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Péndulo por Rafael Poleo
Cómo viene el 2007

viernes, 1 diciembre 2006

 

La marejada izquierdista que en los últimos años pareció capaz de barrer América Latina ha perdido su fuerza y llega a las playas de la Historia como un aparatoso pero inofensivo oleaje que los surfistas prefieren para deslizarse sobre la tabla. En el 2007 veremos el comienzo de una era dominada por una nueva tendencia que no será ni la del fanatismo neoliberal de los años noventa ni la del socialismo desfasado conque megalómanos personalistas como Chávez han tratado de disfrazar el fascismo esencial de sus regímenes.

Es una perspectiva estimulante para quienes tengan la paciencia que exige el curso de la Historia, aunque desesperante para quienes exigen que los hechos ocurran al ritmo de sus angustias personales. En el caso venezolano, hay que entender que en las elecciones de 1998 se produjo una regresión hacia formas primitivas de gobierno propiciada por un electorado increíblemente irresponsable. En medio de una borrachera, Venezuela metió la pata y se fracturó el tobillo. A partir de entonces ha estado enyesada en cuanto país civilizado y ha tenido que hacerse delicadas operaciones para empatar los huesos destrozados. No es serio fijar una fecha o un evento determinado como el punto a partir del cual volverá a caminar normalmente, pero no hay duda de que la pierna ya no será amputada y, aún cojeando, el país retomará sus pasos después de una merecida purgación por la frivolidad con que manejó su destino a partir de 1973, cuando los precios del petróleo le  hicieron creer que tenía a Dios agarrado por la chiva.

 

Cierto que Venezuela seguirá, por un buen rato, siendo el enfermo de América, no importa lo que pase a partir del 3 de diciembre. Si es Rosales, la reconstrucción del país destruido por una horda salvaje tomará algunos años de vivir entre escombros. Si es Chávez, ya no podrá hacer esa revolución que ni él mismo sabe en qué consiste. Mientras más trate de hacerla más pronto se derrumbará. Dará tumbos entre uno y otro intento fallido, atado por la impracticabilidad esencial de su proyecto y agobiado por la incapacidad incurable de su entorno -y no importa que cambie ese equipo: un delirante sólo puede reclutar bobos sin personalidad propia y oportunistas que se aprovechen de su delirio. En realidad, su única posibilidad de supervivencia es que renuncie a su costosa utopía y se incorpore a la tendencia de socialdemocracia pragmática que representan Chile y Brasil.

 

Porque es para morirse de envidia ver como el resto de América Latina está reordenando sus vidas y acomodándola a las necesidades de un desarrollo racional -ese que tiene un ojo puesto en la macroeconomía y otro en la realidad social. Pero debe recordarse que todos esos países pagaron hace tiempo el precio que los venezolanos estamos pagando apenas ahora. Chile es el mejor ejemplo. En los años setenta los chilenos tuvieron un comportamiento casi tan estúpido como el de los venezolanos en los noventa. Lo pagaron con una espantosa cuan inevitable tiranía militar. Fue una purgación después de la cual los chilenos han entendido que la felicidad está en el filo de la navaja, entre el abismo del capitalismo salvaje y la orgía pueril del socialismo. En el caso de los venezolanos, hubiera sido hasta injusto que le fuera bien a un país que primero enloqueció con el neoliberalismo asumido con furor religioso y después votó por un teniente coronel de paracaidistas que le ofrecía el destino de los cubanos. Estamos en el Purgatorio reservado a los pueblos que no ponen seriedad y responsabilidad a la hora de elegir gobernantes.

 

Otra recuperación digna de alabanza es la de Panamá. El de Noguera fue un régimen difícil de creer para su tiempo, un retoño de las más primitivas tiranías tercermundistas aparecido en el centro focal del continente. Cómo sería, que nadie protestó cuando los americanos lo sacaron del poder y se lo llevaron para enjuiciarlo en Estados Unidos, operación que en otras circunstancias hubiera sido escandalosa. Los panameños aprendieron la lección. Ahora tienen un proyecto nacional, el de optimizar su posición geográfica substituyendo a Hong Kong en cuanto centro financiero y comercial del Pacífico, potenciado por su conexión con el Atlántico. Bailan por un lado con Estados Unidos y por el otro con la China, atendiendo estrictamente a su interés nacional. Con Chile, Panamá es el país más prometedor de América Latina. Ninguno de los dos tiene petróleo, mas sí muchos barriles de criterio.  

