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Aberración
por Milagros Socorro
miércoles,
27
septiembre
2006
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Nuevamente
unas declaraciones de Manuel Rosales marcan la agenda del
debate. Este domingo, a las 10:00 de la mañana, fue
transmitido el programa Diálogo con..., que conduce Carlos
Croes en Televén. Hacia el final de la entrevista, el
periodista le solicitó al candidato presidencial su punto de
vista acerca de los movimientos de derechos civiles que
luchan por la legalización de las uniones de personas del
mismo sexo. Para asombro de una buena porción de la
audiencia, Rosales, que hasta ese momento había respondido
las interrogantes con datos y argumentos elaborados con base
en hechos, remató el asunto diciendo que esa opción es
aberrante y agregó que va contra la naturaleza divina.
No evidenció ninguna reflexión al respecto y, lo que es
peor, tampoco una mínima disposición a hacerse preguntas, a
considerar cuáles son las aspiraciones de una parte de la
población que podría ser minoritaria si se calcula en forma
individual (cuántos homosexuales hay en Venezuela), pero que
abarca a una gran masa si se toma en cuenta a las familias
de estas personas, a sus amigos y a todos los venezolanos
que desean una sociedad sin discriminaciones por la razón
que sea.
DESDE LUEGO, TANTO LOS CANDIDATOS COMO TODOS LOS CIUDADANOS
PUEDEN EXPRESAR SUS OPINIONES LIBREMENTE. Y nadie está
obligado a suscribir las perspectivas de los demás de forma
acrítica ni mucho menos condescendiente. Pero si un
aspirante a la Presidencia se postula como el gobernante de
los 26 millones que somos, en oposición al otro candidato,
cuya prédica permanente es la división y el vilipendio a
quienes rechazan su gobierno, lo básico que puede esperarse
es que, efectivamente, la totalidad de la población sea
escuchada y respetada. Más cuando su consigna electoral es
"Atrévete", lo que constituye, como sabemos, una exhortación
a perderle el miedo a la lista de Tascón y a todos los
mecanismos de amedrentamiento que el Gobierno ha puesto en
marcha sin ningún disimulo, para que el temor a represalias
y persecuciones le garantice votos al candidato oficial.
Manuel Rosales invita al electorado a que se atreva a
manifestarse políticamente en un contexto de autoritarismo
que impone una visión única del país y del poder; y esa
apelación va dirigida sobre todo a los sectores que en la
actualidad se ven beneficiados por los programas sociales
del Gobierno, que ponen dinero en efectivo en manos de no se
sabe cuántas personas. Su mensaje intenta movilizarlos para
que se atrevan a confiar en que su mandato no sólo no
interrumpirá esas ventajas sino que las profundizará,
ampliándolas a todos, con independencia de su adscripción
política o de la franela que lleven, como él mismo dice. En
fin, que se atrevan a pensarse a sí mismos como ciudadanos y
no como recuas amansadas con dádivas o amenazas.
NO TOMA EN CUENTA EL CANDIDATO QUE SU LEMA LO EMPLAZA
TAMBIÉN A ÉL A ATREVERSE A MIRAR AL OTRO COMO SER HUMANO,
como un individuo que tiene una historia, una manera de
vivir y de escoger sus parejas. Y no como un aberrado, para
lo cual no hay que atreverse a nada sino simplemente
adscribir una posición que sabemos que todavía es
mayoritaria y está aprobada por una parte de la catolicidad.
No toda, por cierto.
Manuel Rosales, como político avezado que es, ha sabido
redituar como fortalezas lo que son sus debilidades. Su
escasa habilidad verbal (en contraste con la de Chávez, que
tiene en ella su única pericia) ha sido encarada por Rosales
con franqueza y sencillez; ha dicho que él no sabe hablar,
pero que tampoco dice mentiras "como el otro". Y esto le ha
granjeado simpatías, porque es percibido como indicio de
autenticidad. Rosales podría ser el primer candidato
presidencial venezolano en reconocer que no sabe de todo y
que para eso tiene asesores de alta competencia en todos los
campos.
