Si
en algo puede demostrarse el fracaso del gobierno de la
autocracia es en el campo económico. Una verborrea sobre el
socialismo del siglo XXI que no termina de definirse. Una
guerra a muerte contra el capitalismo. Amenaza con
destruirlo en el curso de los próximos años, pero al mismo
tiempo se reúne con empresarios para incitarlos a invertir.
Igual hizo con empresarios de la India a los invita a
invertir y al día siguiente, en la propia India, declama que
acabará con el capitalismo.
Como dice el
profesor Maza Zavala en su enjundioso ensayo sobre la
Globalización en la Revista Nueva Economía de julio-agosto
del 2005, se debe proceder a estudiar las diferentes
variantes del capitalismo. Cualquier estudioso no dogmático
debe investigar por qué países del llamado “socialismo real”
se derrumbaron y regresaron al capitalismo, y a uno de los
más salvajes, asesinos y corruptos, como es la Rusia de
Putin; o las llamadas democracias populares retornaron a
regímenes capitalistas en el caso de China donde no es a
partir del socialismo que se convierte en la cuarta potencia
mundial sino precisamente mediante la conjunción del
esfuerzo del pueblo chino con inversiones de capitalistas
nacionales, a los que se les abren el ingreso al partido
comunista, y de inversiones extranjeras de países que fueron
sus adversarios en la guerra, que ocuparon su territorio
como son los casos de Japón y Estados Unidos. En nuestros
cuatro viajes a China pudimos ver el “salto adelante”, la
“Revolución cultural” que le costó más de veinte años de
atraso. Finalmente, el camino escogido según Deng Xiaoping.
No importa de qué color es el gato, siempre que cace
ratones; “dos sistemas, un país” O el caso del Vietnam
heroico que a partir de inversiones de Estados Unidos,
¡quién lo hubiera imaginado! es el país con mayor nivel de
desarrollo en su área
Venezuela sería
una tacita de plata si a los grandes ingresos procedentes de
los hidrocarburos, de las sumas recaudadas por impuestos
(jamás soñadas) y del endeudamiento interno y externo se
hubieran sumado inversiones nacionales y extranjeras, sobre
la base de reglas claras, de una palabra mágica: confianza.
.
A estas
incoherencias, fruto de un mondongo ideológico, se le debe
poner fin. Es necesario derrotar al autócrata e instaurar
una democracia social, con un desarrollo económico
impregnado de justicia social. Crear riquezas como única
forma de combatir con éxito a la pobreza. No seguir el
ejemplo cubano que no es el más indicado a imitar.