No hubiéramos querido
responder a las falsedades, mentiras y aberraciones políticas
contenidas en un manifiesto declaradamente colaboracionista
con el régimen que está circulando por la red bajo el
patrocinio y las firmas de la directiva de la Asamblea de
Educación. Respetamos y tenemos la mayor consideración por
algunos de los miembros de ese cuerpo político. Pero el
respeto y la consideración tienen sus límites. Son los límites
impuestos por la moral ciudadana. Y tal declaración falta a
dicha moral.
Puntualicemos:
1.- Nadie, ni muchísimo menos el
honorable cardenal Rosalio Castillo Lara, “invoca el artículo
350 de la Constitución como la única vía para cambiar de
gobierno”. La invocación al artículo 350 remite exclusivamente
tanto al derecho como a la obligación de los ciudadanos a
rebelarse contra un régimen ilegítimo que viola los más
sagrados derechos ciudadanos. No es excluyente de otros
medios, pero constituye el último refugio ante la ignominia.
Miente la Asamblea de Educación al pretender subrepticiamente
que tales derechos no son violados por el régimen. Pero aún
más: miente y muestra su auténtica naturaleza colaboracionista
y carente de toda ética democrática cuando pretende que la
invocación a tal derecho y a tal obligación depende del
resultado de encuestas de opinión. Bastaría con que un solo
ciudadano sintiera la obligación moral de rebelarse contra la
opresión para que pudiera acogerse al 350. La moral y la ética
no se pesan en una balanza, Sr. Carvajal. Ni se negocian en el
mercado de la politiquería.
2.- Nadie de entre la inmensa
cantidad de venezolanos que se acogieran al derecho de
abstenerse y hoy esgrimen la necesidad de ejercer el legítimo
derecho a la rebeldía – un derecho natural, por cierto, de
quienes no han sido castrados por la seducción reglamentaria
del régimen, “desconoce el derecho y el deber que todos
tenemos de canalizar pacíficamente, mediante elecciones, los
conflictos que tengamos”. Lo que, en cambio señalan es que tal
derecho no existe en Venezuela. Canalice pacíficamente todos
sus conflictos, Sr. Carvajal. Nadie se lo prohíbe. Pero no
engañe a la ciudadanía pretendiendo ser más papista que el
Papa: aténgase a las declaraciones de todos los partidos
políticos emitidos luego del veredicto emitido por el TSJ este
jueves recién pasado. Con las morochas, la manipulación de
circuitos y circunscripciones, la cedulación chimba y las
decenas de otras aberraciones que maculan el REP, los
conflictos que hoy vivimos los venezolanos no
pueden ser dirimidos pacífica y electoralmente.
Otra cosa muy distinta es que dichos partidos - y la Asamblea
de Educación - reconozcan tales aberraciones y sin embargo
insistan en someterse a la humillación de participar en una
farsa.
3.- No vale comentar esta infamia:
reproduce textualmente el lenguaje del operador del régimen,
José Vicente Rangel. Gracias a todas esas “medidas
inmediatistas”, llevadas adelante por millones y millones de
venezolanos, la OEA se vio en la obligación de intervenir en
nuestro grave conflicto de gobernabilidad. Dios quiera que el
coraje, la decencia y la honorabilidad mostradas el 11 de
abril del 2002 y durante el paro cívico sacudan nuestra
conciencia nacional y volvamos a presenciar los efectos de
tales “atajos”: millones de venezolanos en las calles. Es lo
que la Asamblea de Educación quisiera evitar a todo trance.
¿Lo hace desinteresadamente?
4.- ¿Inexperto Monseñor Castillo
Lara? Inexpertos los firmantes del libelo que comentamos.
¿Dónde y cuándo se iniciaron en política dichos firmantes?
Política, si en algún lugar del mundo se viene practicando
desde hace dos mil años, es precisamente en la Santa Sede.
Está bien la ingenuidad, Sr. Carvajal. Pero está muy mal la
estupidez. Pretender que el cardenal Castillo Lara es un viejo
chocho ofende la inteligencia de la Patria.
5.- No tienen derecho a invocar
seriedad y sentido de la responsabilidad quienes vienen
sirviendo, tácita o explícitamente, abierta o solapadamente,
consciente o inconscientemente, al régimen. Basta escuchar y
ver el comportamiento de algunos de los firmantes del escrito
en cuestión para saber la seriedad que calzan.
6.- Sabe el Sr. Carvajal, sabe su
entorno y sabe Venezuela entera que bajo las actuales
condiciones no sólo es materialmente imposible ganar las
elecciones, sino obtener siquiera un tercio de la Asamblea
para impedir la mayoría calificada que le permitirá al régimen
continuar haciendo lo que le de su real gana. Frente a las
monstruosidades del CNE, amparadas por quienes como los
firmantes de este libelo pretenden asistamos cabizbajos a la
degollina, ni siquiera la temida abstención ejercerá algún
influjo. La oposición no obtendrá más de 25, máximo treinta
diputados. ¡No mientan tan descaradamente señores de la
Asamblea de Educación!
7.- Ensucian ustedes la memoria de Simón
Bolívar disfrazándolo de pusilánime altruista a la medida de
Leonardo Carvajal. No le tembló el pulso a la hora de declarar
la guerra a muerte y pasar por las armas a los traidores a la
Patria. Cuidado. La exigencia por democracia, libertad y
justicia no constituye un “principismo exagerado”. Es una
obligación moral de quienes tienen el corazón bien puesto. No
parece ser el caso de los miembros de la Asamblea de
Educación.