 

Curiosamente, Cuba es otro país que se enrumbará saludablemente en los próximos años. De hecho, ese a quien llamo El Asesino de la Lenta Agonía ha dejado, en la práctica, de gobernarlo, y los sucesores, jefaturados por su hermano Raúl, ven las cosas de otra manera. Con tanto dinero como tienen, es natural que prefieran un régimen capitalista. Tratarán de que la apertura política sea tan estrecha cuanto convenga a la hegemonía de sus intereses como dueños de todo el dinero que hay en Cuba o tienen colocado fuera de ella. Pero, como bien lo sabían los viejos tiranos al estilo de Juan Vicente Gómez, a la libertad no se le puede dejar ni un mínimo resquicio, porque termina abriendo un boquete. Cuba vivirá pronto en libertad. No por nada a Chávez le angustia tanto la salud, si así puede llamársela, de Fidel Castro.

 

México se mueve también dentro de su realidad. Ha aprendido a vivir "Lejos de Dios y cerca de los Estados Unidos". Ya no lo invaden los gringos, sino que ellos invaden a Gringolandia con una inatajable penetración de inmigrantes ilegales que se integran al creciente y ya casi determinante segmento latino de la población estadounidense. Invasión no sólo demográfica, sino política, porque los políticos rubios tienen que adular a los latinos que ya van por un 15% del electorado. Y económica. Extraño imperialismo pardo que cada año extrae de la economía americana un  precioso contingente de dólares y los transfiere a la economía mexicana. Los "manitos" han aprendido a vivir.

 

Los únicos atolondrados que vamos quedando somos los venezolanos. Al lado de un subcontinente cada vez más criterioso lucimos como unos perfectos loquitos.

Mientras los sandinistas encuentran la manera de seguir siéndolo sin pelearse con el mercado americano, nuestro caprichoso gobernante cada vez que duerme mal -que es casi todas las noches- amenaza con no venderle más petróleo al único que puede comprarlo. Brasil supera sus diferencias políticas y estructurales con la Argentina para integrarse en un mercado en el cual lleva todas las de ganar, porque Argentina, minada por esa tuberculosis crónica que es el peronismo, cada vez produce menos y debe importar más del Brasil. Único enfermo realmente incurable en este continente, Argentina paga con el dinero que le presta el irresponsable gobernante venezolano. Así le ha estado pagando a Estados Unidos. O sea, que Chávez nos quita el dinero a nosotros para dárselo a los gringos a través de Argentina. ¿Se dará cuenta de que está haciendo el papel de bolsa?

 

Esto es lo que hay por debajo de las etiquetas. México ha reinvadido las regiones que Estados Unidos le quitó en el Siglo XIX e incluso ha ido más allá, expoliando la economía americana cual lo hacían las viejas potencias coloniales. La Centro América de Noriega y el sandinismo ahora es una de las regiones políticamente más serias y económicamente mejor orientadas del mundo en desarrollo. Colombia hace retroceder la pobreza de manera tangible y medible -mientras en Venezuela ha aumentado casi 10% bajo el chavismo. Los países andinos se sacuden los dogmas neoliberal y socialista para adoptar modelos pragmáticos que les van sacando de abajo. Brasil crece y se expande. Argentina sobrevive con las artes del estafador: sacándole prestado al bolsa del vecindario. Bolivia, que lamentablemente no pincha ni corta, es una excepción irrelevante. La Venezuela chavista sí es una excepción de retroceso y estupidez. Pero, pase lo que pase el 3D, ya no será Cuba, de lo cual quizás hablaremos después de las elecciones.
 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA

 
 
 
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