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Muerte y feliz navidad - por Lucy Gómez
 domingo, 28 noviembre 2004


 


         
 

Las series policiales de habla inglesa muestran una realidad que a lo mejor no será exacta, pero concuerda con una reglamentación que respeta la integridad del ser humano, muerto o vivo. Uno se queda viendo medio alucinada, como  se ponen guantes para agarrar las evidencias,  como  existe la posibilidad de que si el dictamen de un forense no  le gusta a la familia, se pueda pedir otro dictamen con otro médico, como hay morgues refrigeradas y aquellos muertos dan gusto, metidos todos en sus gavetotas.

 

Los policías parece que se identifican como policías cuando van a llevarse a alguien y a mí me parece que exageran, porque se llevan un ejército de pacos y rodean una casa para agarrar a un solo sospechoso. Hasta tienen una costumbre que a nosotros nos parece extraña: le avisan al tipo o a los tipos por altavoz que mejor se entregan.  Y le tocan la puerta. Después, si el tipo insiste en morirse, medio levanta una pistola y chas!!! Hasta de los helicópteros artillados que sobrevuelan la casa salen millares de balas y acaban con el individuo/a.

 

Se forman unos escándalos cuando los policías matan a un sospechoso o lo maltratan, en un enfrentamiento callejero y hay unos policías investigadores de los mismos policías que empiezan a figurarse cualquier clase de cosas cuando los funcionarios se ponen gatillo alegres. Hasta pueden quitarlos del medio y despedirlos si se les comprueba una condición que llaman brutalidad policíaca. Dígame aquí, que la brutalidad es mas bien un plus para aligerar la contratación.

 

Y ni hablar de   los interrogatorios y los traslados. En las jefaturas hay grabadoras, filmadoras, psicólogos, forenses, policías, expertos en escena del crimen, que se definen como científicos, no como policías. (a mí me encanta CSI, por ejemplo). Y aquellos zaperocos que se arman si alguien en vez de cuidar las evidencias, no se pone los guantes, o las rompe, o llega sin orden de cateo, o deja que otro policía entre en la escena sin permiso. Nada de órdenes de allanamiento por teléfono. Eso ahí no existe.

 

En fin, yo creo que los ingleses exageran porque se visten totalmente con mono blanco para examinar el sitio del crimen, pero allá ellos. Aquí no podríamos hacer eso aunque quisiéramos.

 

Nada más en cuatro meses de este año, desde enero a mayo, hubo 894 homicidios en Caracas y se espera que para finales de diciembre tengamos alrededor de dos mil.  Y según un cuadro de Provea, una ONG que se ocupa del asunto en Venezuela, entre octubre del dos mil dos y setiembre del año pasado, se presentaron 3488 detenciones "arbitrarias protagonizadas por efectivos de   distintas policías". En ese mismo tiempo, hubo 165 casos donde distintos cuerpos de seguridad tuvieron responsabilidad en asesinatos. ¿Ustedes se imaginan el ejército de psicólogos, de investigadores de la escena del crimen,  forenses, etc, etc. y lo que habría que pagarles, para no hablar de lo que le costaría al gobierno  mantener esos laboratorios, nada más que  para seguir el debido proceso, cuando ya todo el mundo sabe quién mató a quién en este país?

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Un ejemplo clarísimo es el caso de la muerte del fiscal que le metieron un bombazo el otro día, Anderson. El cristo de este gobierno. La policía ya ha matado a dos personas, un abogado de uno de los mejores bufetes de Caracas y a un socio dueño de una galería de tiro, porque la policía sabía que ellos eran los culpables. Hubo enfrentamientos y pum-pum-pum ¿Para qué iban a dejarlos vivos? Así se le ahorra un dinero a la república, porque no hay que llevar sospechosos a una cárcel, hacerles un juicio y menos perder tiempo con los abogados. Porque se sabe que la gente de clase media alta, se busca a unos abogados que fastidian muchísimo y tardan los procesos con recursos, recursos y mas recursos.

