En
sus orígenes la revolución bolivariana, como todas las
revoluciones milenaristas, se propuso levantar las banderas de
la austeridad administrativa. Los gobernantes identificados con
los pobres deben ser ejemplo vivo de ponderación y ascetismo.
Así, al menos, se expresaba el Che Guevara. El pasado más
oprobioso lo encarna la Venezuela Saudita del primer gobierno de
Carlos Andrés Pérez (a quien hoy, que el Gocho se encuentra
postrado en una silla de ruedas y sin capacidad para defenderse,
el caudillo de Sabaneta, en un gesto cobarde, ofende sin tregua
ni clemencia). El gasto a troche y moche de aquel gobierno
botarate no volvería a repetirse, tanto por razones financieras
como éticas. Este discurso, claro, lo repetían hasta el
cansancio los chavistas cuando, en el ya remoto 1999, llegaron a
Miraflores con un barril de petróleo que apenas se empinaba
sobre los nueve dólares. Con el crudo hundido en el subsuelo
había que cuidarse las espaldas, diciendo que Miraflores se
convertiría en un monasterio franciscano y La Casona en un
convento carmelita.
Los tiempos
cambiaron. Ahora el precio del oro negro se elevó hasta las
nubes, en el ciclo expansivo más largo que se recuerde en la
historia, desde que ese hidrocarburo se convirtió en la fuente
de energía más importante del mundo. Hugo Chávez pasó, de golpe
y porrazo, a convertirse en el hombre más rico de la Tierra. Ni
siquiera los monarcas árabes disfrutan de los privilegios y
prerrogativas del gamonal de Barinas. En el cercano oriente los
jeques están obligados a rendirles cuentas a los clanes o
familias a las que pertenecen. En la Venezuela de quinta que
están edificando los chavistas, el Presidente no se siente
comprometido a darle cuentas a nadie. La Asamblea Nacional, la
Contraloría General y la Fiscalía General, obligadas a exigir
balances, aplauden a rabiar las travesuras y excesos del jefe.
Venezuela retrocedió
más de treinta años. Estamos viviendo el mismo fenómeno de la
década de los 70 del siglo pasado, sólo que -como suele ocurrir
con las segundas partes- en un tono más envilecido. En aquella
época, al menos, funcionaba un Congreso en el que existía una
oposición que, aunque minoritaria, increpaba al primer
mandatario, al tiempo que los congresistas deliberaban con
intensidad. De hecho, la extravagancia de regalarle a Bolivia un
barco cava, el Sierra Nevada, como símbolo de la solidaridad del
Gobierno venezolano con el reclamo de ese país por conseguir una
salida al mar, casi le cuesta a CAP, una vez fuera de la
presidencia, su primera temporada en la cárcel.
Hoy, más que nunca,
tenemos un gobierno inmensamente rico frente a una sociedad que
se hunde en la pobreza. La trocha que conecta a Caracas con La
Guaira y Maiquetía, dos puntos neurálgicos para la capital,
representa una metáfora ilustrativa de lo que esta afirmación
significa. Ese camino precario, que barniza la desidia del
régimen, es la alternativa que un gobierno inundado en
petrodólares le ofrece a los habitantes de la capital de la
República y de un Estado tan sufrido como Vargas, luego de siete
años de haber asumido el poder. Mientras la irresponsabilidad
gubernamental castiga a los ciudadanos, sobre todo a los más
pobres, el jefe de la revolución bonita se pasea por el globo
terrestre exhibiendo su inmensa fortuna. Ahora se fue en un
viaje de las mil y una noches para Europa. Sólo los hoteles a
los que llegará el teniente coronel nos costarán a los
venezolanos más de tres mil dólares la noche (por encima de 6
millones de bolívares). A esta bicoca hay que sumarle lo que
consumirá el séquito faraónico que lo acompaña: guadaespaldas a
granel, secretarias, asistentes, médicos, alabarderos y
ministros. Los petrodólares alimentan tanto su megalomanía como
su paranoia; sin embargo, los orates comunes y silvestres no
tienen ni siquiera un psiquiatra que los medique.
El despilfarro no se
detiene en los continuos periplos del moderno Marco Polo, en la
guardia pretoriana que lo circunda, en los trajes blindados que
usa y en la numerosa corte que lo acompaña a donde quiera que
va. Esta, aunque irritante, es una pequeña muestra del
despilfarro del gobierno saudita reeditado. La parte sustancial
del dispendio reside en el uso del petróleo como instrumento de
la geopolítica y la expansión de esa quimera llamada el proyecto
bolivariano. En la larga lista de desafueros del régimen hay que
colocar en primer lugar el enorme subsidio a Cuba. Una dictadura
que debió haber caído luego del derrumbe del Muro de Berlín y la
implosión del imperio soviético, tal como ocurrió con todos los
países comunistas de Europa oriental, ha sido alimentada
artificialmente por el gobierno de Chávez. Hoy el viejo tirano
que castiga a esa isla ve arrobado cómo crece su fortuna
personal (es uno de los gobernantes más ricos de la Tierra, $
900 millones, según la revista especializada Forbes). Detrás de
Cuba y Castro vienen los demás beneficiarios de la munificencia
del antiguo golpista: Kirchner, Evo Morales, Lula, Daniel
Ortega, Ollanta Humala (a quien parece haber sepultado luego de
apoyarlo), Ramonet, Hebe de Bonafini y una lista interminable de
partidos, grupos y vividores que se oponen al capitalismo y a la
globalización, y han encontrado en el populista venezolano una
fuente inagotable de financiamiento.
La política exterior
de Chávez representa una excelente muestra de lo que significa
estar dirigido por un gobierno rico en medio de un país
empobrecido. Estamos presenciando en vivo las consecuencias de
que el Estado sea el único propietario de la riqueza que se
encuentra en el subsuelo. Esta disposición legal, que
avergonzaría a Bolívar si aún viviera, puso una bomba atómica en
las manos de un autócrata como el que despacha desde Miraflores.
La exclusiva propiedad por parte del Estado, de un patrimonio
que es nacional en el más amplio sentido de la expresión, le dio
al mandatario local un poder ilimitado que no merece y que,
además, nadie le ha conferido. A partir de la nefasta
experiencia de estos últimos años, los venezolanos estamos
comprometidos a responder con creatividad la siguiente pregunta:
¿qué debemos hacer para impedir que un lunático abuse de la
riqueza que nos pertenece a todos?