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El agente de Policaracas imputado por el homicidio de los estudiantes de la USM, podría ser el autor material de la muerte de Leonardo González, quien según las primeras investigaciones habría sido el primero en perder la vida
Leonardo fue primero
Patricia Torres Uribe
- Tal Cual
viernes, 01 julio 2005
 

A medida que avanzan las investigaciones las piezas del rompecabezas de horror que se armó con las vidas de los estudiantes Edgar Quintero (19), Erik Montenegro (20) y Leonardo González (23), la noche del pasado lunes, comienzan a encajar Según el testimonio ofrecido ayer por Danitza Buitriago (26), una de las 3 muchachas que acompañaban a los jóvenes esa noche, durante la audiencia de presentación de los imputados, luego de encontrarse con un primer agente todo vestido de negro a la altura del Bloque 1 en el sector Kennedy, el carro donde viajaban los muchachos, que pensaron estaban siendo víctimas de un atraco, fue seguido por una moto conducida por dos efectivos, desde la cual se realizaron los primeros disparos que impactaron el parabrisas trasero y la ventana del copiloto, y causaron las heridas a Elizabeth Rosales (20).

La información ofrecida por fuentes tribunalicias, sostiene además que uno de los dos efectivos —las sospechas apuntan hacia el oficial 2 de Policaracas, Franklin García— pudo haber accionado también el arma que segó la vida de Leonardo González, la primera de las tres víctimas.

Otras personas ligadas a la investigación indicaron que Luis Peña, agente del Cicpc, habría resultado herido y perdió el conocimiento durante las primeras ráfagas de tiros, pasando el Bloque 1, antes de llegar al lugar donde se produjeron los asesinatos.

COSECHA PÉRDIDA

Alertado por los reportes de radio internos, un grupo de funcionarios de la División de Inspecciones Oculares del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) se presentó en el lugar donde perecieron los estudiantes Quintero, Montenegro y González. Luego de comprobar y “fijar” que en el vehículo marca Corsa, color arena, placas ABR-68G, en el que se trasladaban los 3 jóvenes junto a las 3 tres muchachas, “no había armas”, los agentes se trasladaron hasta el Hospital Pérez Carreño para realizar las inspecciones de los cadáveres y las lesionadas. Horas más tarde, los mismos funcionarios regresaron a la escena del crimen para descubrir que habían sembrado en el asiento delantero del carro un arma de fuego tipo escopetín Mayola calibre 410, y en el de atrás un revólver marca Colt. Una pistola Smith&Wesson, con 4 conchas percutidas y 2 sin percutir, surgía de improviso también a escasos metros del vehículo.

Esas, es probable, fueron las armas de las que escucharon hablar, refugiados en sus casas, los vecinos de la Terraza 6, sector Kennedy, parroquia Macarao, durante esa madrugada: “Ya tenemos tres pistolas y falta una”.

Aunque se trata de una versión extraoficial, ofrecida por fuentes cercanas a la investigación, la actuación de este grupo fue clave para determinar lo que el director del Cicpc, Marcos Chávez, confirmó ayer en la tarde:
los efectivos implicados en los asesinatos alteraron la escena del crimen para “hacer creer que hubo un enfrentamiento entre delincuentes”.

MINISTERIO PÚBLICO Y COMPAÑÍA

“Absortos” fue la palabra que fuentes judiciales utilizaron para describir los rostros de algunos de los 26 imputados (21 DIM, 4 Cicpc y 1 Policaracas) durante la audiencia ante el Juzgado 50 de Control. “Nunca pensaron que en 48 horas el Ministerio Público y la División de Homicidios del Cicpc iban a recolectar tal número de evidencias incriminatorias: testimonios de lesionados y testigos, pruebas de muestras de sangre, pruebas de ATD y balística”. Asimismo, la presencia de una de las lesionadas y su posterior testimonio habrían causado consternación y sorpresa.

El mismo informante reveló también que, además de alterar la escena del crimen, los implicados habrían intentado cambiar algunas de las armas empleadas —que incluyeron subametralladoras Uzi y Mini Uzi— para despistar la investigación. Sin embargo, las pruebas de balística realizadas a las supuestas armas alteradas, ya habrían dado positivo para uno de los proyectiles extraídos del cuerpo de una de las víctimas.

Hasta ahora, algunos de los familiares de los jóvenes estiman que la actuación de la Fiscalía “ha sido diligente”, y las declaraciones de condena emitidas por altos funcionarios del gobierno les dan confianza de que al menos esta vez se establecerán responsabilidades y se hará justicia.

Mientras tanto, hoy a las 10 am estaba previsto que continuará la audiencia, durante la cual se espera conocer cuál era el objetivo del procedimiento, si realmente estaba relacionado con la investigación de la muerte del agente de la DIM Eduir Toussaint (21), asesinado el pasado sábado 26 de junio, y que justificaba la presencia de los 21 efectivos de la DIM que, naturalmente, no es un órgano de investigación judicial ni de orden público.

Los funcionarios implicados en el hecho habían sido avisados de que uno de los azotes de barrio implicados en el crimen de Toussaint se refugiaba en la zona, y que además por allí habían sido escondidas algunas evidencias (conchas y casquillos) vitales para esclarecer el caso.

 

*   Artículo publicado en el vespertino Tal Cual, 01 julio 2005
 
 
 
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