Francisco Mires, el filósofo chileno,
escribió:
“…lo primero
que sorprende a un visitante en Venezuela, es que después de
siete años de gobierno, Chávez ha conseguido partir al país
político en dos pedazos. Esos pedazos no son de izquierda o
de derecha. Pues a un lado están quienes aman a Chávez. Al
otro lado, los que lo niegan. Entre ambos no hay ninguna
conexión. Quienes eran amigos, ya no lo son. Quienes se
respetaban, se desacreditan mutuamente. Nadie discute con
nadie. Chávez ha conseguido destruir la polémica, condición
de la política, e introducir en su lugar dos monólogos
paralelos. Él mismo monologa sin limitación de tiempo (hasta
siete horas) en su programa semanal, mientras las camisas
rojas aplauden las vulgaridades más grandes que es posible
oír de nadie (ni siquiera de Berlusconi, quien en materia de
vulgaridades era vicecampeón mundial.) Si alguien ha oído
relatos de los primeros años del fascismo en Italia, no se
sorprenderá si los encuentra nuevamente en Venezuela. La
comunicación política ha sido destruida radicalmente por el
propio gobernante. Y la destrucción de la comunicación
política es la primera condición para todo proceso de
fascistización.”
Como se
comprenderá una sociedad, un país y un pueblo no pueden ser
gobernados de esa manera. Una sociedad dividida en dos no
está en capacidad de progresar. A ello agregamos el “modelo”
económico-social basado en lo endógeno y autárquico y en
medidas que hacen que la inversión privada llegue a cifras
indeseables. En lo político. Una autocracia (todos los
poderes en manos de un autócrata) tendremos el cuadro
completo de lo que no debe durar en el poder.
Frente a esta
situación se levanta un amplio movimiento de unidad nacional
para conquistar el poder encabezado por Manuel Rosales y
proceder a la reconstrucción del país, a la reconciliación
nacional y a darle un piso democrático al funcionamiento de
la sociedad venezolana.
Chávez ha
perdido la sintonía con el gran país. Imbuido de una
megalomanía. Se considera el salvador del mundo, pero ha
abandonado a Venezuela. Los problemas se le van de las
manos. La excesiva centralización del poder torna a su
gobierno ineficaz, inepto, incapaz, lleno de funcionarios
mediocres cuyas únicas credenciales es la incondicionalidad
al “jefe”.
Acompañé a
Manuel Rosales a San Cristóbal donde se realizó uno de los
actos más grandes, sólo comparable con el de CAP II. La
inseguridad fronteriza está al límite en secuestros,
asesinatos y “vacunas”. De eso él no habla, pero eso es lo
que sufre el habitante del cordón fronterizo con énfasis en
Zulia, Táchira, Apure, éste está tomado por la guerrilla, el
hampa, el narcotráfico y por bandas armadas partidarias de
Chávez. Una vez las desconoció y les pidió que entregaran
las armas. Ahora más bien han crecido al calor de sus
arengas guerreristas.
A votar el 3
de diciembre por Manuel Rosales. A derrotar al fraude,
votando. Está en nuestras manos derrotar al continuismo, al
totalitarismo y al militarismo.