Este
año se cumple el 250° aniversario del nacimiento de Wolfgang
Amadeus Mozart, tildado “el niño prodigio de Salzburgo” por su
precoz dominio de la música y su prolífica obra artística. Al
mismo tiempo, a mediados de marzo se celebró el 125° aniversario
del nacimiento de Albert Einstein y nuevamente los germanos
celebraron efusivamente el suceso. Algunos han relacionado a
estos dos personajes, a pesar de que vivieron a casi dos siglos
de distancia y se desempeñaron en campos bien distintos, al
menos en apariencia, pues para algunos estudiosos de la
creatividad, se necesita tanta imaginación para componer música
como para desentrañar los secretos de la ciencia. Esta teoría
fue largamente elaborada por el escritor Arthur Koestler, quien
hizo todo un tratado de la creatividad en su voluminoso libro
“El acto de la creación”.
Una admiración a dos siglos de distancia
El 2005 fue el centenario del “año admirable de Albert Einstein”
y todo el mundo celebró ese aniversario por su trascendencia en
la cultura universal, al ser publicados ese año cuatro trabajos
científicos que facilitaron nuestra comprensión del universo y
revolucionaron las teorías de la física. Particularmente, la
relación entre masa y energía (E=mc2), fue la más importante y
es actualmente muy comentada por dos razones: el peligro
–siempre latente- de un holocausto nuclear y la posibilidad de
tener una fuente ilimitada de energía, menos costosa que el
petróleo.
De hecho, siempre hubo una relación tenue e indirecta entre los
dos genios, pues Einstein confesó que en sus momentos más
creativos se deleitaba con la música clásica y siempre colocó a
Mozart en el tope de su personalísimo ‘marcador musical’,
seguidos lejanamente por Bach, Beethoven y Bartok. Y una vez
Einstein opinó que “mientras Beethoven creaba su propia música,
la de Mozart era tan pura que siempre estuvo presente en el
universo, esperando sólo a ser descubierta por el maestro.” Un
cumplido que, viniendo de un intelectual de la talla de Einstein,
dice mucho de la tenue relación entre ambos genios.
Einstein, además de apreciar la música, también fue un
aficionado al violín desde temprana edad, aunque por puro
placer, no para dominar la técnica. Pero, creía firmemente que
el dominio de las leyes de la física era también un acto
creativo, pues decía que “más allá de las teorías y de los
experimentos estaba la música de las esferas, que evidenciaba
armonías ya existentes, con simetrías asombrosas”. Así, según
Einstein las leyes de la naturaleza, incluyendo su
revolucionaria teoría de la relatividad, estaban simplemente
allí, esperando a ser descubiertas y comprendidas por una mente
dispuesta. De modo que sus complejas teorías científicas fueron
producto del “pensamiento puro y de la imaginación” más que de
una búsqueda planificada.
Creadores excéntricos pero trascendentes
En los momento de ocio del período más creativo de su vida
(1902-1909), mientras era un simple secretario de la Oficina de
Patentes de Berna, Einstein disfrutaba a menudo de la música de
Mozart –en conciertos y los primitivos discos de la época, o
tocándolo con su violín en casa-, quizás para compensar un poco
la agobiante rutina de su trabajo. En su juventud, Einstein se
podría considerar como un excéntrico por su vida bohemia y su
irreverencia por la educación formal -fue un pésimo alumno- de
la misma manera que la juventud de Mozart estuvo llena de
excentricidades y una rebeldía hacia la autoridad tanto paterna
como escolar, además del gusto que compartían por el sexo, una
actividad que –según algunos entendidos- puede estimular la
creatividad en ciertas condiciones.
Como un consecuente admirador de Mozart, Einstein dijo una vez
del compositor: “Su influencia trasciende a la historia. Como
artista o como hombre, Mozart no era un hombre de este mundo”.
Viniendo de una mente brillante como la de Einstein, el elogio
revela al mismo tiempo la modestia y la generosidad del
científico germano. Pero quizás explica también el hecho de que
después de dos siglos, Mozart sigue teniendo seguidores fieles y
generando una ‘Mozartmanía’ como pocos músicos clásicos,
teniendo una relevancia en los medios mayor que la de sus
colegas, como lo prueba el homenaje que le hizo primero el
dramaturgo Peter Schaffer y luego el cineasta Milos Forman con
“Amadeus”. Y este año, para celebrar su nacimiento, en toda
Europa, y especialmente en Viena y Salzburgo, hay toda una serie
de actos culturales para conmemorar su vida y obra, con miles de
turistas que se vuelcan a los sitios donde vivió y compuso su
vasto repertorio musical -todavía vigente y gustado por chicos y
grandes- con manifestaciones de reverencia similares a las que
reciben ahora leyendas de la música moderna como Elvis y Lennon.
Mientras tanto, la palabra ‘Einstein’ se ha convertido en
sinónimo de genio científico en el lenguaje corriente, un
cumplido merecido por pocas personas a lo largo de la historia.
Creadores con notables diferencias
Aparte de la vastedad de su contribución a la cultura, y del
hecho de que fueran ambos niños prodigios, hay notables
diferencias entre Mozart y Einstein. El primero vivía sólo para
la música, mientras Einstein se ocupó –aunque tardíamente- de la
política y la filosofía, involucrándose en una loable campaña
pacifista. Y, mientras Einstein vivió hasta su vejez y murió de
un derrame cerebral típico de su edad (76 años), Mozart murió
antes de cumplir los 36 años de fallas renales, mayormente
debido a su exagerada dedicación al trabajo, dejando un
abundante legajo de composiciones perdurables. Además, Mozart
nunca pudo mantener apropiadamente a su numerosa familiar (tuvo
6 hijos) y murió pobre y desamparado, enterrado anónimamente en
una fosa común, aunque recientemente se cree haberse descubierto
sus restos gracias a la técnica del ADN. Por su parte a Einstein
nunca le faltaron recursos para mantener a su corta familia,
aunque siempre vivió modestamente, manteniéndose con el sueldo
de profesor, los honorarios de sus conferencias o las regalías
de sus libros.
Pero, a pesar de las diferencias entre los dos hombres, ambos
comparten el privilegio de ser considerados como los hombres más
geniales y creativos en sus respectivos campos, con un prestigio
perdurable que servirá de ejemplo e inspiración para las
generaciones futuras.
rpalmi@yahoo.com