Mucho
se ha hablado aquí últimamente del elemento Uranio, destacando
su potencial para alimentar reactores atómicos… y para fabricar
bombas atómicas. Se comentó que Venezuela tiene inmensos
depósitos de Uranio en el macizo guayanés, en los Andes y en
ciertos estados como Cojedes, todavía no evaluados. Pero poco se
conoce sobre las propiedades de este elemento radioactivo y de
su difícil extracción del subsuelo para convertirlo en un
producto utilizable en la generación de energía eléctrica, para
armas nucleares o –en menor escala- para usos médicos e
industriales.
¿Qué es el Uranio?
El Uranio (símbolo: U) es el elemento más
pesado (peso atómico 238) que existe en forma natural -siendo 19
veces más denso que el agua- y un metal 1,6 veces más pesado que
el plomo y 40 veces más abundante que la plata. Se encuentra en
el último tramo de la tabla periódica, en el grupo de las
“tierras raras”, siendo los 15 elementos siguientes considerados
como sintéticos. Uno de estos últimos es el Plutonio (Pu),
un poco más pesado (p.a. 242) que el
Uranio y producido de éste esencialmente para fines bélicos. De
hecho, las únicas dos bombas atómicas usadas contra Japón en
agosto de 1945, fueron una de uranio y otra de plutonio,
obtenido éste en los laboratorios de EE.UU.
Sin embargo, en los minerales extraíbles del
subsuelo –generalmente en forma de óxidos- la forma predominante
de Uranio es muy poco radioactiva y se denomina Uranio-238. Por
esto se necesita otra forma –o isótopo- más inestable para que
pueda servir para fines energéticos o bélicos, el U-235, que
forma menos del 0,7% del Uranio del mineral. Para que tenga un
mayor contenido del isótopo U-235, hay que “enriquecer” el
U-238, utilizando centrífugas especiales después de convertirlo
a fluoruros líquidos, obteniendo un Uranio muy radioactivo con 3
- 5% en U-235. Canadá y Australia producen conjuntamente más de
la mitad del Uranio natural que se usa actualmente, proviniendo
el resto de países como Kazajstán, Rusia, Estados Unidos,
Brasil, Sudáfrica, Namibia, Gabón y Níger. El precio del mineral
depende de su pureza y contenido de U-235, y ahora puede llegar
a unos $100 el kilo según la demanda. La producción actual de
uranio es de unas 35.000 toneladas al año, pero los
requerimientos para plantas eléctricas van en franco aumento por
la actual situación energética y ambiental, que ha causado un
repunte de la energía. Sin embargo, la extracción de Uranio no
es nada sencilla, siendo uno de los minerales más difíciles y
peligrosos para minar, refinar y concentrar, por la toxicidad
química y radioactiva del mineral resultante, que luego debe
enriquecerse para que tenga el suficiente contenido de Uranio
fisionable.
Potencia energética
o destructiva
Cuando el Uranio enriquecido es
bombardeado con neutrones se inicia la fisión del núcleo en una
reacción en cadena, con una altísima liberación de energía, un
hecho descubierto hace más de un siglo y regulado por las
relaciones entre la masa y la energía formuladas por
Albert Einstein
en 1905 (E=mxc2). Teóricamente, una tonelada de Uranio-235 usado
en un reactor de agua ligera produce la misma energía que unas
3.000.000 toneladas de combustible de petróleo, pero quedan
barras de uranio agotado de difícil desecho. El calor generado
por la fisión se usa para calentar agua para mover turbinas a
vapor, que a su vez mueven generadores eléctricos.
Varias naciones tienen hoy día la tecnología
nuclear en diversos grados de adelanto. Además de las cinco
grandes potencias (EE.UU., Rusia,
Reino Unido, Francia y China) con arsenales atómicos y muchas
centrales nucleares, se sabe que Israel, India, Pakistán y Corea
del Norte dominan esa tecnología y poseen pequeños arsenales de
bombas atómicas. Sudáfrica, Brasil y Argentina estuvieron a
punto de desarrollar armas nucleares pero abandonaron sus planes
al adherirse al Tratado de No Proliferación de 1972, pero Japón,
Corea del Sur, Taiwán, Ucrania y Alemania pudieran tener una
tecnología y producción bélica si se lo propusieran, teniendo ya
varios reactores de potencia en su territorio.
En el área civil, existen en el mundo unos
438 reactores nucleares que generan un 16% de la energía
eléctrica del planeta, pero se espera que este porcentaje
aumente pronto con los altos precios del crudo -hoy tres veces
más altos que hace cinco años-, además del temor al creciente
calentamiento global, producido mayormente por la quema de
combustibles fósiles. Venezuela manejó en los años 60 y 70 un
pequeño reactor nuclear con Uranio en el IVIC para fines
experimentales y médicos, pero luego lo desmanteló, regresando
el Uranio gastado a EE.UU. para su
disposición segura. El reactor fue convertido en un centro de
irradiación de productos médicos, farmacéuticos y alimenticios y
se sigue usando con Cobalto radioactivo dentro del proyecto “Pegamma”,
con asesoría canadiense.
rpalmi@yahoo.com
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