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¿Quién ha dicho que no hay cómo?
por Teódulo López Meléndez  
jueves, 10 agosto 2006

 

En las elecciones en que Enrique Salas Römer enfrentó a Chávez, voté por Salas Römer. En las elecciones en que Francisco Arias Cárdenas y Claudio Fermín enfrentaron a Chávez voté por Claudio Fermín bajo el argumento de que lo hacía por el único civil de la contienda. Voté en el referéndum revocatorio. Me abstuve en las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre de 2005 y me abstendré en las presidenciales del 3 de diciembre de 2006.

He presentado a mis lectores todos los argumentos. He dicho que quienes participaban en la escogencia representaban a un pequeño porcentaje del electorado oposicionista. El acuerdo que lograron es, realmente, un pacto entre Primero Justicia y el gobernador del Zulia, avalado por unas personas sin ningún peso electoral. No puede hablarse de candidato unitario de la oposición, sino de un candidato de una parte minoritaria de la oposición. Desconocer que AD, Alianza Popular de Oswaldo Álvarez Paz, Alianza Bravo Pueblo de Antonio Ledesma y otros numerosos grupos se mantienen en otra posición y que jamás formaron parte de los procedimientos para escoger a Rosales, es realmente un olvido insólito.

Sin embargo, decantado el hecho de la condición minoritaria del candidato que nos ocupa, hay asuntos más importantes. Por ejemplo, todas las advertencias que hice sobre el abandono de las condiciones electorales por parte de este candidato se cumplieron, pues en ninguna parte de su discurso las mencionó. Al contrario, anunció de manera tajante que llegaría al final sin exponer, en ninguna parte de su intervención, los graves vicios del sistema.

Aún más profundamente, su discurso careció de toda reseña de las características del régimen que estamos enfrentando. En ningún momento hizo referencia a su carácter militarista, totalitario y de peligro para las normas básicas de la convivencia. Se limitó a ofrecer una especie de programa de gobierno de amplio contenido populista, con medidas que, en el estricto orden económico, me parecen atrabiliarias e inconvenientes, como el establecimiento, de hecho, de un “plan de emergencia”. Creo en políticas sociales serias, no en regalías insustanciales.

Pero estas son las realidades colaterales. Ir a una candidatura presidencial bajo la creencia, el comportamiento y la ceguera, de que esta es una elección normal en un sistema democrático real y confiable, no puede indicar otra cosa que una falta de miras en el candidato y en quienes se agolpan a su alrededor. Lo del 3 de diciembre no es una elección presidencial verdadera, es una farsa para legitimar una dictadura en ciernes que vendrá con toda su fuerza en el 2007.

El comportamiento del candidato, y de quienes lo apoyan, muestra una insólita ignorancia de las verdades de este régimen. Al parecer no han aprendido de las realidades y menos del análisis conceptual que evidentemente no han hecho de lo que estamos enfrentando. No hay ninguna profundidad en el análisis, que por lo demás brilla por su ausencia, ni ningún destello en su comportamiento de que saben lo que hacen.

No sabríamos decir si están conscientes de que Chávez no es derrotable en una elección presidencial adulterada como la que enfrentamos. No sabríamos explicar porque siguen adelante, si es porque una inteligencia corta les indica que pueden ganar o si responden a una creencia absoluta en que la única manera de luchar es votando el día 3 de diciembre. Los resultados si están claros: les irá peor que a Salas Römer y que a Arias Cárdenas y es bueno recordarles que esa vía para supuestamente construir una fuerza opositora hacia el futuro no les funcionó a ninguno de los dos candidatos en las dos previas experiencias. El gobierno ha conseguido lo que quería, un candidato que se proclama “unitario” de la oposición y, en consecuencia, su legitimación. Nadie podrá argüir fraude ni nada parecido y la comunidad internacional reconocerá que el presidente ganó las elecciones en buena lid. El candidato, y su corte, aclamados por un pedazo de país ingenuo como ejemplos de desprendimiento, seguirán la suerte de los derrotados. Perderán todo capital político y sumirán al país en una decepción trepidante, lo que será muy dañino para las batallas del 2007.

He insistido en el 2007 porque es en ese año en el que verdaderamente definiremos el destino nacional. Vendrá una Asamblea Constituyente donde se establecerá definitivamente lo que ha sido llamado socialismo del siglo XXI. En mi concepto, la verdadera elección no es el 3 de diciembre, sino el año que viene. La de diciembre es falsa, la del 2007 es verdadera. Con Rosales de candidato llegaremos en pésimas condiciones a la gran batalla. Quienes critican la inexistencia de un llamado “Plan B” olvidan que esa agenda ya está fijada. El “Plan B” existe y es del gobierno, todo lo que debemos hacer es enfrentarlo. Tengo la seguridad de que después de una masiva abstención, de un millón de personas en la autopista del este en los días inmediatos al 3 de diciembre y de un planteamiento claro ante el país sobre lo que viene, la oposición ganaría las elecciones para la Constituyente con este REP, con este CNE, con lo que sea. En este momento tengo la plena convicción de que Chávez la convocará en el discurso mismo de su nueva investidura, y si no lo hiciese, porque este país dejase de engañarse con ilusiones vanas, pues las convocaríamos los ciudadanos.

Si esa Constituyente no se gana tendríamos en el propio texto constitucional consagrado un régimen extremista con plenos poderes. Eso es lo que hay que decirle al país y estoy convencido de que el país los derrotaría. No olvidemos que una constituyente tiene el poder de acortar el período presidencial y convocar a nuevas elecciones. ¿Cómo que no hay “Plan B” según los críticos inocentes de la tesis de no votar el 3 de diciembre? El gobierno tiene una agenda y la cumple a cabalidad. Hemos visto al Canal 8 transmitir en directo el lanzamiento de Rosales y hasta la rueda de prensa de “Súmate”.

La experiencia larga, tediosa, aburrida e insoportable a la que nos sometieron Primero Justicia y el gobernador del Zulia, con la resistencia fallida de los agregados, para llegar a su acuerdo, no puede repetirse en las filas del sector mayoritario de la oposición a la que se le otorgará la razón el día siguiente de la elección falsa del 3 de diciembre. No puede reproducirse esta experiencia, muy parecida a la de la Coordinadora Democrática, por lo que las fuerzas opositoras que no votarán en la rocambolesca farsa del 3 deberán desde ya comenzar a prepararse para las elecciones verdaderas, las de Asamblea Constituyente. Y de una vez se los digo: no se planteen ninguna unidad para esa fecha por venir, conjuguen ustedes sus planchas entre quienes sostuvieron la misma posición, olvídense de largas e infructuosas negociaciones, únanse AD, Alianza Popular, Alianza Bravo Pueblo y demás sectores que están en esa línea y presenten unas extraordinarias planchas con los mejores candidatos, incluidos los líderes de esas organizaciones que deberán estar en primera fila, y ganen las elecciones. Demuestren así que general que se precia no lleva sus tropas a las batallas perdidas sino a las que puede ganar.

El día de las elecciones de la Asamblea Constituyente haré la fila para votar, porque la política de abstención se agota en las falsas elecciones del día 3. De allí en adelante votaremos y ganaremos.


tlopezmelendez@cantv.net

 
 
 
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