Tenía
más de 30 años esperando por éste momento; comentó un ciudadano
iraquí que trabaja como taxista en París, al salir de uno de los
centros de votación instalados en Francia. A lo largo y ancho de
Europa, en Australia, en Jordania y en los EE.UU., los
expatriados iraquíes abrieron el proceso de votación para las
elecciones legislativas iraquíes, un escrutinio que será
decisivo cuando éste domingo 30 de enero, 14 millones de
iraquíes acudan a votar en medio de un creciente clima de
inseguridad. Ni los observadores internacionales – Carter estará
ausente – ni los candidatos mismos saben como amanecerá Irak el
próximo lunes 31 de enero. El mundo entero sabrá si estas
elecciones tuvieron un valor puramente simbólico o si las mismas
aportarán vientos de libertad.
En el terreno
las autoridades iraquíes junto a las fuerzas de la coalición han
impuesto estrictas medidas de seguridad, a los fines de limitar
los actos de violencia prometidos tanto por la guerrilla de Al
Zarqaoui, así como otros grupos que se oponen a las elecciones y
a la democracia en Irak. Sin embargo, son muchos los iraquíes
que han prometido ir a votar, convencidos que el voto puede
ayudar a estabilizar la situación de su país.
Y no se trata
de votantes suicidas, porque si miramos objetivamente la
situación, encontramos que Irak es un país conformado por 18
provincias, y en la actualidad solo una provincia sigue
incontrolable. Así como también, 85% del electorado
mayoritariamente chiíta está dispuesto a votar, contra apenas un
15% de electores sunitas y una ínfima minoría de kurdos que se
niegan a vivir en democracia.
Al mismo tiempo
grupos políticos compuestos por sunitas moderados y católicos,
han conformado sus respectivas coaliciones y han inscrito sus
candidatos en las listas electorales, a pesar del llamado a
boicot hecho por los jefes religiosos sunitas. Tal es el caso
del partido islámico iraquí, del partido nacional demócrata y
del partido comunista.
Pero todo parece indicar que la victoria favorecerá a la lista
de candidatos presentada por la alianza unificada iraquí, la
cual representa a las diferentes corrientes chiítas,
particularmente a la Dawa, al Consejo Supremo de la Revolución
Islámica y al Congreso Nacional iraquí. La excepción a éstas
coaliciones chiítas la constituye la candidatura en solitario
del joven jefe religioso Moqtada Sadr.
Están en juego, 275 escaños
del futuro parlamento iraquí, el cual se encargará de llevar
adelante un proceso constituyente, que desembocará a finales del
2005 en un referéndum.
Así
pues, estas elecciones legislativas son cruciales para el futuro
de Irak, pero igualmente podrían marcar los lineamientos futuros
de la política estadounidense en Irak. Así como tambien, podrá
marcar la paz de la región, a decir del éxito de las recientes
elecciones palestinas, sin olvidar las también recientes y
exitosas elecciones afganas.
Si
bien, las elecciones iraquíes se llevaran a cabo bajo la
ocupación de fuerzas de la coalición, la ocasión es propicia
para recordar que en el pasado reciente,
tanto en Japón, como en Alemania, las primeras elecciones de la
post-guerra en dichos países, se llevaron a cabo bajo la
ocupación de tropas aliadas.

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