Al ser instado por Carlos Croes para que fijara posición con
respecto al matrimonio homosexual perdió una excelente
oportunidad para conceder que había sido llevado a un
terreno en el que se mueve más por prejuicios que por un
auténtico dominio de un asunto que no es de ésos que se
orientan por preferencias personales o meras intuiciones. La
diversidad sexual y las conquistas de reivindicaciones para
los homosexuales no son cuestiones que se despachen con
fórmulas desprovistas de discernimiento. Si, por ejemplo, la
pregunta hubiera sido: ¿Qué piensa usted de las cadenas de
expendios de hamburguesas? Y la respuesta: Me parecen un
asco, no entiendo cómo alguien puede preferir esto a las
mandocas o a los yoyos de plátano. Bueno, ningún sector sale
aporreado con esta declaración. No hay en ello la
disposición a discriminar a nadie con insultos y
descalificaciones.
EL CASO ES QUE LA PREGUNTA DE CROES TIENE MUCHA PERTINENCIA
PORQUE SE TRATA DE UN TEMA DEBATIDO EN TODO EL MUNDO
OCCIDENTAL y Venezuela no es la excepción.
Mientras el hermano Lukashenko, presidente de Bielorrusia,
se refirió al amor entre congéneres como "perversión
sexual", y en Irán, bajo el gobierno del hermano Ahmadineyad,
fueron ejecutados públicamente, mediante ahorcamiento, dos
adolescentes por haberlos encontrado en "actividades
homosexuales", las sociedades democráticas le dan a este
tema el lugar de importancia que merece.
Cuando fueron aprobadas en España las uniones civiles (que
no religiosas) entre personas del mismo sexo, el presidente
del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que
ese reconocimiento de derechos era "un pequeño cambio en la
letra, que acarrea un cambio inmenso en la vida de miles de
compatriotas" y que no se estaba "legislando para gentes
remotas y extrañas sino ampliando las oportunidades de
felicidad para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros
vecinos, para nuestros amigos y estamos haciendo un país más
decente".
De hecho, estos matrimonios civiles han sido reconocidos en
los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá y el Reino Unido.
Y las uniones que otorgan a las partes muchos de los
derechos y obligaciones que supone el matrimonio entre
heterosexuales, aunque no las equiparan del todo, existen en
siete países europeos: Alemania, Dinamarca, Groenlandia,
Finlandia, Francia, Islandia, Noruega, Suecia y Suiza. Estas
parejas también tienen acceso a algunos derechos reconocidos
al matrimonio en Australia, Austria, Colombia, algunas
ciudades y regiones de Brasil, Hungría, Israel, Nueva
Zelanda, Portugal, así como en varios estados en Estados
Unidos, y en Argentina, en Buenos Aires y la Provincia de
Río Negro.
Estamos hablando, pues, de una cuestión que exige
discernimiento, por lo decir lo menos. Y respeto, por
asentar una exigencia.
AUNQUE SÓLO FUERA POR DETENERSE A PENSAR EN LAS CRECIENTES
CIFRAS DE VARONES ADOLESCENTES Y ADULTOS JÓVENES QUE EN
VENEZUELA ESTÁN CONTRAYENDO EL VIH, en buena medida por la
dis criminación, la homofobia, la falta de una perspectiva
inteligente, responsable y solidaria de esta realidad, es
aconsejable que Manuel Rosales haga buena su promesa de
hacer un gobierno para los 26 millones de venezolanos, de
plantarse frente al autoritarismo y de convertirse en factor
de unión, y presente una disculpa a los compatriotas que nos
hemos sentido vulnerados por sus expresiones peyorativas
hacia los homosexuales venezolanos, quienes, por cierto, han
demostrado su valentía al atreverse a vivir, pensar y
relacionarse afectivamente como quieren. Y esto frente al
muy pesado régimen del machismo del que todos somos
cómplices.
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Artículo publicado en el diario El Nacional, 27
septiembre 2006 |
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