Si
existe un personaje ridículo global, ese es el príncipe Carlos
de Inglaterra.
En tiempos de
globalidad pluralista, de comercio mundial entre sociedades
digitalizadas, insaciables en su consumismo, como USA; o
sorprendentemente eficientes en su economía mixta como China,
Charles de Windsor es un ser patético que representa bien la
imagen del personaje mimado, que llega al zenit de los nenes
consentidos: casarse con su mamá, pues no es otra cosa lo que
físicamente representa Camilla Parker Bowles, la novia recargada
en años y matrimonios previos que este sábado 9 de abril, en un
escenario de la sátira shakesperiana - “Las alegres comadres de
Windsor”-, contrajo nupcias con quien, si a la reina Isabel II
le da la gana –se muere o abdica, pasaría a ser el monarca de
una de las naciones mas poderosas - todavía -. del creciente
polo global que es la Unión Europea.
Pero la reina
Isabel, que aparentemente lo desprecia, al extremo que prefiere
no morirse o abdicar, antes que dejarle vacante el trono,
interpuso obstáculos a esta boda que representa el “happy end”
de un romance que ya llevaba 30 anos.
Conscientes de
esta ridiculez son los propios ingleses, que a través de su
prensa de tabloides irrespetuosos - una de las mejores y mas
antiguas tradiciones británicas -,se permiten decir las verdades
que la prensa seria, monárquica y oscurantista, oculta.
De todos
modos, el escándalo monárquico de alcoba es otra tradición
británica, desde los tiempos de Enrique octavo (1491-1574) y sus
seis esposas, un hecho que precipitó la ruptura de la corona
británica con el catolicismo y no tuvo otra base filosófica o
teológica, sino el capricho de un torpe rey inglés, hasta la
virtual abdicación (1943) de Eduardo de Windsor, también porque
le negaban el matrimonio con una divorciada norteamericana, el
status marital de un monarca de Gran Bretaña o, como se denomina
hoy, el Reino Unido (Inglaterra, Gales, Escocia y esa vergonzosa
colonia de fanatismo religioso que es Ulster o Irlanda del
Norte) ha sido siempre tema noticioso.
Un periódico
puso énfasis en el vestido y sombrero de la novia y decía que
parecía un marshmelo español con plumas. Otro estaba mas
intelectualmente preocupado de lo que pudiera producir el poeta
laureado de la corte-la monarquía británica tiene, entre su
personal y desde hace siglos - un poeta laureado en la planilla
del palacio de Buckingham, que la pagan los ciudadanos comunes
con sus impuestos. ¿con que rimará Camilla? Es un problema para
Andrew Motion, el actual poeta, y especulaba el articulista:
¿vainilla, flotilla, Godzilla?, quizás pensando en el enorme
sombrero.
Otro
comentarista recordó que Motion trabaja en computadora y rescató
la anécdota de un poeta llamado Colley Cibber, otro laureado, de
quien en 1730 Alexander Poppe inmortalizó en su “King of dunces”:
”In merry a old England it once was a rule. The King had his
Poet and also his Fool. But now we are so frugal I’d have you to
know it. That Cibber can serve both for fool and poet (En la
alegre, vieja Inglaterra era entonces una regla, que el rey
tenia su poeta y también su bufon; pero, ahora que somos tan
frugales, quiero que todos sepan, que el cibernético puede
servir, tanto como poeta que como bufón.”
Todo el
proceso de esta boda del príncipe Carlos y Camilla parecería muy
apropiado para el humor, también muy británico de Monte Python,
que es sátira sin compasión. Pero no olvidar que detrás de esta
boda de Windsor, siempre estará el fantasma de la Princesa
Diana, presuntamente asesinada por la corona para evitar que
diera a luz un hijo de musulmán, menudo escándalo para la casa
de Windsor para los tiempos anti-islámicos que se viven.

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