Inicio | Editor | Contáctenos 
 

 Webarticulistas

Manuel Malaver

 

Eli Bravo

 

Luis  DE LION

 

Roberto Palmitesta

 

Lucy Gómez

 

Alexis Márquez Rodríguez

 

Ted Córdova-Claure

 

Antonio Sánchez García

 

Aníbal Romero

 

Charles Cholaleesa

 

Agustín Blanco Muñoz

 

 

Aberración
por Milagros Socorro
miércoles, 27 septiembre 2006

 

Nuevamente unas declaraciones de Manuel Rosales marcan la agenda del debate. Este domingo, a las 10:00 de la mañana, fue transmitido el programa Diálogo con..., que conduce Carlos Croes en Televén. Hacia el final de la entrevista, el periodista le solicitó al candidato presidencial su punto de vista acerca de los movimientos de derechos civiles que luchan por la legalización de las uniones de personas del mismo sexo. Para asombro de una buena porción de la audiencia, Rosales, que hasta ese momento había respondido las interrogantes con datos y argumentos elaborados con base en hechos, remató el asunto diciendo que esa opción es aberrante y agregó que va contra la naturaleza divina.

No evidenció ninguna reflexión al respecto y, lo que es peor, tampoco una mínima disposición a hacerse preguntas, a considerar cuáles son las aspiraciones de una parte de la población que podría ser minoritaria si se calcula en forma individual (cuántos homosexuales hay en Venezuela), pero que abarca a una gran masa si se toma en cuenta a las familias de estas personas, a sus amigos y a todos los venezolanos que desean una sociedad sin discriminaciones por la razón que sea.

DESDE LUEGO, TANTO LOS CANDIDATOS COMO TODOS LOS CIUDADANOS PUEDEN EXPRESAR SUS OPINIONES LIBREMENTE. Y nadie está obligado a suscribir las perspectivas de los demás de forma acrítica ni mucho menos condescendiente. Pero si un aspirante a la Presidencia se postula como el gobernante de los 26 millones que somos, en oposición al otro candidato, cuya prédica permanente es la división y el vilipendio a quienes rechazan su gobierno, lo básico que puede esperarse es que, efectivamente, la totalidad de la población sea escuchada y respetada. Más cuando su consigna electoral es "Atrévete", lo que constituye, como sabemos, una exhortación a perderle el miedo a la lista de Tascón y a todos los mecanismos de amedrentamiento que el Gobierno ha puesto en marcha sin ningún disimulo, para que el temor a represalias y persecuciones le garantice votos al candidato oficial.

Manuel Rosales invita al electorado a que se atreva a manifestarse políticamente en un contexto de autoritarismo que impone una visión única del país y del poder; y esa apelación va dirigida sobre todo a los sectores que en la actualidad se ven beneficiados por los programas sociales del Gobierno, que ponen dinero en efectivo en manos de no se sabe cuántas personas. Su mensaje intenta movilizarlos para que se atrevan a confiar en que su mandato no sólo no interrumpirá esas ventajas sino que las profundizará, ampliándolas a todos, con independencia de su adscripción política o de la franela que lleven, como él mismo dice. En fin, que se atrevan a pensarse a sí mismos como ciudadanos y no como recuas amansadas con dádivas o amenazas.

NO TOMA EN CUENTA EL CANDIDATO QUE SU LEMA LO EMPLAZA TAMBIÉN A ÉL A ATREVERSE A MIRAR AL OTRO COMO SER HUMANO, como un individuo que tiene una historia, una manera de vivir y de escoger sus parejas. Y no como un aberrado, para lo cual no hay que atreverse a nada sino simplemente adscribir una posición que sabemos que todavía es mayoritaria y está aprobada por una parte de la catolicidad. No toda, por cierto.

Manuel Rosales, como político avezado que es, ha sabido redituar como fortalezas lo que son sus debilidades. Su escasa habilidad verbal (en contraste con la de Chávez, que tiene en ella su única pericia) ha sido encarada por Rosales con franqueza y sencillez; ha dicho que él no sabe hablar, pero que tampoco dice mentiras "como el otro". Y esto le ha granjeado simpatías, porque es percibido como indicio de autenticidad. Rosales podría ser el primer candidato presidencial venezolano en reconocer que no sabe de todo y que para eso tiene asesores de alta competencia en todos los campos.

