Al
parecer Fidel no estaba bromeando hace apenas una semana -el
pasado 26 de julio- cuando amenazó con vivir cien años, veinte
más de los que tiene ahora, pero dejándoles claro a los
americanos y al resto de sus enemigos que no pensaba pasárselos
gobernando hasta entonces. La noticia (lunes 31 de julio, a las
8,45 PM hora de La Habana) de la operación quirúrgica y de que
cedía todos los cargos y responsabilidades a su hermano Raúl y a
otros de sus compañeros, demuestra que, más allá del
chascarrillo, estamos ante un acontecimiento que tiene todas las
pintas de haber sido planificado. Por lo menos la idea le estaba
dando vueltas y haciéndosele cada vez más atractiva. Desde luego
que si lo metieron de urgencia en el quirófano, por lo que él
mismo ha dado en llamar un «accidente de salud», esto fue algo
no premeditado, especialmente si tomamos en cuenta su carácter
supersticioso. Pero si descartamos la posibilidad de que ya esté
muerto, el accidente de salud lo único que hizo fue adelantar la
puesta en marcha del operativo. Es más, el tal accidente lo que
ha venido a corroborar es lo acertado de tener la contingencia
prevista y el plan de respuesta a la mano. La crisis intestinal
aguda con sangramiento sostenido no estaba en los cálculos. Son
más bien elementos circunstanciales o sencillamente muy bien
aprovechados.
El hecho es que la incertidumbre se
apoderó de Cuba, de Estados Unidos y del mundo en cuanto la
información saltó. Como suele ocurrir con Fidel desde hace cinco
décadas, la noticia se puso al tope de los titulares, y él
nuevamente en el centro de los hechos mundiales, superando
incluso hasta la guerra en el Líbano -aunque tan solo sea por
unas horas-. Y como suele ocurrir igualmente en su reino, donde
no caben las filtraciones, surgió la duda de si lo informado se
rige a la verdad, o es el encubrimiento de una tragedia. Así las
cosas, mientras en Miami las calles se vuelven escenario de
algarabía y festejos, en La Habana el silencio y corrillos en
voz baja se apoderan del escenario.
Yo pienso que Fidel tiene aún bajo
control la situación por dos factores, para mí, determinantes.
Carlos Valenciaga, miembro del Consejo de Estado y jefe del
despacho del gobernante, el hombre que leyó el mensaje, es «un
hombre de Fidel» y alguien conocidamente detestado por Raúl
Castro, por lo que no habría sido escogido para entregar un
comunicado así en caso de que el máximo líder cubano no
estuviese al mando, y con su camisa ligera de cuadros y su
tranquila expresión adolescente, no era exactamente la imagen de
uno de los delfines del castrismo en los funerales de su
benefactor. Eso sin contar la forma como está escrito el
comunicado, que muestra la mano y estilo de Fidel.
En caso de que la operación se haya
hecho el domingo probablemente se esperó a que pasaran los
efectos de la anestesia, se despertara y se entendiera que
estaba bien, para el siguiente paso: dar a conocer la proclama.
(George W. Bush, haciendo campaña política en Miami, fue cogido
tan de sorpresa como el resto de la humanidad mientras
demostraba lo que entiende que debe ser el mensaje de apertura
democrática para la Isla, al reunirse sólo con sus amigotes de
las filas más reaccionarias del exilio cubano). Otro elemento lo
da el comunicado firmado de puño y letra por Fidel. Primero,
deja en la máxima incertidumbre a un país y una región, al
anunciar interminables semanas de reposo, y pospone los festejos
por sus 80 años, del 13 de agosto, para el 2 de diciembre,
cincuenta aniversario del desembarco del Granma. Es decir, cinco
meses en que todo el mundo quedará en vilo, a la espera de una
resurrección apoteósica.
Por lo pronto la tranquilidad que se
respira en La Habana es la habitual, no hay unidades policíacas
alrededor de la sección de intereses (de Estados Unidos), no hay
tanques desplegados en las calles. Los festejos de Miami por el
fallecimiento que ya dan como cierto no tienen ningún
significado práctico para sus protagonistas aunque sí es
demostrativo de otro acierto estratégico de La Habana: que
nuevamente Fidel desplaza a la contrarrevolución hacia el
exterior.
¿Saben una cosa? Fidel está vivo y
ha cedido el poder y no va a regresar. Y si tal es el caso, se
trata de una maniobra perfecta y nos descubre una faceta inédita
de su personalidad. Hace lo que nadie pensó que iba a hacer:
soltar el poder. La fecha del regreso -2 de diciembre-, da
cuatro meses de prueba para el nuevo equipo gobernante de Cuba.
Bueno, nuevo en el sentido que Fidel no está al frente del
grupo. Eso va a ser un laboratorio. Él le ha dado el poder a
Raúl, pero también ha distribuido las tareas mayores en otra
gente. Se mantiene vigilante sobre todo lo que está pasando y da
al traste con todos los planes de la transición tan llevados y
traídos por Miami, la disidencia y los americanos. Igual que
cuando don Corleone le cedió en vida el poder a Michael. Él lo
aconsejaba, le entrenaba para asumir el poder de la familia y no
desaparecía por entero del escenario. De seguir este orden en la
secuencia, un día Fidel se va a morir entre los pimientos rojos
de su jardincito y mientras corretea detrás de uno de sus
nietos. Mas lo que tenemos por lo pronto es que está
amortiguando con el comunicado de la noche del lunes no la
noticia de su muerte, sino la revelación de que él se ha
retirado del poder, y sin disparar un tiro. Fidel ha cedido el
poder a Raúl y Raúl también tendrá que cederlo dentro poco. Está
ocurriendo lo que Raúl me decía invariablemente que él iba a
hacer en un futuro que a fines de los 80 parecía improbable:
«Cuando nosotros nos retiremos, nos retiramos, pero siempre con
un pie en el estribo. Nosotros nunca nos vamos a apear por
completo del carro». Una maniobra muy desconcertante para la
oposición, porque los ha derrotado una vez más. Fidel Castro lo
que ha hecho es extender y eternizar el régimen.
Una última cosa. Fidel vio el
derrumbe de Batista y supo del derrumbe de Machado y sabe que si
la exaltación callejera que se vive en Miami se produce en La
Habana, esto le cuesta el cuello a toda su familia, a su mujer y
a sus hijos, a su hermano y a todos sus seguidores más cercanos.
Ahora los está protegiendo con la maniobra, y dando un margen de
tiempo para que las cosas se asienten. La presión sobre él,
personal y física, disminuirá con el paso de las semanas. Él
sigue estando vivo dentro de su entorno, en condiciones
favorables de seguridad, de tranquilidad, mientras los otros van
a empezar a llevar las riendas del poder. Para un líder
revolucionario de sus características es muy difícil abandonar
las estructuras de su establecimiento. Sobre todo por lo que
para él significa abandonar el mando, que es la muerte, tal y
como sus enemigos se han encargado de proclamar durante casi
medio siglo.
Fidel ha cedido el poder y es
definitivo. ¿Quién nos lo iba a decir?