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La Asamblea de Educación miente
por Sebastián Rodríguez de la Fuente
domingo, 30 octubre 2005

 

            No hubiéramos querido responder a las falsedades, mentiras y aberraciones políticas contenidas en un manifiesto declaradamente colaboracionista con el régimen que está circulando por la red bajo el patrocinio y las firmas de la directiva de la Asamblea de Educación. Respetamos y tenemos la mayor consideración por algunos de los miembros de ese cuerpo político. Pero el respeto y la consideración tienen sus límites. Son los límites impuestos por la moral ciudadana. Y tal declaración falta a dicha moral.

 

            Puntualicemos:

 

1.-       Nadie, ni muchísimo menos el honorable cardenal Rosalio Castillo Lara, “invoca el artículo 350 de la Constitución como la única vía para cambiar de gobierno”. La invocación al artículo 350 remite exclusivamente tanto al derecho como a la obligación de los ciudadanos a rebelarse contra un régimen ilegítimo que viola los más sagrados derechos ciudadanos. No es excluyente de otros medios, pero constituye el último refugio ante la ignominia. Miente la Asamblea de Educación al pretender subrepticiamente que tales derechos no son violados por el régimen. Pero aún más: miente y muestra su auténtica naturaleza colaboracionista y carente de toda ética democrática cuando pretende que la invocación a tal derecho y a tal obligación depende del resultado de encuestas de opinión. Bastaría con que un solo ciudadano sintiera la obligación moral de rebelarse contra la opresión para que pudiera acogerse al 350. La moral y la ética no se pesan en una balanza, Sr. Carvajal. Ni se negocian en el mercado de la politiquería.

 

2.-       Nadie de entre la inmensa cantidad de venezolanos que se acogieran al derecho de abstenerse y hoy esgrimen la necesidad de ejercer el legítimo derecho a la rebeldía – un derecho natural, por cierto, de quienes no han sido castrados por la seducción reglamentaria del régimen, “desconoce el derecho y el deber que todos tenemos de canalizar pacíficamente, mediante elecciones, los conflictos que tengamos”. Lo que, en cambio señalan es que tal derecho no existe en Venezuela. Canalice pacíficamente todos sus conflictos, Sr. Carvajal. Nadie se lo prohíbe. Pero no engañe a la ciudadanía pretendiendo ser más papista que el Papa: aténgase a las declaraciones de todos los partidos políticos emitidos luego del veredicto emitido por el TSJ este jueves recién pasado. Con las morochas, la manipulación de circuitos y circunscripciones, la cedulación chimba y las decenas de otras aberraciones que maculan el REP, los conflictos que hoy vivimos los venezolanos no pueden ser dirimidos pacífica y electoralmente. Otra cosa muy distinta es que dichos partidos - y la Asamblea de Educación - reconozcan tales aberraciones y sin embargo insistan en someterse a la humillación de participar en una farsa.

 

3.-       No vale comentar esta infamia: reproduce textualmente el lenguaje del operador del régimen, José Vicente Rangel. Gracias a todas esas “medidas inmediatistas”, llevadas adelante por millones y millones de venezolanos, la OEA se vio en la obligación de intervenir en nuestro grave conflicto de gobernabilidad. Dios quiera que el coraje, la decencia y la honorabilidad mostradas el 11 de abril del 2002 y durante el paro cívico sacudan nuestra conciencia nacional y volvamos a presenciar los efectos de tales “atajos”: millones de venezolanos en las calles. Es lo que la Asamblea de Educación quisiera evitar a todo trance. ¿Lo hace desinteresadamente?

 

4.-       ¿Inexperto Monseñor Castillo Lara? Inexpertos los firmantes del libelo que comentamos. ¿Dónde y cuándo se iniciaron en política dichos firmantes? Política, si en algún lugar del mundo se viene practicando desde hace dos mil años, es precisamente en la Santa Sede. Está bien la ingenuidad, Sr. Carvajal. Pero está muy mal la estupidez. Pretender que el cardenal Castillo Lara es un viejo chocho ofende la inteligencia de la Patria.

 

5.-       No tienen derecho a invocar seriedad y sentido de la responsabilidad quienes vienen sirviendo, tácita o explícitamente, abierta o solapadamente, consciente o inconscientemente, al régimen. Basta escuchar y ver el comportamiento de algunos de los firmantes del escrito en cuestión para saber la seriedad que calzan.

 

6.-    Sabe el Sr. Carvajal, sabe su entorno y sabe Venezuela entera que bajo las actuales condiciones no sólo es materialmente imposible ganar las elecciones, sino obtener siquiera un tercio de la Asamblea para impedir la mayoría calificada que le permitirá al régimen continuar haciendo lo que le de su real gana. Frente a las monstruosidades del CNE, amparadas por quienes como los firmantes de este libelo pretenden asistamos cabizbajos a la degollina, ni siquiera la temida abstención ejercerá algún influjo. La oposición no obtendrá más de 25, máximo treinta diputados. ¡No mientan tan descaradamente señores de la Asamblea de Educación!

 

7.- Ensucian ustedes la memoria de Simón Bolívar disfrazándolo de pusilánime altruista a la medida de Leonardo Carvajal. No le tembló el pulso a la hora de declarar la guerra a muerte y pasar por las armas a los traidores a la Patria. Cuidado. La exigencia por democracia, libertad y justicia no constituye un “principismo exagerado”. Es una obligación moral de quienes tienen el corazón bien puesto. No parece ser el caso de los miembros de la Asamblea de Educación.

 

 
 
 
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