Judith
Miller, la valiente reportera del New York Times que
rehusó revelar su fuente de información, ya salió en libertad y
de paso expuso el poder de manipulación digitado desde la
oficina del vicepresidente Dick Cheney, que algunos
washintonologos ubican como el verdadero poder detrás del trono
en el gobierno del presidente George W. Bush.
La hasta ahora
misteriosa fuente resultó ser I. Lewis Libby. jefe del gabinete
del vicepresidente Cheney, oscuro actor en este caso ligado a la
CIA. La reportera Miller , especializada en temas de
armamentismo y geopolítica del Oriente Medio, había sido
“dateada” por Libby sobre la compra de uranio de una nación
africana durante la dictadura de Saddam Hussein en Irak. La
filtración obedecía a reforzar la campaña para demostrar que
Irak estaba en posesión de armas de destrucción masiva,
argumento que usó el gobierno de Bush para justificar la
invasión de Irak.
Como el tema
suscitó muchas dudas en el mundo y en Estados Unidos, un gran
jurado estaba investigando a pedido del Congreso. Fue ante el
fiscal indagador que la reportera se negó a revelar la identidad
de su fuente informativa, un precepto casi sagrado entre los
periodistas norteamericanos que se ha mantenido por décadas
para proteger las fuentes informativas que muchas veces son
temerosas de represalias si se revelan sus nombres. De paso, con
este recurso, el periodista se vió pbligado ceñirse a las normas
de rigor informativo verídico.
Miller recibió
el apoyo del Times y de muchos colegas en el periodismo
norteamericano y mundial.
“Creemos que es
necesaria una ley que proteja a los periodistas de estas
injusticias”, dijo el director-propietario del Times,
Arthur Sulzberger jr Y agregó; finalmente ella tomó la decisión
de declarar ante la Corte después de haber recibido el
consentimiento personal y voluntario de la fuente en cuestión”
Lo primero que
dijo la reportera Miller fue: "que bueno es estar libre”. Estoy
muy agradecida a los colegas periodistas que me apoyaron en la
lucha por la libertad de información.
En momentos
escabrosos para la libertad de prensa, pienso que el periodismo
global debería estar agradecido a la reportera Miller.
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