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Nueva técnica de animación
asombra al público
 - Roberto Palmitesta
 


        

Acaba de estrenarse en EEUU, a tiempo para las fiestas de fin de año, una película animada de Robert Zemeckis titulada The polar express - con un “animado” Tom Hanks en múltiples roles- y que trata de un grupo de muchachos que van al polo norte a conocer a San Nicolás para convencerse de su existencia. Zemeckis resultó el pupilo más aplicado de Steven Spielberg, ya que se independizó después de trabajar como asistente de dirección en varios filmes del maestro, dándonos primero aquella taquillera serie de Volver al futuro hasta consagrarse por derecho propio con Forrest Gump, donde él y Hanks ganaron sendos Oscares.

 

Zemeckis y Hanks, colaboradores de larga data

 

En medio de ese período de dos décadas, ensayó una curiosa mezcla de animación con actuación en vivo, en la revolucionaria cinta Quién engañó a Roger Rabbitt?, con el actor Bob Hoskins como un detective en carne y hueso que interactúa con toda la gama personajes animados que ha creado Hollywood desde sus inicios, desde Mickey Mouse hasta el curioso conejo a que se refiere el título. Posteriormente, en una antológica escena de Forrest Gump, Zemeckis había puesto a Hanks frente a frente al real presidente John F. Kennedy, usando clips cinematográficos manipulados con efectos especiales, resultando una curiosa escena donde la realidad se mezclaba íntimamente con la ficción fílmica. En ese film nació una fértil cooperación entre Zemeckis y Hanks, que los hizo cooperar en otro interesante filme, Náufrago, y ahora en un logrado proyecto de animación tridimensional como The polar express.

Pero en los últimos años la técnica de animación digitalizada, o CGI por las siglas “Computer Generated Images”, ha avanzado mucho en medio de una gran aceptación del público, hasta darnos hermosos filmes con personajes en tres dimensiones, desde Toy Story y Finding Nemo, hasta éxitos recientes como Monsters Inc., Shrek y Shark tale, que prontamente se han posicionado entre las películas más taquilleras de la historia del cine, hecho que ha multiplicado el número de producciones animadas en técnica CGI, más económicas y rápidas de filmar que las realizadas con dibujos sucesivos sobre acetato. Últimamente, se ha reforzado el atractivo de estas obras para el público adulto, no sólo mediante la selección de temas o secuencias dirigidas a gente madura, sino dejando que actores de fama mundial hicieran el doblaje de los diálogos. Así, se han visto cintas animadas con diálogos hablados por luminarias tales como Eddie Murphy, Sandra Bullock, Billy Crystal, Michelle Pfeiffer, Steve Martin y, por supuesto, el laureado Tom Hanks (el cowboy Woody en Toy Story), dejando que el público se divirtiera tratando de reconocer la voz del famoso actor detrás del personaje animado, al menos en las versiones  no dobladas a otros idiomas.

 

Capturando la acción en estudios

 

Hanks, que siempre ha seleccionado muy bien sus proyectos, había leído en Navidad a sus hijos un cuento del escritor de fábulas para niños Chris Van Allsburg, The Polar express, y le había expresado a  Zemeckis su deseo de actuar en una producción basada en ese relato, también con la doble intención de complacer a sus respectivos vástagos. Sin embargo, el director estimó que el presupuesto superaría los cien millones de dólares, de realizarse con actores reales y en escenarios naturales, pues habría que construir sets muy costosos y filmar muchas escenas en exteriores. Así que Zemeckis optó por una solución intermedia, que complacería sobremanera a Hanks: sería una cinta animada pero de gran realismo, y se filmaría con Hanks actuando en cinco roles de la historia (incluyendo el de Santa Claus), pero todo en estudios y sin tener que ir a Alaska o Canadá para filmar panoramas nevados o polares. Resultó una solución bastante costosa de todos modos, aunque más cómoda para todos, pues nadie salió de los estudios californianos. La gran innovación del filme resultó la aplicación de una técnica muy reciente, desarrollada por el grupo Sony Dreamworks, denominada “performance capturing”, literalmente ‘captura de la actuación’.

En esta revolucionaria técnica electrónica, un actor –además de vociferar los parlamentos- realiza todos los movimientos y gestos, que vienen delineados someramente con puntos luminosos gracias a centenares de sensores electrónicos colocados en todo el cuerpo, de modo de poder reconstruir luego en computadora la acción y rellenarla con colores y tonos en trasfondos apropiados. Al final, todo resulta con personajes de apariencia muy real, que reflejan las facciones y maneras de moverse, gesticular y hablar del actor, dando la impresión de que se trata del mismo artista pero animado por la magia del CGI. Ya se había aplicado esa técnica antes, de manera muy limitada, en algunas películas de acción como The matrix, Troya, El Señor de los anillos y Spiderman, pero nunca se la había utilizado a tiempo completo en un filme de alto calibre. Por todo esto, The Polar Express promete ser el gran éxito de taquilla de la temporada navideña, añadiéndose a la selecta lista de clásicos de temporada -filmados con técnica convencional- como Es una vida maravillosa, Milagro en la calle 34, y Scrooge, que se retransmiten regularmente en la televisión en esta época mágica para los niños de todo el mundo que es la Navidad.         

      

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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