 

Después que le metieron un tiro al abogado y el abogado mató a un policía en medio de la calle, cerquita de nuestras oficinas, se fueron a allanar la casa de los padres del muerto, sin orden de allanamiento, pero fíjense los adelantos caraqueños. Era lo que decía antes. La orden fue telefónica y allí, después de horas, fue que llegaron los fiscales del ministerio público. Pura formalidad. Ya los investigadores le habían ahorrado el trabajo. Habían encontrado armas, explosivos, lanzacohetes, que aquello mas bien parecía una película de Arnold Swazenegger.

 

De paso se llevaron a los papás del muerto, dos viejos profesionales y políticos, una ex parlamentaria experta en finanzas, que también fue ministra de Fomento antes de la revolución chavista y su esposo, otro ex alto funcionario de la cuarta.  Los dos como de setenta y pico de años. Y para que no se fugaran, los trasladaron esposados, con retransmisión televisiva y los dejaron varios días encerrados sin dejarlos ver al hijo muerto. Porque como dice el Vicepresidente, que es más o menos de la misma edad y los conoce, todos somos iguales ante la ley.

 

Al parecer no les han podido sacar mucho a los dos viejos sospechosos, que niegan haber visto ningún explosivo debajo de la mesa de la cocina, tal y como se encontró. Pero todo llegará. Tampoco aparecían en la policía dos implicados en el asunto que habían denunciado como secuestrados el fin de semana, los hermanos Guevara. Pero zas, hoy ya están en la Disip, nuestra insigne policía política. Es que la policía venezolana funciona. Ya sabe quién mató al fiscal, ya localizó a dos culpables, tan culpables que ya están muertos y ya tiene presos a otros dos implicados, que al principio no aparecían presos,   según el ministro del Interior, pero ya se materializaron, en las oficinas de la policía política. La efectividad, la rapidez, son el resultado de la experiencia. Como dice Ultimas Noticias: "allanamientos como arroz», muerte y feliz navidad. (1)

 

Nota:

 

"Es preferible condenar a cien inocentes que absolver a un solo culpable".

 

"La Pasionaria". (Intervención en un mitin Valencia, 1938)

 

Para que la recordemos, Dolores Ibarruri Gómez, "la Pasionaria" (Gallarta, Vizcaya, 1895-Madrid, 1989) era miembro del Comité Central del PCE desde 1930. Nació en una familia minera y carlista, de espíritu religioso. Entró en la política por la influencia de su marido, el socialista Julián Ruiz. En 1923 participó en el primer congreso del PCE. Participó en el alzamiento contra el gobierno republicano de octubre de 1934, por cuya participación fue condenada a 15 años de prisión, aunque logró huir.  Con el Frente Popular regresó a      España elegida diputada por Oviedo.  Fue diputada por Asturias en 1936. Al parecer, tras el último discurso de José Calvo Sotelo en julio de 1936 dijo a sus compañeros "Este hombre ha dicho su último discurso», y casualmente Calvo Sotelo murió asesinado unos días después.  Hugh Tomas la recuerda en su libro " La Guerra Civil Española" como una  activista que ya en 1909 había participado entre los huelguistas, incendiarios de iglesias y saqueadores de conventos, mostrándose la más elocuente, osada y violenta. Al final de la guerra, era partidaria de no rendirse alargando la guerra el máximo tiempo posible, pese a lo que abandonó España un mes antes del fin de la guerra, rumbo a Orán, Marsella y París. Después marcho a vivir bajo el amparo de José Stalin a la URSS.  Alabó el pacto de Stalin y Hitler para el reparto de Polonia antes de la guerra mundial. En 1942 fue elegida secretaria general del PCE hasta 1960 en el que fue sustituida por Santiago Carrillo, ocupando ella la presidencia.  El presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética le concedió la Orden de Lenin y el Premio Internacional de la Paz.  Fue doctora honoris causa por la Universidad de Moscú en la era soviética. Siendo presidente del PCE volvió a España en 1977 y fue diputada por Asturias en las Cortes monárquicas. Tras regresar a España y a la Europa Occidental nunca denunció la represión soviética ni se arrepintió de sus constantes alabanzas a Stalin. Iba siempre vestida de negro.

      

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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