Inicio | Editor | Contáctenos 
 

 Webarticulistas

Manuel Malaver

 

Eli Bravo

 

Luis  DE LION

 

Roberto Palmitesta

 

Lucy Gómez

 

Alexis Márquez Rodríguez

 

Ted Córdova-Claure

 

Antonio Sánchez García

 

Aníbal Romero

 

Charles Cholaleesa

 

Agustín Blanco Muñoz

 

 

 

 

De cómo la unidad es nociva para la salud
por Teódulo López Meléndez  
viernes, 11 agosto 2006

 

Los “entrevistados predilectos” declaran que ha sido removido el primer y más grande obstáculo, el de la digresión de la oposición. Es obvia la mentira, en primer lugar porque tal unidad no existe y, en segundo lugar, porque ese no era el principal obstáculo. Al fin y al cabo todo este entramado forma parte de una operación massmediática que oscilará de Rosales al Conde, dependiendo de la marcha de los acontecimientos. 

Se han gastado miles de horas-hombre en lo de la unidad, planteándosela como si ella fuese la panacea. El último caso de unidad real la conocimos en este país en 1957, en el embate final contra Pérez Jiménez. No tengo edad para haber participado en esa lucha, pero me parece recordar que esa unidad total sólo se logra en los estertores de un régimen. En 1953, siendo yo un niño, recuerdo que al día siguiente de las elecciones para Constituyente, apenas desperté y a mi madre enfrente la única cosa que pregunté fue: “¿Quién ganó las elecciones?” y ella me respondió: “Las ganó Jóvito Villalba, pero el gobierno desconoció los resultados”. Mi memoria de niño me dice que Pérez Jiménez la instaló de todas maneras, con afectos al régimen, claro está. El gobierno de entonces caería cuatro años más tarde, después de intentar otra elección. 

El asunto está en que se coloca la “unidad” como base de toda acción. Ello es erróneo. Ya tenemos la experiencia de las reuniones en los hoteles, en los restaurantes, en las casas particulares durante el agobiante proceso de la coordinadora democrática y en este otro del pacto de Primero Justicia con el gobernador del Zulia. Podría permitirme una “boutade” al respecto, hablando del humo de los cigarrillos, de las úlceras inflamadas y de los ojos rojos, pero no es el caso. 

La unidad se logra cuando un bloque de alianzas conquista la mayoría de la población y, lentamente, los opositores a ella, se tienen que plegar. Es, pues, una oferta que se gana la aquiescencia mayoritaria la que sirve de imán para aglutinar. Además, los tiempos de la política han cambiado. Ya no se trata de “cogollos” discutiendo condiciones, ni próceres buscando armonizar. En primer lugar, los “cogollos” son huecos y los reunidos no tienen nada que poner sobre la mesa. En segundo lugar, los acuerdos logrados en las interminables conversaciones provocan sospechas y suspicacias. Hoy en día la política se ejerce de otras maneras, unas que pasan por interpretar y convertir en políticas activas lo que se ha interpretado mediante el tejido de unas redes sociales amplias. 

Es por ello que me he permitido sugerir a los partidarios de la oposición que no va a votar que concreten sus acciones. Tienen que dar el paso de las planchas conjuntas a la Asamblea Constituyente, con ellos al frente; por ejemplo, Oswaldo Álvarez Paz encabezando la plancha del Zulia. Ese es el verdadero movimiento de resistencia a las pretensiones del gobierno, ratificadas en las últimas horas por el propio presidente. Llámenlo como quieran, pero marchen juntos con la oferta concreta de la gran batalla y tengan la seguridad de que estará dada la base lógica para lograr la unidad. No se puede gastar un minuto en buscar la “unidad” total. Ello es una pérdida de tiempo. Los diputados que saquen los otros se sumarán a la batalla conjunta en el seno de esa Asamblea. El país tendrá que entender lo que nos jugaremos el próximo año y un planteamiento conjunto de fuerzas que han defendido las mismas posiciones deberá convertirse en irresistible. Ante el planteamiento de “este es el camino” y de esta manera ejerceremos la resistencia se estará ahorrando tiempo que nunca debe dilapidarse en largas y tediosas discusiones de cuántos diputados para tal partido. Este bloque opositor no deberá hacer anuncios de sus reuniones previas, sino lanzar el resultado final, amplio y generoso, con los mejores venezolanos, los más dispuestos a dar la pelea memorable.  

Sí, la unidad es nociva para la salud. Hay que dejar de lado ese medicamento que no se sabe que aprendiz de brujo colocó en su recetario y que la gente ha estado tomando en dosis nada recomendables. La oferta concreta, principista, precisa y determinada es lo que hay que poner como nuevo remedio. “Esta es nuestra posición”, frase dicha por quienes piensan igual en materia de estrategia y tácticas, es la dosis de coherencia que hace falta. La coherencia en la lucha se consigue dando la batalla, de frente y buscando el apoyo mayoritario con virilidad y precisión. La gente dispersa, la gente que se siente apabullada y a la deriva, apreciará un planteamiento decidido.  

La unidad real es la voluntad de un país manifestándose abierta y mayoritariamente en una batalla clave. En 1957 se sumaron todos los elementos que permitieron el fin de un gobierno. Los combates son por etapas, el inmediatismo hay que desterrarlo de esa clase media que se monta grandes aglutinaciones mentales. La oferta abierta, claramente delineada, es lo que esperamos. No es hora para estar aplazando decisiones ni para seguir “estudiando la situación”. Hay que ir al objetivo, al desideratum. Hay que organizar, desde ya. Móntense sobre este planteamiento, ahora mismo y en silencio. El punto no está en salir de Chávez el 3 de diciembre. El punto está en salir del régimen en el 2007. Algún niño, como yo en 1953, en lo que evidenciaba desde temprana edad una inclinación por los asuntos públicos, preguntará a su madre en el 2007 sobre el resultado electoral. Vamos a ver si una joven madre que vela el despertar de su hijo debe responderle: “Ganó el Frente Antitotalitario, pero Chávez desconoció los resultados”.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 
 
© Copyright 2006 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.