La
reciente película de Jennifer Aniston, “The break-up” (La
rotura) es un claro ejemplo de una cinta donde uno de los
intérpretes sufre la misma situación relatada en la trama.
Aunque no lo buscó expresamente, el papel de la mujer que rompe
sus lazos con su amante después de vivir juntos unos años, le
tocó justo mientras ella estaba rompiendo con Brad Pitt. Ella
misma comentó que la película fue una especie de catarsis y leyó
el guión con mucho interés tratando de ver qué podría aplicar en
su propia situación. En sus propias palabras: “Fue algo irónico
y cómico a la vez… me sentía raro en el plató.” De paso, Aniston
se enamoró en la vida real con su coestrella del filme, Vince
Vaughn, tal como sucede en la película en el desenlace, aunque
con Pitt no hay reconciliación a la vista, máxime cuando acaba
de tener un hijo con Angelina Jolie.
Convincentes escenas pasionales
No es el primer caso en que las estrellas
de una cinta se enamoran entre sí. El caso más célebre es de la
actriz Grace Kelly, luego princesa de Mónaco, que se enamoraba
de cada uno de los actores con quien trabajó ya que tenía una
curiosa fascinación por personas maduras. Así, ella tuvo
romances con Gary Cooper, Ray Milland, Stewart Granger, William
Holden, Cary Grant, James Stewart, Bing Crosby y Clark Gable
antes de casarse con el príncipe Raniero, y así sus escenas de
amor siempre fueron muy…espontáneas.
Son numerosos las parejas de actores que
protagonizaron fogosas escenas románticas siendo realmente
amantes o marido y mujer. Obviamente en este último caso, se
resta un elemento de realismo si el galán o la muchacha trata de
seducir a alguien que ya es su consorte en la práctica. De todos
modos parejas como Elizabeth Taylor y Richard Burton hicieron
sin problemas varias películas juntos, tanto en papeles de
amantes, como en los de marido y mujer, ya que eran la pareja
más famosa de su época, siendo muy convincentes en las escenas
pasionales. Pero con el atrevimiento de las escenas sexuales en
estos tiempos –donde tienen que aparecer desnudos y fingiendo
actos sexuales- algunas parejas quedaron “prendidas”,
continuando su romance en la vida real. Además de Brad Pitt y
Angeina Jolie, otra parejas como William Baldwin y Kim Basinger,
Tim Robbins y Susan Sarandon, tendrían mucho que contar al
respecto, pues se enamoraron después de revolcarse en el plató.
Ajustando el actor al personaje
Con toda la intención de ser realistas, los
productores tienen que buscar siempre a un actor que encaja bien
en el rol, pues sería difícil ser convincente si no se pone a un
forzudo Schwarzenegger en el papel de un Terminator o si no se
pone a un ágil Bruce Lee en las películas de Kung Fu. Pero es
más fácil cuando la habilidad o limitación no es muy evidente.
Así, tanto Jane Wyman (en “Belinda”) como Al Pacino (en “Perfume
de Mujer”) supieron interpretar tan bien a personas ciegas, que
ambos se ganaron un Oscar por sus papeles. Pero para encarnar a
una sordomuda nada como contar con una verdadera sordomuda como
Marlee Matlin, que se comunica normalmente con gestos por su
propia condición de minusválida en “Te amaré en silencio”, un
rol que le calzó al dedillo y le valió el Oscar. (Ahora Matlin
está parcialmente rehabilitada)
Un minusválido es relativamente fácil de
interpretar cuando lo hace un actor con sus piernas sanas, pues
basta no moverlas. Así James Stewart fue muy convincente como un
fotógrafo con pierna enyesada en “La ventana indiscreta” de
Alfred Hitchcock. Pero la nueva versión de 1997 exigía a un
tetrapléjico en el papel protagónico y nadie mejor que el
malogrado Christopher Reeve - paralizado del cuello para abajo-
para interpretarlo. donde sólo podía hablar y controlar una
computadora soplando con la boca, al igual que sucedía en la
vida real. Pero para los fanáticos de Reeve como Superman fue
muy triste ver al hombre de acero tan impotente y dependiente de
otros.
Realismo al máximo
Igualmente, para imprimirle realismo al
personaje de un veterano amputado de ambas manos en la II guerra
mundial, en la cinta “Los mejores años de nuestras vidas”,
escogieron al actor Harold Russell, que perdió realmente ambas
manos en combate. En el fervor de la inmediata posguerra,
Russell no sólo se ganó el Oscar como mejor actor secundario,
sino que le dieron un Oscar honorario, convirtiéndose en el
único actor que ganó dos Oscares gracias al mismo papel.
Obviamente la mayor identificación con el
personaje es cuando un actor se interpreta a sí mismo, y hubo
unos contados casos en que eso sucedió en Hollywood. Así, el
soldado más condecorado de la última guerra mundial, Audie
Murphy, recreó sus propios actos de heroísmo bélico diez años
después en “Regreso del infierno”. Igualmente, en “El más
grande”, Muhammad Alí, encarnó al mismo ‘bocazas’, desde sus
inicios como Cassius Clay hasta ser un campeón mundial. Por
último la controversial estrella de radio y tv Howard Stern se
interpretó a sí mismo en “Private parts”. Obviamente, en todos
los casos ayudó mucho que los personajes no hubieran cambiado
mucho con los años, pero el maquillaje hizo el resto. Casos de
realismo cinematográfico al máximo.
rpalmi@yahoo.com