No
es que queramos descender a una oposición irracional incapaz
de reconocer alguna ejecutoria positiva del régimen
- éste podría ser el
caso de las cooperativas- Durante décadas fuí
asesor de la organización que las agrupaba y teníamos que
pelear contra una superintendencia de cooperativas con
elementos represivos- Asistía con regularidad a sus
Convenciones nacionales y cuando presidí la Comisión de
Economía del Senado me esmeré en atender a los artesanos,
cooperativistas y pequeña y mediana industria. Eran
sectores fundamentales en el desarrollo económico y todos
estaban concatenados con la gran empresa nacional,
internacional y estatal. Era impensable pensar en el
crecimiento de unos a costa de otros. Tenían que funcionar
armónicamente. Era lo que se buscaba. Porque no existía esa
armonía. Además, era necesario que fluyeran las inversiones
nacionales, extranjeras y del Estado. La creación de
empresas, fuentes de trabajo era la manera racional de
enfrentar el desempleo. Este funcionamiento del aparato
productivo se lograba a duras penas a medias y por tanto se
generaban conflictos intersectoriales a los que debemos
agregar los del campo con la producción campesina y las
empresas pequeñas, medianas y grandes. Un tejido económico
de esta naturaleza planteaba sólo en teoría unas metas que
el gobierno de turno dejaba a un lado y de allí los
problemas económicos y sociales que provocaban situaciones
de gobernabilidad que no eran atendidas adecuadamente.
Chávez ha vuelto
un enredo el desarrollo económico. Ahora con mayor razón
cuando adopta un “modelo” anticapitalista que lo conduce al
trueque para, según él, golpear en sus raíces al
capitalismo. Hace todo lo contrario de China, Vietnam, los
países del sudeste asiático y la India
Le da
importancia a las cooperativas, pero en forma desordenada.
La experiencia indica que a la economía no se le debe
forzar. Digamos: la colectivización forzosa en la URSS y
otros países del llamado “socialismo real” resultó un gran
fiasco. Hay que leerse a René Dumont, y luego a los propios
cubanos, analizando la manera como el Ché
quiso “acelerar” la economía cubana. La consigna de “los
diez millones de toneladas de azúcar distorsionó por
completo a la vida económica y social de Cuba. Las grandes
movilizaciones de voluntarios para el corte de caña y lograr
los diez millones constituyó un error. Llegaban los
brigadistas, incluidas las brigadas internacionales, y
cortaban mal la caña, ésta se amontonaba, no había como
transportarla; los gastos de movilización y de alimentación
a la hora de hacer el balance social de lo invertido
terminaba en una sumatoria negativa con respecto al valor de
las toneladas que finalmente fueron cosechadas. Repito, a la
economía no se le puede forzar
En esos
disparates de Chávez podemos anotar lo de los gallineros
verticales, los cultivos organopónicos, los fundos
zamoranos, los saraos. La inversión en estas “geniales”
iniciativas fue cuantiosa, Nadie la balanceó, ni examinó su
fracaso extrayendo las experiencias al respecto.
Esto está
sucediendo con las cooperativas. La cifra es impresionante:
150 mil cooperativas más que en toda Europa junta. A la hora
del balance resulta que más del 25 por ciento está
desaparecido, que la inmensa mayoría no funciona. El último
cálculo habla de un 4 por ciento efectivas. A los visitantes
extranjeros se les lleva a visitar al “modelo”, tal como nos
hacían a nosotros, esa es mi experiencia, en visitas a
koljós, a granjas colectivas, a aldeas productivas,
“empresas ejemplares” Al final todo colapso sin disparar un
tiro.
CONCLUSION. La
economía venezolana es un desorden. Brilla la falta de
planificación, de controles, de rendición de cuentas. La
corrupción galopa y la productividad no existe como factor
determinante a la hora de estimar el valor de lo producido.
La masa de dinero que maneja el autócrata sirve para
encubrir los más grandes disparates.