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La entrega de la banda
por Pompeyo Márquez
viernes, 22 septiembre 2006

 

De nuevo oigo lo referente a si será posible que un dictador entregue el poder y coloque la banda sobre el pecho del opositor triunfante. Y más específicamente si una autocracia como la de Chávez lo haría. Ese es uno de los argumentos que alimenta  la abstención en la cual hoy está tan interesado el autócrata Por supuesto, tiene pertinencia plantearse esta interrogante. Y ella debe estar en la mente de quienes somos partidarios de participar en este proceso electoral con la candidatura de unidad nacional de Manuel  Rosales. Si un autócrata entrega y le coloca la banda en el pecho a Rosales depende, ¿depende de que? como dialogan los dos cubanitos del ciudadano Leopoldo Castillo.

Depende que las masas estén en la calle y que se siembre la idea clave de quedarse en las Mesas Electorales o de estar presente en el momento del cierre. Y luego que se sepa defender el voto.

Se repite hasta el cansancio lo sucedido el 15/A cuando el RR. Esa fue una experiencia traumática que ha sido explicada, por lo menos por mí a nombre de la CD. Históricamente sucedió como lo relaté recientemente que mereció unas observaciones de mi amigo Franchesqui. Fue así. Comprometo mi honor en ese relato. No podíamos llamar a las 7 de la noche o antes porque tumbaban la señal. No teníamos otros medios de comunicación en ese momento. Sólo pudimos alertar cuando Ezequiel Zamora y Sobella Mejías hablaron en contra de los resultados que iba anunciar Carrasquero. Y, efectivamente, hubo una privada de la dirigencia después de que Ramos Allup hablara a nombre de todos nosotros. No hago por contraataque la exigencia a los responsables de la Plaza Altamira y de la Huelga y del paro petrolero que hagan lo mismo. Pero no lo han hecho. Siguen considerando que todo fue bueno. No es cuestión de heroísmo. He relatado como la huelga petrolera de mayo de 1950 en plena dictadura fue un dechado de coraje y heroísmo, pero fue un error. Como la línea insurreccional fue otro despliegue de valor, pero fue un error, reconocido críticamente por nosotros ante el país, sin dobleces. Y con todas las consecuencias que ello nos acarreó cuando Fidel nos llamó cobardes, traidores, vendidos, hasta agentes de la CIA.

Lo digo para que nos entendamos: el hecho de haber estado presentes en ese error ¿nos descalifica de por vida? Y conste que asumo responsabilidades más allá de lo que me corresponde. Y vuelvo a preguntar y los responsables de la Plaza Altamira y del paro prolongado más allá de las 72 horas decretadas ¿están también descalificados? Entonces ¿¿quién queda? Me gustaría que algunos personajes se releyeran. Yo lo hago, y he dicho que algunas de los planteamientos escritos por mí cuando era joven quisiera quemarlos., pero lo conservo como ejemplo de lo que no debo volver a hacer.

Dicho esto: si entrega o no ante una victoria, depende ¿depende de qué? De ese momento. Si los chilenos se hubiesen hecho esa pregunta para abstenerse todavía estaría allí Pinochet. Ganaron, se plantaron a cobrar. El comandante de la Guarnición de Santiago y el comandante de la Aviación le dijeron al dictador; perdiste. Y había un movimiento en la calle. Los comunistas y miristas habían adoptado la lucha armada.

Si Violeta Chamorro se hubiese hecho esa pregunta para inhibirse ante los sandinistas, frutos de una revolución armada, todavía estaría el sandinismo con sus prácticas autocráticas. En ambos casos, chilenos y nicaragüense, supieron cobrar. 

Termino con estas dos reflexiones: 1) Cuando Betancourt era partidario de la abstención en 1952, era porque estaba buscando un barco para invadir a Venezuela por oriente y un avión para él llegar cuando se estableciera la cabecera de playa. Tenía, pues, un plan diferente al electoral. Ver tomo VI de su Antología Política. 2) El mismo Betancourt escribe en Venezuela Política y Petróleo” lo siguiente:

“En el Perú una dictadura que se consideraba apta para prorrogarse durante bastante tiempo más, alardosa  de un supuesto respaldo firme de las Fuerzas Armadas, fue derrocada jurídicamente por los medios pacíficos del sufragio. El 15 de junio de 1956 una abrumadora mayoría de ciudadanos peruanos infligió memorable revés en las urnas a la candidatura sostenida por el dictador Odría y su claque. Después de ocho años de Gobierno autoritario, el pueblo dijo en los comicios, expresivamente, con avalancha de votos que quería un régimen civil y democrático”. (p. 916, edición diciembre 1967)

 
 
 
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