Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement

 
 

La oposición: navegación sin estrellas  por Aníbal Romero
martes, 22 febrero 2005

 

 

Se ha constituido un nuevo movimiento de oposición, de "izquierda democrática". ¿Qué le dicen al país?: "Somos de izquierda, pero no somos Chávez". No conformes con esto, añaden que en realidad "Chávez no es de izquierda". ¿Tiene sentido semejante aseveración? ¿De veras lo creen? De inmediato explican que se proponen hacer todo lo que Chávez hace, incluidas las alianzas con los populistas de izquierda en América Latina, con Lula y Kirshner, y que rechazan radicalmente la "política imperialista" del gobierno de Estados Unidos. ¿En qué quedamos entonces? ¿Para qué cambiar a Chávez por una oposición que tanto se le asemeja?

        Entiendo que cierta gente de izquierda, que preserva una idea romántica de lo que ello alguna vez significó, se siente avergonzada por Hugo Chávez, y experimenta verdadero escozor espiritual
cuando el Presidente venezolano cita al Che Guevara, exalta a Lenin, se alía con Fidel Castro, y es enaltecido por toda la "izquierda-caviar"
europea, los radicales latinoamericanos y la intelectualidad parisina.

        Comprendo -repito- la vergüenza de esa izquierda romántica.
Pero el sentimentalismo no les da derecho a distorsionar las cosas: Chávez es de izquierda, se ubica claramente en los esquemas ideológicos y geopolíticos de una parte muy importante de la izquierda internacional actual, y aunque en la noche de la izquierda no todos los gatos son pardos, y existe gente de izquierda diferente a Chávez, es inútil perder de vista este aspecto esencial de la política
en la Venezuela de hoy, es decir, el izquierdismo de Chávez y sus repercusiones fuera de nuestras fronteras.

        La oposición venezolana hace rato que perdió la brújula
ideológica, y no será capaz de presentarse ante el país con una oferta creíble hasta que no resuelva sus dilemas en el plano de las ideas.
Pretender derrotar a Chávez desde la izquierda, así se autodenomine
democrática, es una vana ilusión. El espacio de la izquierda ha sido
ocupado por Chávez, y no hay forma de competir con él en demagogia hacia los pobres, reivindicación del igualitarismo, anti-yanquismo, y en las simpatías del miope socialismo europeo y norteamericano.

        La pérdida de brújula de la oposición es tan patética que
algunos en la izquierda, en este caso los representantes del
MAS, han apoyado abiertamente la compra de armamentos rusos, con el argumento de la soberanía nacional, desestimando por completo las implicaciones profundas del asunto. Los fusiles Kalashnikov, helicópteros y aviones de combate rusos no tienen nada que ver con la soberanía, sino con el proyecto Castro-Chávez de liquidar la FAN tradicional, crear una milicia adscrita al régimen, y perpetuarse en el poder.

        Aparte del control interno, los equipos bélicos rusos cumplirán en Venezuela el papel que cumplen para las fuerzas armadas en Cuba: decirle a Washington que, en caso de intervención, los costos serán tan altos que es preferible no dar el paso. Se trata de un esquema militar de disuasión: Washington puede derrotar la revolución si se empeña lo suficiente, y Chávez y Castro lo saben, pero aspiran que los costos probables harán que los norteamericanos duden mucho antes de actuar.

        En Venezuela casi todos se dicen de izquierda, pues la cultura
política predominante, llena de sensiblería, focalizada en un trato
hacia los pobres que les transforma en débiles jurídicos y hasta
mentales, considera que ser de izquierda equivale a "ser bueno", y
procurar la justicia social. Estas banalidades, extraídas
del baúl de antiguallas ideológicas de América Latina, no llevan sino a aumentar la miseria y atraso de nuestros pueblos. Sólo un mensaje de libertad, trabajo, productividad, meritocracia, respeto a las leyes, responsabilidad familiar, y rechazo a la dependencia del petróleo y del Estado por parte  de los individuos, puede empezar a abrir paso a una oferta política alternativa.

        Pero nadie se atreve a hacerlo. Nuestros políticos prefieren ser "de izquierda", o "centro-izquierda", o "reformistas-avanzados", o del
"centro-progresista", o cualquier otro eufemismo que les permita permanecer ubicados en el populismo dadivoso, condescendiente y demagógico de siempre. No se habla de libertad, ni de responsabilidad personal, ni de disciplina y trabajo porque "con eso no se come" y "eso no lo entiende la gente". ¿Conclusión? La oferta de la oposición no es capaz de competir con Chávez, pues se queda paralizada en la mitología de la izquierda, y en ese terreno Chávez no tiene y jamás tendrá contendientes.

 

 Imprima el artículo Subir Página

 
 
 
 
 
 
© Copyright 2005 - Luis De Lión - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.