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El
entreverao
de La
Marqueseña
por Rubén Osorio Canales
domingo,
25
septiembre
2005
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El
problema de La Marqueseña tomó un derrotero definitivamente
peligroso. Ya los funcionarios, debidamente enterados de las
afirmaciones y deseos de Chávez sobre la titularidad de esas
tierras, se han encargado de apretar el acelerador, para
complacer la divina voluntad del autócrata. Violando todas
las normas legales y todos los derechos humanos, el director
del INTI en la región exige a quienes son, hasta prueba en
contrario, los legítimos dueños del fundo, que abandonen
las tierras y su vivienda “para evitar confrontaciones
mayores”.
¿ Con quien ?, preguntamos, ¿con los invasores, con el
componente militar allí asignado o con turbas preparadas
para esos fines?
Tal como se perfilan
las cosas en este momento, el plan es muy claro. Aparentar
un proceso legal. Hacerle la vida imposible a los dueños del
fundo. Acusarlos de enemigos del proceso y organizadores de
shows mediáticos. Entrar en una abierta descalificación de
la titularidad y mantener la acusación de latifundista
hasta el infinito. Presionarlos, chantajearlos con
propuestas de arreglos, “para que no lo pierdan todo”.
Hostigarlos hasta los huesos, dilatar cualquier recurso
legal, perder y extraviar documentos, mientras se prepara
una sentencia que en nombre del “interés general”, ponga un
despojador punto final al asunto. Este procedimiento rige
y regirá la conducta general en cada uno de los casos de
expropiación, actuales y futuros.
Sin querer
desanimar al valiente Carlos Azpúrua, la pelea para los
legítimos dueños de La Marqueseña, se ve muy cuesta arriba
dado el excesivo poder que asiste al usurpador. La voluntad
del autócrata está por encima de cualquier consideración o
principio legal, razón por la cual mientras permanezca en el
poder, toda causa justa estará a la medida de su capricho y
siempre en peligro de ser ahogada en un charco de ofensas y
descalificaciones.
La percepción
general sobre el tema de la propiedad es que finalmente el
gobierno sacó las uñas y esto ha desatado un pánico que,
por ahora, se manifiesta en susurros, pero ese pánico está
recorriendo el país y nada de extraño tiene que termine
agitando la calle. Creo que a esa percepción obedecen las
declaraciones de José Vicente Rangel, cuando trató de
moderar los términos de esta arremetida, prometiendo respeto
absoluto por la propiedad privada y anunciando que todo
aquello que sea materia de expropiaciones por demostrada
utilidad pública, se hará según lo dicte la ley. Sin
embargo, este intento de ponderación, no logra generar
tranquilidad ninguna cuando vemos a Chávez expresarse con
sorna salvaje sobre este asunto y asistimos al
comportamiento desbocado de altos funcionarios, que nos
indican, claramente, que el mecanismo contra la propiedad
privada, ha sido ya accionado y que sólo espera que se
cumplan los minutos reglamentarios para que estalle la
bomba.
Ya Rangel anunció la
reforma a la constitución para adecuarla a los nuevos
propósitos del régimen. Por su parte, Elías Jaua, uno de
los más radicales talibanes de esta autocracia, el mismo a
quien el gobierno argentino, con sobrada razón, se negó a
aceptar como embajador en la tierra gaucha, declaró que
“la propiedad privada no puede estar por encima del
interés general”. El mismo concepto emitido por el fiscal
general, el mismo que adoptarán los tribunales a la hora de
una sentencia y la misma AN a la hora de reformar la
Constitución, para echarle mano a todo lo que al “proceso”
le haga falta. Para colmo, el director del INTI dijo,
develando la premeditación y alevosía de esta esta farsa
montada por el gobierno, que La Marqueseña sería repartida
mediante cartas agrarias a 80 familias entre las cuales
estaría la familia Azpúrua, en lo que viene a ser un
insultante escupitajo a la dignidad de una familia.
No hay que llamarse
a engaño, el cerco sobre la propiedad privada de cualquier
tipo, está accionado en términos groseros y prepotentes, en
un país que ha vivido todos estos años bajo una conmoción
puesta en marcha por uno de los gobiernos más arbitrarios
que hayamos conocido en Venezuela. Ya veremos si la
respuesta de la gente que cree en el estado de derecho, se
manifiesta más allá del rumor y del cuchicheo que es
exactamente lo que hace en estos momentos.
La pelea será muy
dura, porque si de algo está lleno este proceso, es de
personajes llenos de maldad, desprecio y resentimiento y
contra eso no se ha descubierto ningún antídoto.
EL PLATO
En La
Marqueseña hay un entreverao. A las posibles
imperfecciones documentales que pueda tener esa
propiedad, como la tienen casi todas las tierras de
Venezuela, se han unido la mala voluntad y las
afirmaciones sin base que sobre la titularidad de
las tierras tiene el caudillo y que para sus
serviles seguidores son órdenes. A la titularidad
que la familia Azpúrua posee, hay que añadir más de
cincuenta años de trabajo, la creación de nueve
fundos dentro de esas tierras y haberla convertido
en una de las más bellas y productivas fincas de
Venezuela. A la hora de un juicio, en manos de
jueces “leales al proceso”, qué valdrá más, los
aporte de sus verdaderos dueños, o el capricho del
hombre con el látigo.? Por supuesto que este
leguleyo y arbitrario entreverao de La Marqueseña,
del Charcote, del Hato Piñero, y de centenares de
fundos más, es incomible. De corazón deseo que el
ejemplar esfuerzo de tantos años de la familia
Azpúrua, no sea masacrado por la barbarie y el abuso
de poder.
El
entreverao llanero, el emblemático, consiste en
envolver, entremezcladas en una sola tripa de la
res y sazonadas sólo con sal, pajarilla, corazón,
riñones, hígado, chunchullo y bofe de una ternera
criolla. Ese entreverao es, para muchos, la parte
más apetecible de una ternera y al igual que las
restantes piezas de la res, esta delicia también
se “enchuza” en una estaca y se cocina a fuego
lento, a cierta distancia de brasas ardientes y
profundas. Usted ha visto las terneras llaneras y
sabe cómo es.
Sirva
el entreverao con yuca, plátano y guasacaca.
Cómalo con el entendimiento abierto y pendiente de
este atropello continuado que pudiera hacer de
usted, su próxima víctima.
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EL CONVITE
En este gran torneo de adulancia desenfrenada al
autócrata, lo único que falta es que de repente
aparezca algún “vidente” hablando de un baúl con
mapas y papeles de La Marqueseña, abandonado en un
rancho de la zona, donde, según la leyenda, se habría
hospedado ese personaje que para algunos fue un
cuatrero y para otros un guerrillero ciprianista que
luchó contra Gómez, a quien mientan Maisanta.
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