A
pesar del más grosero ventajismo oficial, del más obsceno
uso de los recursos de TODO el Estado, la candidatura de
Manuel Rosales sobre pasó el 40 por ciento. Sin querer negar
que Chávez tiene una empatía con sectores populares no
significa, entonces, una carencia de sentido de la realidad
si le restamos un porcentaje de ese apoyo cuando tomamos en
cuenta las amenazas y presiones a los empleados públicos, a
quienes se benefician de las llamadas misiones. Igualmente
cuando señalamos que ese discurso social de Chávez se aleja
de la justicia social cuando se empeña en dividir a la
sociedad venezolana entre quienes están de acuerdo con él y
quienes lo adversan. La justicia social tiene como base la
universalidad, no la exclusión. Debe ser aplicada para todos
y todas y no para una parte de la población, como sucede
actualmente al utilizarse las malditas listas Tascón y
Maisanta
Pongamos las
cosas en su lugar. Chávez no es dueño de Venezuela. Hay una
porción importante, y mayoritaria de venezolanos y
venezolanas que de una y otra manera lo adversan. Es una
afrenta contra la dignidad de ellos cuando se dice que
nuestro país es rojo, rojito. No faltaron medios de
comunicación oficiales que publicaron un mapa totalmente
rojo. Cuándo equivocados están.
Estamos frente a
una autocracia militarista, esto no cambió el 3 de
diciembre. Y se ha creado una nueva realidad política que es
bueno que tanto los que ejercen autocráticamente el gobierno
como los que luchamos por derrotar esta manera de gobernar y
administrar al país, lo entendamos. Esta sería la base para
que la lucha política cobre un sentido democrático. No será
fácil, estamos conscientes de ello.
El mérito de
Manuel Rosales es haber logrado la hazaña en tan poco tiempo
de unir en lo fundamental a un sentimiento que estaba allí,
latente, a la expectativa, de que surgiera un liderazgo, se
le diera un norte a la lucha y se hablara con claridad. Se
tenía que asumir un camino, aprender de los errores y abrir
una nueva etapa para alcanzar que la sociedad venezolana
funcione democráticamente con justicia social. Impedir que a
nombre de los pobres se pisotee los derechos de más de la
mitad de la población. Respetarnos en nuestras opiniones,
eliminar los odios y abusos de poder. Aferrarnos al camino
democrático y atraer a la mayoría del país para esta
dirección, son grandes tareas de esta hora.