De
nuevo oigo lo referente a si será posible que un dictador
entregue el poder y coloque la banda sobre el pecho del
opositor triunfante. Y más específicamente si una autocracia
como la de Chávez lo haría. Ese es uno de los argumentos que
alimenta la abstención en la cual hoy está tan interesado
el autócrata Por supuesto, tiene pertinencia plantearse esta
interrogante. Y ella debe estar en la mente de quienes somos
partidarios de participar en este proceso electoral con la
candidatura de unidad nacional de Manuel Rosales. Si un
autócrata entrega y le coloca la banda en el pecho a Rosales
depende, ¿depende de que? como dialogan los dos cubanitos
del ciudadano Leopoldo Castillo.
Depende que
las masas estén en la calle y que se siembre la idea clave
de quedarse en las Mesas Electorales o de estar presente en
el momento del cierre. Y luego que se sepa defender el voto.
Se repite
hasta el cansancio lo sucedido el 15/A cuando el RR. Esa fue
una experiencia traumática que ha sido explicada, por lo
menos por mí a nombre de la CD. Históricamente sucedió como
lo relaté recientemente que mereció unas observaciones de mi
amigo Franchesqui. Fue así. Comprometo mi honor en ese
relato. No podíamos llamar a las 7 de la noche o antes
porque tumbaban la señal. No teníamos otros medios de
comunicación en ese momento. Sólo pudimos alertar cuando
Ezequiel Zamora y Sobella Mejías hablaron en contra de los
resultados que iba anunciar Carrasquero. Y, efectivamente,
hubo una privada de la dirigencia después de que Ramos Allup
hablara a nombre de todos nosotros.
No hago por contraataque la exigencia a
los responsables de la Plaza Altamira y de la Huelga y del
paro petrolero que hagan lo mismo. Pero no lo han hecho.
Siguen considerando que todo fue bueno. No es cuestión de
heroísmo. He relatado como la huelga petrolera de mayo de
1950 en plena dictadura fue un dechado de coraje y heroísmo,
pero fue un error. Como la línea insurreccional fue otro
despliegue de valor, pero fue un error, reconocido
críticamente por nosotros ante el país, sin dobleces. Y con
todas las consecuencias que ello nos acarreó cuando Fidel
nos llamó cobardes, traidores, vendidos, hasta agentes de la
CIA.
Lo digo para
que nos entendamos: el hecho de haber estado presentes en
ese error ¿nos descalifica de por vida? Y conste que asumo
responsabilidades más allá de lo que me corresponde. Y
vuelvo a preguntar y los responsables de la Plaza Altamira y
del paro prolongado más allá de las 72 horas decretadas
¿están también descalificados? Entonces ¿¿quién queda? Me
gustaría que algunos personajes se releyeran. Yo lo hago, y
he dicho que algunas de los planteamientos escritos por mí
cuando era joven quisiera quemarlos., pero lo conservo como
ejemplo de lo que no debo volver a hacer.
Dicho esto:
si entrega o no ante una victoria, depende ¿depende de qué?
De ese momento. Si los chilenos se hubiesen hecho esa
pregunta para abstenerse todavía estaría allí Pinochet.
Ganaron, se plantaron a cobrar. El comandante de la
Guarnición de Santiago y el comandante de la Aviación le
dijeron al dictador; perdiste. Y había un movimiento en la
calle. Los comunistas y miristas habían adoptado la lucha
armada.
Si Violeta
Chamorro se hubiese hecho esa pregunta para inhibirse ante
los sandinistas, frutos de una revolución armada, todavía
estaría el sandinismo con sus prácticas autocráticas. En
ambos casos, chilenos y nicaragüense, supieron cobrar.
Termino con
estas dos reflexiones: 1) Cuando Betancourt era partidario
de la abstención en 1952, era porque estaba buscando un
barco para invadir a Venezuela por oriente y un avión para
él llegar cuando se estableciera la cabecera de playa.
Tenía, pues, un plan diferente al electoral. Ver tomo VI de
su Antología Política. 2) El mismo Betancourt escribe en
Venezuela Política y Petróleo” lo siguiente:
“En el Perú
una dictadura que se consideraba apta para prorrogarse
durante bastante tiempo más, alardosa de un supuesto
respaldo firme de las Fuerzas Armadas, fue derrocada
jurídicamente por los medios pacíficos del sufragio. El 15
de junio de 1956 una abrumadora mayoría de ciudadanos
peruanos infligió memorable revés en las urnas a la
candidatura sostenida por el dictador Odría y su claque.
Después de ocho años de Gobierno autoritario, el pueblo dijo
en los comicios, expresivamente, con avalancha de votos que
quería un régimen civil y democrático”. (p. 916, edición
diciembre 1967)