Al ser instado por Carlos Croes para que fijara posición con respecto al matrimonio homosexual perdió una excelente oportunidad para conceder que había sido llevado a un terreno en el que se mueve más por prejuicios que por un auténtico dominio de un asunto que no es de ésos que se orientan por preferencias personales o meras intuiciones. La diversidad sexual y las conquistas de reivindicaciones para los homosexuales no son cuestiones que se despachen con fórmulas desprovistas de discernimiento. Si, por ejemplo, la pregunta hubiera sido: ¿Qué piensa usted de las cadenas de expendios de hamburguesas? Y la respuesta: Me parecen un asco, no entiendo cómo alguien puede preferir esto a las mandocas o a los yoyos de plátano. Bueno, ningún sector sale aporreado con esta declaración. No hay en ello la disposición a discriminar a nadie con insultos y descalificaciones.

EL CASO ES QUE LA PREGUNTA DE CROES TIENE MUCHA PERTINENCIA PORQUE SE TRATA DE UN TEMA DEBATIDO EN TODO EL MUNDO OCCIDENTAL y Venezuela no es la excepción.

Mientras el hermano Lukashenko, presidente de Bielorrusia, se refirió al amor entre congéneres como "perversión sexual", y en Irán, bajo el gobierno del hermano Ahmadineyad, fueron ejecutados públicamente, mediante ahorcamiento, dos adolescentes por haberlos encontrado en "actividades homosexuales", las sociedades democráticas le dan a este tema el lugar de importancia que merece.

Cuando fueron aprobadas en España las uniones civiles (que no religiosas) entre personas del mismo sexo, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que ese reconocimiento de derechos era "un pequeño cambio en la letra, que acarrea un cambio inmenso en la vida de miles de compatriotas" y que no se estaba "legislando para gentes remotas y extrañas sino ampliando las oportunidades de felicidad para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros vecinos, para nuestros amigos y estamos haciendo un país más decente".

De hecho, estos matrimonios civiles han sido reconocidos en los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá y el Reino Unido. Y las uniones que otorgan a las partes muchos de los derechos y obligaciones que supone el matrimonio entre heterosexuales, aunque no las equiparan del todo, existen en siete países europeos: Alemania, Dinamarca, Groenlandia, Finlandia, Francia, Islandia, Noruega, Suecia y Suiza. Estas parejas también tienen acceso a algunos derechos reconocidos al matrimonio en Australia, Austria, Colombia, algunas ciudades y regiones de Brasil, Hungría, Israel, Nueva Zelanda, Portugal, así como en varios estados en Estados Unidos, y en Argentina, en Buenos Aires y la Provincia de Río Negro.

Estamos hablando, pues, de una cuestión que exige discernimiento, por lo decir lo menos. Y respeto, por asentar una exigencia.

AUNQUE SÓLO FUERA POR DETENERSE A PENSAR EN LAS CRECIENTES CIFRAS DE VARONES ADOLESCENTES Y ADULTOS JÓVENES QUE EN VENEZUELA ESTÁN CONTRAYENDO EL VIH, en buena medida por la dis criminación, la homofobia, la falta de una perspectiva inteligente, responsable y solidaria de esta realidad, es aconsejable que Manuel Rosales haga buena su promesa de hacer un gobierno para los 26 millones de venezolanos, de plantarse frente al autoritarismo y de convertirse en factor de unión, y presente una disculpa a los compatriotas que nos hemos sentido vulnerados por sus expresiones peyorativas hacia los homosexuales venezolanos, quienes, por cierto, han demostrado su valentía al atreverse a vivir, pensar y relacionarse afectivamente como quieren. Y esto frente al muy pesado régimen del machismo del que todos somos cómplices.

 *

  Artículo publicado en el diario El Nacional, 27 septiembre 2006

 
 
 
© Copyright 2006 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.