La
decisión de constituir un ejército paralelo, directamente bajo
las órdenes del teniente coronel Hugo Chávez, termina por
desvelar todas las incógnitas. Si a algún escéptico le cabía
alguna duda, ya puede darla por superada: Venezuela monta a
pasos forzados un régimen militar autocrático, en donde el
caudillo gobierna al margen de la constitución y sentado
directamente sobre sus propias bayonetas. En este caso: una
milicia revolucionaria de cien mil hombres bajo su mando directo
y armada con cien mil AK 47 y cuanto haga falta, todo adquirido
en Rusia. Con dicha milicia a la cubana tiene el instrumento
ideal para la represión interior y una supuesta guerra
asimétrica. Con la FAN de la constitución, la minusválida, de
apenas 30 mil efectivos, aunque en vías de armarse hasta los
dientes gracias al gobierno español, un juguete para su
expansionismo regional.
Es el punto
final de un tortuoso proceso de seis años, caracterizados por el
paciente desmontaje de la institucionalidad democrática y el
armado de un estado militar, de ideología única, enmascarado por
una democracia seudo legal financiada por los fastuosos ingresos
petroleros y la anuencia de gobiernos cómplices. Como siempre ha
sucedido en la historia, todo ello a vista y paciencia de una
comunidad internacional complaciente, satisfecha con retoques de
cosmética democrática y, lo que bordea el surrealismo y la
vergüenza, con la legitimación de un ex presidente de los
Estados Unidos, más atento al goloso financiamiento de su
instituto de legitimación que de las democracias que a cambio de
una jugosa subvención legitima.
La comunidad
internacional no debiera permanecer impasible ante este asalto a
mano armada a la democracia venezolana, a la que tanto le deben.
Dos presidentes democráticos están próximos a visitar nuestro
país: José Luis Rodríguez Zapatero, de España, y Ricardo Lagos,
de Chile. La opinión pública venezolana tiene todo el derecho a
preguntarse si vienen con el fin de legitimar este estado de
cosas, a aceptar los suculentos negocios con que el caudillo
pretende comprar sus anuencias y a terminar por blindar la
apariencia de legalidad de un régimen que hace ya tiempo
traspasó la raya amarilla de lo permisible, o si, por el
contrario y de acuerdo al pago de una gravosa deuda contraída en
tiempos de sus dictaduras con nuestra democracia tomarán nota
del perverso estado en que se encuentran las libertades públicas
en nuestra patria y darán pie a las iniciativas que los
demócratas venezolanos esperamos de ellos.
No tenemos
razón para el optimismo. El gobierno de Chile, más preocupado
por apostar su ficha, el ministro José Miguel Inzulza, en la
Secretaría General de la OEA, preferirá neutralizar con un bajo
perfil las acciones desestabilizadoras de Hugo Chávez en
Bolivia – que condujesen casi al rompimiento diplomático en
tiempos recientes - y participar en la piñata petrolera puesta
en bandeja de plata. Por su parte, un Rodríguez Zapatero que
parece no tener razones para agradecer lo que la democracia
venezolana, y muy en especial AD, hicieran en su tiempo por el
PSOE y la democracia española, tendrá razones de peso – digo de
pesetas – para sacarle a la esquilmada Venezuela petrolera
tantos euros como sea posible, poniendo en venta su chatarra
armamentista.
Bien dicen los
entendidos que las naciones tienen intereses, no amistades.
sanchez2000@cantv.net

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