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El periodista feo 
por Lucy Gómez
sábado, 7 mayo 2005

 
Hay oficios feos para la mentalidad ciudadana. En la antigüedad, los más impopulares eran el de recaudador de impuestos y el de prestamista. Se estigmatizaban hasta en la literatura y en el culto religioso. Según los relatos católicos, san Mateo, antes llamado Leví, dejó de ser un odiado recaudador de impuestos, publicano, azote de los ciudadanos, para convertirse en un evangelista (1)

Hasta los ladrones eran mejor considerados que esos recaudadores. Ahí está Robin Hood (2) por ejemplo que tenía una lucha a muerte contra ellos. “Robaba” a los malos para “darle” a los buenos.

En cuanto a los médicos, tienen una mala imagen pero bien administrada, porque todo el mundo les tiene miedo cuando entra a sus consultas, pero los respeta. Dígame los odontólogos y su célebre taladro en mi niñez. Es como ser cura, psiquiatra, policía, verdugo. Como ser vendedor puerta a puerta.  Hay que tener estómago para lidiar con las faltas morales, las depresiones, las enfermedades mentales y las trampas de los demás, para ocuparse de la basura del mundo y encima, que nos vean mal.

Pero en estos años, se han hecho más comunes como profesiones odiadas, la de periodista y la de defensor de los derechos humanos.

Prueba de la antipatía militante contra los periodistas es que en todas partes del mundo los persiguen, los golpean matan y acusan. Por algo será.  No obsta para que cuando alguien tiene un problema y nadie lo voltea ni a ver, se recurra al periodista, al igual que cuando alguien necesitaba urgentemente plata en el medioevo y todo recurso se había perdido, la única ayuda posible era el odiado judío, el mismo Shylock que quería una libra de carne para cobrarse las deudas de un odiado cristiano (3)

En Venezuela, donde las cosas en contra de  los periodistas y contra  defensores de los derechos humanos se han  puesto  hot, porque  la escala de agresiones va desde el insulto pasando por la muerte civil, la cárcel y el atentado,  la rueda de las necesidades humanas sigue  dando  vueltas despacio e  inexorablemente . Y caemos al mismo sitio, en donde necesitamos al malhadado, escuálido, maloliente y odiado periodista.

Porque el periodista, como el prestamista, como el recaudador de impuestos, como el odontólogo, como el abogado, como las prostitutas, como los policías, tienen   profesiones  que satisfacen necesidades humanas, potenciadas en los centros urbanos de nuestro mundo actual,  catalóguelas usted mismo como buenas, malas, peores o inaceptables. No me toca a mí juzgarlas. Me he dejado de eso desde hace tiempo.

En nuestro caso tenemos como tarea, decir lo que vemos y oímos, de lo que tenemos conocimiento directo y además, acercar   un periódico, un canal de TV, o una emisora de radio a quiénes los tienen lejos.

En estos días en que tantos de nosotros, hemos conocido los problemas que tiene el partido de gobierno venezolano con sus bases, con sus aliados y sus métodos de hacer política, han sido los insultados, los que han sacado de sus trabajos, aquellos “traidores a la patria”, como por ejemplo los periodistas Marta Colomina, Napoleón Bravo, el canal de TV Globovisión, etc., quiénes le han dado la mano a los excluidos en la última razzia del partido de gobierno contra su propia gente

No ha sido el canal del estado, Venezolana de TV quién le ha dado voz a quiénes pretendían llegar a Caracas para protestar contra el gobernador de Anzoátegui, un chavista que se autoproclama defensor de los derechos humanos, Tarek William Saab.  No, el canal de la revolución, el canal del estado, “de todos los venezolanos”, ocultó  esa imagen, igual que hizo cuando en Caracas, otros perreados, la base de Quinta República  caraqueña llenó la Plaza Bolívar  en un acto oficial por protestar contra las negociaciones electorales de los grandes estrategas del partido de gobierno, William Lara y Francisco Ameliach.

No sé si el estómago de la periodista Marta Colomina se habrá retorcido al darle los micrófonos a aquella gente vestida de rojo, a la que unos policías hicieron bajar con amenazas de los autobuses en que pretendían llegar a Caracas e hicieron caminar por horas por la autopista cuando intentaban llegar a protestar. La misma gente que debe haberla tachado de escuálida muchas veces, que debe haber vomitado solo con oír su nombre, inducida por su máximo líder y que si se la ponían a tiro le hubiera gritado improperios y lanzado piedras.  Es la misma mujer a la que le tiraron un atentado una madrugada de estas, pensando que la iban a acallar. Pero pienso que no se debe haber perturbado en exceso. Todo es parte del oficio. Tanto que le hayan quitado su programa de TV los emeverristas, como que ahora los emeverristas la necesiten y ella les brinde su espacio radial, que podría haber utilizado para otro tema.

Estoy segura que Liliana Ortega, presidenta de Cofavic, una de las mas respetadas ONG de derechos humanos de Venezuela, no dudaría en ofrecer refugio a sus mismos acusadores cuando los vea perseguidos, como hizo Carlos Ayala Corao con este mismo Tarek William Saab un trece de abril, aunque el gobernador de marras, haya sido incapaz de salir públicamente en la defensa de quién se arriesgó por él.

Es un problema profesional. Los periodistas y los verdaderos defensores de los derechos humanos en este momento en Venezuela, son como las farmacias de turno .Todo el mundo toca a toda hora, a todos hay que atender y si a uno le duele la cabeza o se le revuelve el estómago, pues nos tomamos una pastilla y seguimos, porque las farmacias de turno siempre están abiertas. Aunque no sean bonitas, con ese bombillo siempre prendido en una calle desierta, a medianoche, como las putas. 

Notas

1) San Mateo, que antes se llamaba Leví, era publicano, es decir, recaudador de tributos, en Cafarnaúm, hasta que un día Jesús lo llamó al apostolado diciéndole simplemente: “Sígueme”; y Leví “levantándose le siguió” (Mat. 9, 9). Su vida apostólica se desarrolló primero en Palestina, al lado de los otros Apóstoles; más tarde predicó probablemente en Etiopía (África), donde padeció el martirio.  

2) Robin Hood es un personaje legendario evocado en baladas medievales inglesas que forman un cuerpo de unas treinta. En algunas de ellas se basó el escritor e ilustrador estadounidense Howard Pyle (1853-1911) para escribir e ilustrar “Las alegres aventuras de Robin Hood”, adaptadas posteriormente en innumerables oportunidades para lectura de los niños y llevadas al cine en varias ocasiones. 

3) Shylock, el mercader de Venecia es un judío, personaje central de una obra del mismo nombre de William Shakespeare, un prestamista, que según la enciclopedia Británica,” atentaba contra la justicia para forzar una venganza contra un mercader cristiano”.  Extrañamente, identifica su causa con la de los derechos humanos básicos al razonar su venganza, que era exigir como pago a la deuda del mercader una libra de carne. Dice: “yo soy un judío... ¿el judío no tiene ojos, no tiene manos, órganos, sentidos, afectos, pasiones? Nos nutrimos con la misma comida, nos herimos con las mismas armas, estamos sujetos a las mismas enfermedades, nos preocupan las mismas cosas, nos entibian y enfrían el mismo invierno y el mismo verano y nos matan los mismos venenos que a los cristianos. Si nos pinchan, ¿no sangramos? ¿Si nos hacen cosquillas, no reímos? ¿Si nos envenenan, no morimos? ¿Si nos tratan mal, no nos vengaremos?   Acto III, escena 1

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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