Votar para salvar los corotos -
por Luis DE LION
martes, 26 octubre 2004
Hace
apenas unos meses, los llamados ni-ni constituían un novedoso
género electoral, digno tanto de la atención de unos, como del
desprecio de otros. Hoy son los abstencionistas quienes ocupan la
atención y pensar que en el pasado, abstenerse era una actitud
rechazada por la sociedad electoral. Pero como quiera que sea,
dentro de nuestra autodestructiva sociedad, ciertos
abstencionistas inexplicablemente fueron escuchados y en el peor
de los casos hasta comprendidos. Hugo Chávez, quien en el pasado
fue un público y notorio militante abstencionista puede dar fe de
ello. Como cambian las cosas, el otrora militar golpista
abstencionista, se erige en la actualidad como todo un paladín
electoral.
Pero
si uno fuera un Jimmy Carter cualquiera, pensaríamos que la
regeneración y respectiva cura de desintoxicación abstencionista
de un personaje como Hugo Chávez, debería ser algo reconocido y
admirado por todos. Pero sabemos que dicho cambio no vino
acompañado de una evolución, ni mental, ni ideológica del
personaje en cuestión, en cuanto a su verdadera visión de la
democracia. En la actualidad su credo es vencer sin convencer.
Dicho esto, una vez consumada la estupidez suprema de votar en
diciembre del 98 por un militar golpista, y apenas comenzado el
previsible saqueo y la respectiva destrucción institucional; no
tardaron en aparecer en la escena política actuaciones igualmente
antidemocráticas, que perseguían una tan expedita como quimérica
renuncia del presidente en ejercicio. Me refiero a los bobos
feroces de Altamira y al paro petrolero, y a ambas aventuras nos
opusimos desde ésta humilde tribuna. En esa misma lógica
opositora, bajo ningún concepto ni razonamiento válido – incluido
el fraude – podríamos estar hoy opinando o militando en favor de
una necia e inútil voluntad abstencionista. Y además, lo decimos y
asumimos como un ejercicio de nado contra la corriente, en virtud
que numerosas encuestas (incluida la de webarticulista.net)
señalan que la abstención será la ganadora en las próximas
elecciones regionales.
Hoy
la situación es tan grave, que el régimen se dispone el próximo
domingo a enterrar la descentralización, y el mismo, no quiere que
al sepelio asistan ni familiares, ni amigos, ni mucho menos que
lleven flores.
Es
por ello, que votar en estos momentos se impone como un acto que
se ejecuta en estado de necesidad, por encima de todas las
diatribas electorales, por encima de todos los cálculos, se trata
dramáticamente de salvar los muebles de la democracia.
¿A
ese nivel hemos llegado? Todo parece indicar que sí; sino que lo
digan los presos políticos, Linda Loaiza, las extintas
instituciones, el tramposo e inseguro CNE, los miles de
desempleados por haber firmado, la amenazada libertad de
expresión, la confiscación de los espacios públicos, el odio, la
rabia y la frustración.
Pero
ante el catastrófico cuadro sobre el cual se dibuja la terrible y
asfixiante realidad nacional; debe insurgir, manifestarse y
prevalecer en las mayorías, ese subyacente espíritu cívico
democrático de los ciudadanos venezolanos.
Vayamos todos a votar éste domingo 31 de octubre, que quien sabe
si se hace nuevamente realidad aquélla frase la cual dice que; la
historia contemporánea se hace a través de fracturas
inexplicables.
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