Al
notar que los premios Nóbel científicos de este año –de
medicina, física y química- fueron monopolizados por
investigadores estadounidenses, vale la pena recordar algo poco
conocido: en 1980 un médico venezolano nacido en Caracas -pero
entrenado en Francia y EE.UU. -, compartió el Premio Nóbel de
Medicina con dos colegas, el francés Jean Dausset y el
norteamericano George Snell.
El Instituto
Karoliinska, que hizo el anuncio el 10 de octubre de 1980,
justificó el premio a los tres científicos así: “Por sus
hallazgos relativos a estructuras genéticamente determinadas de
la superficie celular que regula las reacciones inmunológicas”,
algo que contribuyó decididamente al avance de la pujante
disciplina de la genética. Conviene mencionar que en
Latinoamérica sólo tres científicos argentinos han ganado
premios Nóbel en Ciencias.
La vida de Baruj
Benacerraf está llena de cambios, mudanzas y vicisitudes. Hijo
de judíos sefardíes españoles que emigraron a principios del
siglo XX del Marruecos español, Benacerraf vivió sus primeros
cinco años en Venezuela, pero luego se mudó a Francia con su
familia en 1925, donde residió hasta 1939, recibiendo allí su
educación primaria, secundaria e inicios de la universitaria. El
estallido de la Segunda Guerra Mundial los obligó a regresar a
Venezuela, pero Ej. joven Baruj estaría aquí sólo otro año más
pues su familia se mudó a Nueva York en 1940, para que pudiera
terminar sus estudios universitarios en la Universidad de
Columbia, donde obtuvo su grado de Bachelor of Science en
Biología.
Pero aunque
tenía los requisitos para proseguir en la carrera de Medicina,
tuvo dificultad para ser admitido, debido a sus orígenes étnicos
y su nacionalidad venezolana. Finalmente, gracias a los buenos
oficios de un amigo, pudo ser admitido en la escuela de Medicina
de la Universidad de Richmond, y durante la guerra decidió
casarse, adquirir la nacionalidad estadounidense y cumplir su
servicio militar.
Al reanudar su
carrera, decidió dedicarse a la investigación, escogiendo la
rama de la inmunología y consiguiendo proyectos en París, donde
trabajó 6 años con investigadores franceses, pero luego tuvo que
seguir su trabajo en EE.UU. por razones económicas, enseñando en
la Universidad de Nueva York y gerenciando el Instituto Nacional
de Enfermedades Infecciosas en Bethesda, Maryland, hasta dirigir
desde 1970 la cátedra de Patología en la Universidad de Harvard.
Fue en este
período en que –junto con sus colegas Dausset y Snell--
colaboraron en la investigación que les mereció eventualmente el
Premio Nóbel. El caso de Benacerraf, quien tuvo que emigrar para
progresar y sobresalir, nos recuerda el de Humberto Fernández
Morán, ignorado en su tierra y quien contribuyó a importantes
investigaciones en EE.UU., y el de Jacinto Convit, quien hubiera
podido ganar el Nóbel de Medicina de 1988 por el desarrollo de
la vacuna contra la lepra, pero no fue apoyado suficientemente
en ese intento.
EL CODICIADO PREMIO
NOBEL
Instituido en
1901 por Alfredo Nobel, inventor de la dinamita, la Fundación
establecida a su muerte otorga premios en las ramas de Física,
Química, Fisiología/Medicina, Literatura y Paz, pero en 1969 se
incluyó también el campo de la Economía. Cada premio significa
un diploma y una medalla de oro a cada una de las personas
premiadas, pero también un premio en dinero, que antes era de $
1 millón pero la inflación lo llevó a los $ 1,4 millones
actuales. Curiosamente, también reciben la nacionalidad sueca
honoraria.
Los
países que han recibido más premios son: EE.UU. (con 160), Reino
Unido (110), Alemania (94), Francia (54), Suiza (25), URSS/Rusia
(21), Italia (19), Canadá (18), Suecia (18), Holanda (18),
Hungría (16), Dinamarca (14), Polonia (14). En Latinoamérica
sólo han recibido el Nóbel doce personas, cinco en el campo de
la Literatura (Mistral, Neruda, Asturias, Paz y García Márquez),
cuatro el de Paz (Saavedra, Esquivel, Arias y Menchú), dos en el
de Medicina (Houssay y Milstein), y uno en Química (Leloir).
PREMIO NOBEL DE
ECONOMIA
Otro
estadounidense gana el Premio Nobel de Economía, en la persona
de Edmund Phelps, un veterano economista de 73 años y quien es
profesor de la Universidad de Columbia, por su contribución al
estudio del la inflación y sus efectos en el desempleo, un
fenómeno que afecta a muchos países hoy día, incluyendo el
nuestro. Phelps demostró cómo una baja inflación conduce a
expectativas de que siga manteniéndose, influyendo así en las
decisiones políticas, sociales y económicas de los líderes del
gobierno, empresas y sindicatos. Phelps, quien ha venido
insistiendo en su teoría desde los años 60, también ha
enfatizado el rol del recurso humano en la difusión de nuevas
tecnologías dentro de la empresa, algo que parece subestimado en
mundo donde la innovación es de gran importancia.
rpalmi@yahoo.com
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |