preferirá neutralizar con un bajo perfil  las acciones desestabilizadoras de Hugo Chávez en Bolivia – que condujesen casi al rompimiento diplomático en tiempos recientes - y participar en la piñata petrolera puesta en bandeja de plata. Por su parte, un Rodríguez Zapatero que parece no tener razones para agradecer lo que la democracia venezolana, y muy en especial AD, hicieran en su tiempo por el PSOE y la democracia española, tendrá razones de peso – digo de pesetas – para sacarle a la esquilmada Venezuela petrolera tantos euros como sea posible, poniendo en venta su chatarra armamentista.

 

            Bien dicen los entendidos que las naciones tienen intereses, no amistades.

sanchez2000@cantv.net

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