No
se sabe muy bien a cuenta de qué, pero desde el siglo XIX los
revolucionarios socialistas y comunistas se arrogaron la defensa
de ideas y derechos que para la época resultaban de lo más
innovadores: la emancipación femenina, la liberación sexual, la
abolición de la intolerancia racial, la lucha incansable por la
paz y el combate a toda forma de discriminación basada en los
sexos, la raza o los credos religiosos. Los socialistas después
de Marx se plantearon construir una sociedad laica en la que
prevalecieran los principios enunciados por la Revolución
Francesa, y en la que el Estado estuviese claramente separado de
la religión y de todo dogmatismo. Algunos de estos ideales se
volvieron añicos cuando los bolcheviques llegaron al poder en
Rusia, sobre todo después que Stalin trituró a Trotsky y al
resto del alto mando del Partido Comunista. Sin embargo, los
revolucionarios se han caracterizado por arriar las banderas de
la renovación. Aquí mismo en Venezuela, aunque Chávez y sus
seguidores reivindican al esclavista Zamora, a Simón Rodríguez y
a Simón Bolívar, todos ilustres personajes del siglo XIX,
siempre han dicho defender los principios de la modernidad.
Como en la Rusia de Stalin, nada de eso ha ocurrido. Venezuela
tiende a parecerse a una sociedad confesional, pero en medio de
la orgía y desfachatez en la que vive la nueva clase dirigente.
La boliburguesía. La esquizofrenia se mueve por todos lados.
Entre el discurso de la élite dirigente y la acción existe un
abismo más profundo que las fosas del océano Pacífico.
Los
revolucionarios bolivarianos le tienen miedo hasta a las
expresiones más inocuas de arrojo creativo. Seis audaces e
ingeniosos jóvenes de Primero Justicia pusieron a correr al
régimen. Por colocar unas cartulinas que aluden a los fantasmas
reales de la corrupción, el desempleo y todas las demás plagas
que azotan a la sufrida patria de Bolívar, esos muchachos
sufrieron en carne propia lo que significa vivir en un régimen
autoritario: recibieron patadas a montones, dos días de “cana”,
son acusados de terroristas y padecerán acoso judicial de aquí
en adelante para ver si desisten de sus ideales. Tal fue el
exabrupto, que el mismísimo psiquiatra que preside el CNE se vio
obligado a declarar que la propaganda electoral está permitida,
y que los muchachos no violaron ninguna norma establecida.
Lamentable ver al Ministro de Relaciones Interiores y Justicia
satanizando la imaginación, mientras presentaba unos pendones
forjados que nunca fueron diseñados ni pintados por los
militantes noveles de PJ. Si cuando se siente con sus compañeros
de Gabinete viese hacia los lados, Jesse Chacón se daría cuenta
de que está rodeado de ex encapuchados y ex golpistas, que
cometieron verdaderos delitos terroristas. Por cierto que él le
debe al país una explicación de lo ocurrido en Venezolana de
Televisión el 27 de noviembre de 1992. También debe revelar por
qué el Gobierno se niega a declarar como terroristas a las FARC
y al ELN, le guiña el ojo a los sicópatas de ETA y, en el plano
interno, permite que Los Tupamaros, los Carapaica y Lina Ron y
su combo, exhiban impúdicamente sus armas de guerra sin que el
MRIJ se dé por enterado.
Otro
signo de la mojigatería insoportable del Gobierno es la comedia
montada por CONATEL con motivo de los uniformes de los peloteros
del béisbol profesional y las vallas con propaganda de cerveza
en los estadios. De acuerdo con la ley resorte, la propaganda
emplazada de bebidas alcohólicas no puede aparecer por
televisión. ¿Dónde se ha visto que esas imágenes proyectadas a
través de un monitor inciten al consumo exagerado de una bebida
que tomada con moderación resulta refrescante y saludable? ¿A
quién quieren proteger? ¿Acaso buscan resguardar a los muchachos
que están obligados a “bajarse” un par de frías porque no tienen
acceso a ninguna otra bebida espirituosa? La prohibición la
ejecutan los jerarcas de un régimen que ha entronizado el
consumo de escocés 18 años en los bares y restaurantes más caros
de Caracas, y unos funcionarios que propician que las plantas
televisivas estén todo el día transmitiendo unas novelas con
carga letal para embrutecer incluso a Albert Einstein. Jamás
estas medidas coactivas han dado el menor resultado positivo.
Este camino ya se probó cuando Luis Herrera. Los revolucionarios
bolivarianos viven descubriendo el agua tibia.
Hugo
Chávez dice que al capitalismo hay que destruirlo, que ser rico
es malo y pobre, bueno. Estas frases parecen sacadas del Libro
Rojo de Mao guía de los jóvenes fanáticos del Partido Comunista
Chino cuando la Revolución Cultural. Sin embargo, al comandante
le gusta visitar y obtener reconocimiento de los países donde el
capitalismo está bien asentado; se recrea con el uso de la
tecnología que sólo el capitalismo ha permitido desarrollar (el
avión en el surca los cielos del planeta es un refinado producto
del capitalismo occidental); disfruta de las inmensas
comodidades que proporciona el concepto de confort y bienestar
introducido por el capitalismo. Vive como un pachá, pero usa el
lenguaje de los monjes tibetanos (por cierto, el caudillo
debería preguntarle al Dalai Lama si los chinos son
imperialistas o no, pues recientemente declaró que la China es
grande, pero no imperialista). Las bondades de la pobreza habría
que discutirlas con algunas de las personas que forman el
círculo más allegado al autócrata. Antes se desplazaban en
metro, carritos por puesto y vivían en lugares modestos,
soportando el peso de las carencias. Ahora nadan en la
abundancia. Son terratenientes y codiciosos. Dicen como Victor
Mature: he sido rico y he sido pobre, mejor es ser rico.
Afortunadamente, la gente es socarrona. Oye al comandante, pero
no le presta atención. A la gente se complace con la
irreverencia juvenil, le gusta ver sus juegos Caracas-Magallanes
por televisión, mientras se toma su cervecita, y disfruta de
cargar su celular, tener su carrito, comprar su micro ondas y
gozarse la mayor cantidad de productos inventados y construidos
por el capitalismo. La pretendida mojigatería revolucionaria la
tiene sin cuidado. Los funcionarios chavistas son gazmoños para
lo que les conviene y descarados para lo demás.
tmarquez@cantv.net
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