Hay
oficios feos para la mentalidad ciudadana. En la antigüedad, los
más impopulares eran el de recaudador de impuestos y el de
prestamista. Se estigmatizaban hasta en la literatura y en el
culto religioso.
Según los relatos católicos, san Mateo, antes llamado Leví, dejó
de ser un odiado recaudador de impuestos, publicano, azote de
los ciudadanos, para convertirse en un evangelista
(1)
Hasta los ladrones eran mejor considerados que esos
recaudadores. Ahí está Robin Hood
(2)
por ejemplo que tenía una lucha a muerte contra ellos. “Robaba”
a los malos para “darle” a los buenos.
En
cuanto a los médicos, tienen una mala imagen pero bien
administrada, porque todo el mundo les tiene miedo cuando entra
a sus consultas, pero los respeta. Dígame los odontólogos y su
célebre taladro en mi niñez. Es como ser cura, psiquiatra,
policía, verdugo. Como ser vendedor puerta a puerta. Hay que
tener estómago para lidiar con las faltas morales, las
depresiones, las enfermedades mentales y las trampas de los
demás, para ocuparse de la basura del mundo y encima, que nos
vean mal.
Pero en estos años, se han hecho más comunes como profesiones
odiadas, la de periodista y la de defensor de los derechos
humanos.
Prueba de la
antipatía militante contra los periodistas es que en todas
partes del mundo los persiguen, los golpean matan y acusan. Por
algo será. No obsta para que cuando alguien tiene un problema y
nadie lo voltea ni a ver, se recurra al periodista, al igual que
cuando alguien necesitaba urgentemente plata en el medioevo y
todo recurso se había perdido, la única ayuda posible era el
odiado judío, el mismo Shylock que quería una libra de carne
para cobrarse las deudas de un odiado cristiano
(3)
En
Venezuela, donde las cosas en contra de los periodistas y
contra defensores de los derechos humanos se han puesto hot,
porque la escala de agresiones va desde el insulto pasando por
la muerte civil, la cárcel y el atentado, la rueda de las
necesidades humanas sigue dando vueltas despacio e
inexorablemente . Y caemos al mismo sitio, en donde necesitamos
al malhadado, escuálido, maloliente y odiado periodista.
Porque el periodista, como el prestamista, como el recaudador de
impuestos, como el odontólogo, como el abogado, como las
prostitutas, como los policías, tienen profesiones que
satisfacen necesidades humanas, potenciadas en los centros
urbanos de nuestro mundo actual, catalóguelas usted mismo como
buenas, malas, peores o inaceptables. No me toca a mí juzgarlas.
Me he dejado de eso desde hace tiempo.
En
nuestro caso tenemos como tarea, decir lo que vemos y oímos, de
lo que tenemos conocimiento directo y además, acercar un
periódico, un canal de TV, o una emisora de radio a quiénes los
tienen lejos.
En
estos días en que tantos de nosotros, hemos conocido los
problemas que tiene el partido de gobierno venezolano con sus
bases, con sus aliados y sus métodos de hacer política, han sido
los insultados, los que han sacado de sus trabajos, aquellos
“traidores a la patria”, como por ejemplo los periodistas Marta
Colomina, Napoleón Bravo, el canal de TV Globovisión, etc.,
quiénes le han dado la mano a los excluidos en la última razzia
del partido de gobierno contra su propia gente
No
ha sido el canal del estado, Venezolana de TV quién le ha dado
voz a quiénes pretendían llegar a Caracas para protestar contra
el gobernador de Anzoátegui, un chavista que se autoproclama
defensor de los derechos humanos, Tarek William Saab. No, el
canal de la revolución, el canal del estado, “de todos los
venezolanos”, ocultó esa imagen, igual que hizo cuando en
Caracas, otros perreados, la base de Quinta República caraqueña
llenó la Plaza Bolívar en un acto oficial por protestar contra
las negociaciones electorales de los grandes estrategas del
partido de gobierno, William Lara y Francisco Ameliach.
