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King Kong regresa 
por Roberto Palmitesta
viernes, 16 diciembre 2005

 

    El personaje de King Kong siempre ha fascinado al público de todas las edades desde que salió la primera versión en 1933, que utilizaba la rudimentaria técnica de la animación con modelos y  primitivos efectos visuales. El realizador Merian Cooper se arriesgó con un personaje monstruoso como héroe pero la cinta fue todo un éxito de taquilla, con escenas antológicas de un enorme gorila salvando a la bella exploradora de los salvajes, y luego defendiéndose de un ataque aéreo desde la cima del edificio Empire State.  

    A pesar de estar hecha en blanco y negro, la cinta tenía una originalidad y un encanto que no tuvo el remake siguiente, realizado en 1976 por el magnate italiano Dino de Laurentiis con un altísimo presupuesto. Con un joven Jeff Bridges y la novata Jessica Lange en los papeles centrales, el filme pasó sin pena ni gloria por teatros y televisores, recuperando apenas su inversión aunque los críticos la denigraron mientras ensalzaban la modesta versión original.

Modernizando a un popular monstruo

    Con el advenimiento de la animación computadorizada, era lógico que se intentara un nuevo remake, y el neocelandés Peter Jackson estaba listo pues acariciaba el proyecto desde casi una década. Ahora, con el éxito crítico y comercial que logró con la trilogía de El Señor de Los anillos, logró interesar más fácilmente al estudio Universal, recibiendo $ 20 millones por su trabajo de guionista-productor-director dentro el presupuesto global de $ 110 millones. El monto no fue más elevado porque lo filmó en Nueva Zelanda, con fabulosos escenarios naturales para las secuencias selváticas, además de avanzados estudios de animación computarizada o CGI en Wellington, donde incluso pudo filmar las escenas de ciudad en sus modernas calles.

    Aunque la selección de los intérpretes no era crucial ya que los monstruos acaparan casi toda la atención, Jackson prefirió escoger  a buenos actores en lugar de luminarias. Así, el rol de la bella arqueóloga recayó sobre la rubia australiana Naomi Watts, quien viene de impresionar a la crítica con 21 gramos y Le divorce, pero no había trabajado todavía en una superproducción. Y para el papel central masculino, escogió a alguien con todo el aspecto de un antihéroe, pero que ha logrado una buena imagen con su sencillez y talento. Se trata de Adrien Brody, en su primer rol importante desde que nos conmovió en la cinta de Roman Polanski, El pianista, en la cual ganó el Oscar como mejor actor hace un par de años. En el papel del empresario que financia la expedición a la isla de la Calavera, Jackson contrató al comediante Jack Black, bastante desconocido en nuestro medio, pero muy cotizado en Hollywood por prestar su voz en fantasías como Ice Age y Shark Tale.

Entran en escena los dinosaurios

    En cuanto al guión, Jackson mantuvo la ambientación como en la cinta original, o sea los años 30, contrariamente a la versión de De Laurentiis, quien prefirió actualizarla y matar al pobre gorila gigante en las torres gemelas del World Trade Center, algo que no se pudiera hacer ahora debido su lamentable destrucción en 2001. En este sentido, Jackson fue fiel a la novela y siguió con el vetusto Empire State, que no pasa de moda ahora que el destino le hizo recuperar su status como el edificio más alto de la gran metrópoli.  

    Pero el inquieto Jackson, quiso aprovechar al máximo las facilidades de CGI de su terruño y cambió la trama para colocar a algunos dinosaurios digitalizados en lucha a muerte contra el gorila en la gran ciudad, todo para apuntalar la bonhomía del gigantesco simio, apenas sugerida con el salvamento de la heroína en la isla. De este modo Kong gana puntos eliminando a los dinosaurios y salva –como todo un superhéroe fílmico- a la gran manzana del asedio de los maléficos monstruos. Sin embargo, la idea no es muy original desde que los japoneses realizaron aquel curioso filme de 1963, King Kong contra Godzilla, que siguió al éxito descomunal de Godzilla (1954), a su vez basado en la misma idea de King Kong, o sea un monstruo prehistórico que se venga de la humanidad explotadora.

    El monstruoso gorila es sólo controlado por la amabilidad y belleza de la heroína, a tono con el tema de “la bella y la bestia”, creado por una cuentista francesa de mediados del siglo XVIII, Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, en una obra con una moraleja universalista sobre el valor de las personas más allá de las apariencias externas. Desde entonces, el tema ha sido imitado de distintas maneras en otras obras, desde Frankenstein hasta el Fantasma de la Opera. Incidentalmente, el cine francés encargó en 1946 al versátil Jean Cocteau una buena versión fílmica de la novela original, titulada La bella y la bestia, con Jean Marais, ahora un clásico del séptimo arte.

rpalmi@yahoo.com

 
 
 
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