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Forzar la economía
por Pompeyo Márquez
viernes, 27 octubre 2006

 

No es que queramos descender a una oposición irracional incapaz de reconocer alguna ejecutoria positiva del régimen - éste podría ser el caso de las cooperativas- Durante décadas fuí asesor de la organización que las agrupaba y teníamos que pelear contra una superintendencia de cooperativas con elementos represivos- Asistía con regularidad a sus Convenciones nacionales y cuando presidí la Comisión de Economía del Senado me esmeré en atender a los artesanos, cooperativistas y pequeña y mediana industria.  Eran sectores fundamentales en el desarrollo económico y todos estaban concatenados con la gran empresa nacional, internacional y estatal. Era impensable pensar en el crecimiento de unos a costa de otros. Tenían que funcionar armónicamente. Era lo que se buscaba. Porque no existía esa armonía. Además, era necesario que fluyeran las inversiones nacionales, extranjeras y del Estado. La creación de empresas, fuentes de trabajo era la manera racional de enfrentar el desempleo. Este funcionamiento del aparato productivo se lograba a duras penas a medias y por tanto se generaban conflictos intersectoriales a los que debemos agregar los del campo con la producción campesina y las empresas pequeñas, medianas y grandes. Un tejido económico de esta naturaleza planteaba sólo en teoría  unas metas que el gobierno de turno dejaba a un lado y de allí los problemas económicos y sociales que provocaban situaciones de gobernabilidad que no eran atendidas adecuadamente.

Chávez ha vuelto un enredo el desarrollo económico. Ahora con mayor razón cuando adopta un “modelo” anticapitalista que lo conduce al trueque para, según él, golpear en sus raíces al capitalismo. Hace todo lo contrario de China, Vietnam, los países del sudeste asiático y la India

Le da importancia a las cooperativas, pero en forma desordenada. La experiencia indica que a la economía no se le debe forzar. Digamos: la colectivización forzosa en la URSS y otros países del llamado “socialismo real” resultó  un gran fiasco. Hay que leerse a René Dumont, y luego a los propios cubanos, analizando la manera como el Ché quiso “acelerar” la economía cubana. La consigna de “los diez millones de toneladas de azúcar distorsionó por completo a la vida económica y social de Cuba. Las grandes movilizaciones de voluntarios para el corte de caña y lograr los diez millones constituyó un error. Llegaban los brigadistas, incluidas las brigadas internacionales, y cortaban mal la caña, ésta se amontonaba, no había como transportarla; los gastos de movilización y de alimentación a la hora de hacer el balance social de lo invertido terminaba en una sumatoria negativa con respecto al valor de las toneladas que finalmente fueron cosechadas. Repito, a la economía no se le puede forzar

En esos disparates de Chávez podemos anotar lo de los gallineros verticales, los cultivos organopónicos, los fundos zamoranos, los saraos. La inversión en estas “geniales” iniciativas fue cuantiosa, Nadie la balanceó, ni examinó su fracaso extrayendo las experiencias al respecto.

Esto está sucediendo con las cooperativas. La cifra es impresionante: 150 mil cooperativas más que en toda Europa junta. A la hora del balance resulta que más del 25 por ciento está desaparecido, que la inmensa mayoría no funciona. El último cálculo habla de un 4 por ciento efectivas. A los visitantes extranjeros se les lleva a visitar al “modelo”, tal como nos hacían a nosotros, esa es mi experiencia, en visitas a koljós, a granjas colectivas, a aldeas productivas, “empresas ejemplares” Al final todo colapso sin disparar un tiro.

CONCLUSION. La economía venezolana es un desorden. Brilla la falta de planificación, de controles, de rendición de cuentas. La corrupción galopa y la productividad no existe como factor determinante a la hora de estimar el valor de lo producido. La masa de dinero que maneja el autócrata sirve para encubrir los más grandes disparates.

 
 
 
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