Robertson
debería disculparse inmediatamente, dijo el reverendo Robert
Schenk, y retractarse y aclarar lo que la Biblia y el
cristianismo enseñan acerca de la posibilidad de terminar la
vida de un ser humano, fuera de la ley.
EL Departamento de Estado se desentendió de
Robertson y el maquiavélico secretario de Defensa Donald
Rumsfeld dijo que el asesinato de mandatarios extranjeros va
contra la ley y recordó que Robertson es un "ciudadano privado"
y los ciudadanos privados están diciendo toda clase de cosas
todo el tiempo.
Pero, ¿quien es Pat Robertson? A los 75 años,
este predicador de una de las decenas de sectas religiosas
protestantes esparcidas por el territorio de la Unión que alguna
vez trató de erigirse como candidato presidencial del partido
republicano, es uno de los ejemplos patéticos de religiosos tan
fundamentalistas como los que la prensa norteamericana atribuye
al islamismo. Y, además, predica o alienta públicamente el
terrorismo de estado al pedir que el poder de la superpotencia
se utilice para eliminar al jefe de estado de otra nación. En
este caso, el presidente Hugo Chávez de Venezuela.
Y, por supuesto, está exponiendo una situación
difícil para el gobierno de Bush ante los ojos de la globalidad.
Bush está desorientado en el intríngulis del debate religioso en
EE.UU., que viene de los tiempos de la colonización e
independencia, cuando algunos iluminados francmasones, como
Washington, Jefferson o Franklin, pusieron los cimientos de una
república democrática independiente de la religión ya que la
mayoría de los peregrinos y colonos huían de la intolerancia y
persecución religiosa en sus países europeos.
Robertson es el epitome del evangélico
charlatán, que dice que habla con dios y cierra los ojos para
rezar en cámara. Asegura que habla con Jesucristo y hasta se
atribuye milagros. Difunde sus ideas mesiánicas en un espacio
alquilado a la cadena CBS que antes y después de difundirlo se
cuida las espaldas diciendo que el Club de los 700 -el programa
de noticias de Robertson-, no representa de ninguna manera la
opinión del canal de televisión ni del personal que trabaja
allí.
Además del tema religioso, Robertson le crea
otro problema a Bush, quien reiteradamente ha declarado que la
guerra también es contra los que protejan o promuevan el
terrorismo. Y pedir que el gobierno norteamericano actúe
directamente contra el presidente de otra nación, en este caso
Venezuela. Es cierto que Robertson ha pedido tibias disculpas.
Pero, como dijo el incisivo vicepresidente venezolano José
Vicente Rangel, en esto de alentar un acto terrorista ahora la
pelota esta en el lado norteamericano.
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