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Aire fresco sobre Venezuela 
por Oswaldo Alvarez Paz
lunes, 12 diciembre  2005

 

     Hay conclusiones sobre los resultados electorales del 4-D para todos los gustos. También contradicciones insólitas entre veteranos analistas, políticos curtidos, politólogos de academia y especuladores oportunistas. De pronto no sabemos quienes están más aturdidos, si el oficialismo por la enormidad del rechazo popular o cierta dirigencia opositora que jamás lo imaginó y ahora no sabe como comportarse. Unos y otros no quieren aceptar lo que está a la vista. La unión del pueblo venezolano está determinada por una gran dosis de hartazgo con relación al gobierno, con un anhelo de cambio mil veces defraudado por el liderazgo nacional y con el reclamo a quienes adversándolo no asumen políticas adecuadas para sustituirlo. La gente no siguió líneas políticas específicas ni al cumplimiento de un plan misterioso capaz de generar consecuencias irreversibles de inmediato. Lo que unió a los venezolanos fue un sentimiento, una actitud básica producto de reflexiones serenas de cada cual frente a sí mismo, con relación a la familia y al trabajo y, por supuesto, ante un porvenir oscuro e incierto. Abandonó la farsa y a los farsantes. Señaló el camino a seguir. Con los resultados sentimos que al país le dio en la frente el aire fresco de un tiempo diferente. Venezuela despierta de una pesadilla angustiosa: patriotería baratera, ineficiencia, despilfarro, corrupción, pobreza creciente, incultura, desempleo, amoralidad e irrespeto, tanto a la historia como a los principios y valores que alimentan la nacionalidad. Estos días han sido mucho más transparentes. El 4-D casi todos fuimos uno, un pueblo con esperanza, esperando que los mejores den el paso definitivo al frente. Más allá de debates y viejas confrontaciones, casi sin darnos cuenta, por encima de los dirigentes paso la vena caliente y profunda que todo venezolano lleva por dentro. De nuevo resplandeció el brillo de los grandes momentos populares. No se creía en esto ni en aquello, ni en éste o en aquel. De esta manera, natural y sencilla, pero de enormes consecuencias, el ciudadano común de Venezuela tomó altura y, desde arriba, todo fue pequeñez. Lo que se siente es el deseo de que Venezuela se reconstruya sobre bases distintas y mejores que las actuales, físicas y espirituales. No nos sentimos cómodos en nuestra propia patria.

     ¿Y ahora que hacemos? ¿Cuál es el Plan B? ¡Como si lo sucedido hubiese sido el Plan A! Preguntas necias en el ámbito de dirigentes, pero de obligada respuesta ante el soberano. Esta oportunidad no puede ser desperdiciada. Nada de soluciones tibias ni trámites lentos negociados. El 4-D no admite, nuevamente, el laberinto de las dilaciones y entregas Constitucionalizar el poder electoral, legalizar la organización material de los procesos y erradicar todo vestigio de fraude y tramposería son tareas inmediatas y condicionantes para el año próximo. La marea roja baja sustancialmente. No ha desaparecido. Violencia y represión a la vista.

oalvarez@telcel.net.ve

 
 
 
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