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Liderazgo, unidad y programa
por Pompeyo Márquez
jueves, 7 diciembre 2006

 

A pesar del más grosero ventajismo oficial, del más obsceno uso de los recursos de TODO el Estado, la candidatura de Manuel Rosales sobre pasó el 40 por ciento. Sin querer negar que Chávez tiene una empatía con sectores populares no significa, entonces, una carencia de sentido de la realidad si le restamos un porcentaje de ese apoyo cuando tomamos en cuenta las amenazas y presiones a los empleados públicos, a quienes se benefician de las llamadas misiones. Igualmente cuando señalamos que ese discurso social de Chávez se aleja de la justicia social cuando se empeña en dividir a la sociedad venezolana entre quienes están de acuerdo con él y quienes lo adversan. La justicia social tiene como base la universalidad, no la exclusión. Debe ser aplicada para todos y todas y no para una parte de la población, como sucede actualmente al utilizarse las malditas listas Tascón y Maisanta

Pongamos las cosas en su lugar. Chávez no es dueño de Venezuela. Hay una porción importante, y mayoritaria de venezolanos y venezolanas que de una y otra manera lo adversan. Es una afrenta contra la dignidad de ellos cuando se dice que nuestro país es rojo, rojito. No faltaron medios de comunicación oficiales que publicaron un mapa totalmente rojo. Cuándo equivocados están.

Estamos frente a una autocracia militarista, esto no cambió el 3 de diciembre. Y se ha creado una nueva realidad política que es bueno que tanto los que ejercen autocráticamente el gobierno como los que luchamos por derrotar esta manera de gobernar y administrar al país, lo entendamos. Esta sería la base para que la lucha política cobre un sentido democrático. No será fácil, estamos conscientes de ello.

El mérito de Manuel Rosales es haber logrado la hazaña en tan poco tiempo de unir en lo fundamental a un sentimiento que estaba allí, latente, a la expectativa, de que surgiera un liderazgo, se le diera un norte a la lucha y se hablara con claridad. Se tenía que asumir un camino, aprender de los errores y abrir una nueva etapa para alcanzar que la sociedad venezolana funcione democráticamente con justicia social. Impedir que a nombre de los pobres se pisotee los derechos de más de la mitad de la población. Respetarnos en nuestras opiniones, eliminar los odios y abusos de poder. Aferrarnos al camino democrático y atraer a la mayoría del país para esta dirección, son grandes tareas de esta hora.

 
 
 
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