No
sé si el estómago de la periodista Marta Colomina se habrá
retorcido al darle los micrófonos a aquella gente vestida de
rojo, a la que unos policías hicieron bajar con amenazas de los
autobuses en que pretendían llegar a Caracas e hicieron caminar
por horas por la autopista cuando intentaban llegar a protestar.
La misma gente que debe haberla tachado de escuálida muchas
veces, que debe haber vomitado solo con oír su nombre, inducida
por su máximo líder y que si se la ponían a tiro le hubiera
gritado improperios y lanzado piedras. Es la misma mujer a la
que le tiraron un atentado una madrugada de estas, pensando que
la iban a acallar. Pero pienso que no se debe haber perturbado
en exceso. Todo es parte del oficio. Tanto que le hayan quitado
su programa de TV los emeverristas, como que ahora los
emeverristas la necesiten y ella les brinde su espacio radial,
que podría haber utilizado para otro tema.
Estoy segura que Liliana Ortega, presidenta de Cofavic, una de
las mas respetadas ONG de derechos humanos de Venezuela, no
dudaría en ofrecer refugio a sus mismos acusadores cuando los
vea perseguidos, como hizo Carlos Ayala Corao con este mismo
Tarek William Saab un trece de abril, aunque el gobernador de
marras, haya sido incapaz de salir públicamente en la defensa de
quién se arriesgó por él.
Es
un problema profesional. Los periodistas y los verdaderos
defensores de los derechos humanos en este momento en Venezuela,
son como las farmacias de turno .Todo el mundo toca a toda hora,
a todos hay que atender y si a uno le duele la cabeza o se le
revuelve el estómago, pues nos tomamos una pastilla y seguimos,
porque las farmacias de turno siempre están abiertas. Aunque no
sean bonitas, con ese bombillo siempre prendido en una calle
desierta, a medianoche, como las putas.
Notas
1)
San Mateo, que antes se llamaba Leví, era publicano, es decir,
recaudador de tributos, en Cafarnaúm, hasta que un día Jesús
lo llamó al apostolado diciéndole simplemente: “Sígueme”; y
Leví “levantándose le siguió” (Mat. 9, 9). Su vida apostólica
se desarrolló primero en Palestina, al lado de los otros
Apóstoles; más tarde predicó probablemente en Etiopía
(África), donde padeció el martirio.
2)
Robin Hood es un personaje legendario evocado en baladas
medievales inglesas que forman un cuerpo de unas treinta. En
algunas de ellas se basó el escritor e ilustrador
estadounidense Howard Pyle (1853-1911) para escribir e
ilustrar “Las alegres aventuras de Robin Hood”, adaptadas
posteriormente en innumerables oportunidades para lectura de
los niños y llevadas al cine en varias ocasiones.
3)
Shylock, el mercader de Venecia es un judío, personaje central
de una obra del mismo nombre de William Shakespeare, un
prestamista, que según la enciclopedia Británica,” atentaba
contra la justicia para forzar una venganza contra un mercader
cristiano”. Extrañamente, identifica su causa con la de los
derechos humanos básicos al razonar su venganza, que era
exigir como pago a la deuda del mercader una libra de carne.
Dice: “yo soy un judío... ¿el judío no tiene ojos, no tiene
manos, órganos, sentidos, afectos, pasiones? Nos nutrimos con
la misma comida, nos herimos con las mismas armas, estamos
sujetos a las mismas enfermedades, nos preocupan las mismas
cosas, nos entibian y enfrían el mismo invierno y el mismo
verano y nos matan los mismos venenos que a los cristianos. Si
nos pinchan, ¿no sangramos? ¿Si nos hacen cosquillas, no
reímos? ¿Si nos envenenan, no morimos? ¿Si nos tratan mal, no
nos vengaremos? Acto III, escena 1
lucgomnt@yahoo.es
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