Francia
no pudo ganar el Mundial 2006 en Alemania pero el cabezazo de su
capitán Zidane al tórax del brusco provocador italiano Franco
Materazzi, dio la vuelta al mundo y se convirtió en una anécdota
mas en la historia universal del mas popular de los deportes,
como ha ocurrido en otros casos.
En los EE.UU. donde no suelen ser muy entusiastas por el fútbol
que llaman "soccer" -quizás porque pierden mas veces que las que
ganan-, la imagen del cabezazo de Zizou ha sido requeterepetida
por TV como la jugada mas impresionante del Mundial 2006. El
episodio fue recogido por los más difundidos comediantes, que
son medida de la popularidad de alguien o algo. El comediante de
medianoche por NBC, Conan O'Brien se la paso dando cabezazos
frente a la cámara. Luego, comparando muñequitos con su efigie
con el cómico gay Pee Wee Herman, -todos los famosos tienen su
muñequito tipo Barbie-, Conan noto que su muñequito era mas
pequeño. Lo acercó al de Pee Wee y le hizo darle un cabezazo al
muñequito de su entrevistado.
Pequeños gestos o fugaces jugadas, matizan la ya rica historia
universal del mas popular de los deportes. En el Mundial de
Suiza 1954, un casi desconocido wing derecho alemán, Helmut Rahn,
disparó desde un ángulo difícil dos tiros diagonales que
parecían chuecos, burlando al gigantesco portero húngaro Grosics
y le dieron a la Alemania en plena y penosa reconstrucción
después de la segunda guerra mundial un impulso espiritual y una
gran emoción alentadora para un pueblo que había sido
militarmente derrotado tras la locura del dictador Hitler y sus
salvajes seguidores germánicos.
Hungría, como poderosa expresión del deporte bajo la sombra del
comunismo soviético, aparecía como un equipo favorito con su
poderoso ataque de Czibor, Kocsis, Hideguti, Puskas y Budai,
poco después, toda esta delantera, del equipo “honved"
desertaría durante una gira en protesta por la represión
soviética en Hungría en 1956.
Al equipo alemán le tocó enfrentarse con Hungría, en la primera
ronda. El equipo húngaro venia de derrotar a la venerable
Inglaterra por 6 a 3 en el fortín de Wembley, en partido
amistoso. Hungría era la potencia futbolística del momento.
Símbolo del poder del deporte en el mundo comunista.
En Suiza, en el primer partido contra Hungría, el técnico
germano Sepp Herberger, puso un equipo débil, con suplentes, que
fue goleado por Hungría 8 a 3. Para la final con Hungría,
Herberger guardo el equipo titular, que gano el campeonato.
Herberger era un técnico futbolístico con gran visión
geopolítica. "Die Welt ist rund. Der ballist rund', solía
recordar.
Los goles en diagonal de
Rahnno fueron los únicos de efecto sicológico masivo. Los del
alemán fueron positivos, de alegría para su pueblo. Pero hubo
uno en el Mundial de 1950 en Brasil, que fue de gran tristeza.
Fue el que marco el wing derecho uruguayo Alcides Giggia al
arquero Barbosa, disparando la bola desde ángulo muy cerrado,
entre el portero y el poste del palo. Los 220 mil asistentes al
estadio Maracaná, que no estaba totalmente construido,
enmudecieron. Brasil estaba tan seguro de ganar ese Mundial, que
debajo del jersey oficial, los jugadores llevaban otro, que
decía “campeao do mundo”. El "maracanazo” del 50 fue uno de los
chascos mas grandes del fútbol y uno de los triunfos mas
resonantes para una nación pequeña, como Uruguay.
En el Mundial de México de
1986, el pícaro Maradona, ante un fervoroso publico en el
estadio Azteca, le dio una gran satisfacción simbólicamente
rehabilitadora al pueblo argentino, un año después de la derrota
militar en la guerra del Atlántico sur, por las islas Falkland-Malvinas.
En ese partido del Azteca, Maradona marcó dos goles históricos.
Uno cuando avanzó desde la media cancha dribleando a seis
jugadores ingleses, para después colocar la pelota
artísticamente, lejos del alcance del estirado arquero Shilton.
Fue como un paso de ballet, tocando suavemente la pelota hacia
un costado inalcanzable de Shilton, que se estiraba. El otro
tanto lo conseguiría saltando para cabecear un centro por alto.
Shilton era un gigante que estiró los brazos con los ojos
cerrados. Maradona no alcanzó a cabecear, pero se le ocurrió un
espontáneo y oculto manotazo. La pelota entró rebotando en el
arco ingles. Todo fue muy rápido y el referí tunecino sancionó
el gol, ante las protestas de los jugadores ingleses que vieron
la “avivada” del "pelusa", quien, después explicaría
piadosamente: es que fue “la mano de dios". Mas adelante
justificaría sus hazañas futboleras ante los estólidos de la
rubia Albion: "Siempre pienso en los pobres pibes que murieron
en las Malvinas”.
Esa absurda guerra -todas lo son-, fue lanzada por los militares
de la dictadura argentina con el visto bueno indirecto de la
administración Reagan a través de su embajadora ante la ONU, que
solía beberse algunos tragos con el general Galtieri, que tenía
fama de borracho.
La dictadura militar
argentina buscaba un episodio para distraer la atención del
genocidio que estaban cometiendo contra una juventud opositora
izquierdista y peronista. La invasión para recuperar las
Malvinas-Falkland-ocupadas por el imperio británico el siglo
pasado, parecía el objetivo ideal. Fue un operativo militar
fácil, ese de ocupar las Malvinas, desguarnecidas e indefensas.
Solo que no contaban con Margaret Thatcher, la "dema de hierro",
que no estaba dispuesta a aceptar una agresión militar de los
argentinos. Y ocurrió lo inevitable. Surcando el Atlántico o
volando sobre el océano, la British army recuperó las Falkland,
porque los militares argentinos fueron rápidos en rendirse o
huir, mientras morían unos jóvenes soldados argentinos, aquellos
pibes que Maradona quería reivindicar con el fútbol virtuoso en
el Azteca de México.