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En qué palo ahorcarse
por Pompeyo Márquez
jueves, 2 noviembre 2006

 

Si en algo puede demostrarse el fracaso del gobierno de la autocracia es en el campo económico. Una verborrea sobre el socialismo del siglo XXI que no termina de definirse. Una guerra a muerte contra el capitalismo. Amenaza con destruirlo en el curso de los próximos años, pero al mismo tiempo se reúne con empresarios para incitarlos a invertir. Igual hizo con empresarios de la India a los invita a invertir y al día siguiente, en la propia India, declama que acabará con el capitalismo.

Como dice el profesor Maza Zavala en su enjundioso ensayo sobre la Globalización en la Revista Nueva Economía de julio-agosto del 2005, se debe proceder a estudiar las diferentes variantes del capitalismo. Cualquier estudioso no dogmático debe investigar por qué países del llamado “socialismo real” se derrumbaron y regresaron al capitalismo, y a uno de los más salvajes, asesinos y corruptos, como es la Rusia de Putin; o las llamadas democracias populares retornaron a regímenes capitalistas en el caso de China donde no es a partir del socialismo que se convierte en la cuarta potencia mundial sino precisamente mediante la conjunción del esfuerzo del pueblo chino con inversiones de capitalistas nacionales, a los que se les abren el ingreso al partido comunista, y de inversiones extranjeras de países que fueron sus adversarios en la guerra, que ocuparon su territorio como son los casos de Japón y Estados Unidos. En nuestros cuatro viajes a China pudimos ver el “salto adelante”, la “Revolución cultural” que le costó más de veinte años de atraso. Finalmente, el camino escogido según Deng Xiaoping. No importa de qué color es el gato, siempre que cace ratones; “dos sistemas, un país” O el caso del Vietnam heroico que a partir de inversiones   de Estados Unidos, ¡quién lo hubiera imaginado!  es el país con mayor nivel de desarrollo en su área

Venezuela sería una tacita de plata si a los grandes ingresos procedentes de los hidrocarburos, de las sumas recaudadas por impuestos (jamás soñadas) y del endeudamiento interno y externo se hubieran sumado inversiones nacionales y extranjeras, sobre la base de reglas claras, de una palabra mágica: confianza. .

A estas incoherencias, fruto de un mondongo ideológico, se le debe poner fin. Es necesario derrotar al autócrata e instaurar una democracia social, con un desarrollo económico impregnado de justicia social. Crear riquezas como única forma de combatir con éxito a la pobreza. No seguir el ejemplo cubano que no es el más indicado a imitar.
 

 
 
 
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