No
ha merecido suficiente atención la propuesta de Chávez de mudar
la sede de la ONU a alguna capital de América latina como La
Habana, Caracas, o La Paz; o en su defecto, proceder a fundar
una nueva ONU que se convierta en una alternativa de la otra, y
sea un organismo que “sí” represente los intereses de los países
pobres del mundo y de los pueblos del Sur.
Fíjense
que dijo “La Habana, Caracas y La Paz”, y ni por casualidad
mencionó a Ciudad México, Ciudad de Panamá, Bogotá, Lima,
Santiago, por no citar sino unas pocas de las capitales que por
“pobres y sureñas” también merecerían estar en la lista del
reformador.
Pero
pienso yo que debe ser porque son sedes de gobiernos
democráticos y plurales, abiertos a las más amplias y activas
influencias, y difícilmente disponibles para permitir que una
ONU alternativa sea algo así como un anfiteatro donde Chávez,
alguno de los hermanos Castro, y Evo Morales monten espectáculos
como el que hace unos días vimos en Nueva
York.
O lo
que es lo mismo: que la preocupación del caudillo venezolano por
los “países pobres” y “pueblos del Sur” no llega sino hasta tres
gobiernos confesamente de izquierda
y revolucionarios, militantes del socialismo más ripioso y
anacrónico y empeñados en que la buena nueva del
neopopulismo y el autoritarismo se
haga oír por el mundo.
De modo
que ya veremos a la ONU alternativa transformada en una suerte
de púlpito, podium o estrado desde el cual solo se oirán la
voces de Chávez, Morales y alguno de los Castro y siempre para
cantar las glorias del socialismo de los siglos XX y XXI y
caerle a piñazos verbales a
enemigos, indiferentes y neutrales que duden de profetas tan
imparciales.
Pero no
solamente para tan importante obra catequística habrá nueva ONU,
sino también para que los últimos vástagos del socialismo
mundial y latinoamericano encuentren el respaldo internacional
necesario en su obra de salvación de la humanidad, la
refundación de las repúblicas y la continuidad de la cruzada que
desaparecerá de la faz de la tierra al capitalismo, el
imperialismo y los Estados Unidos.
Porque
no debe olvidarse que en la ONU alternativa también estarán
representados el Irán de Ahmadinejad,
la Siria de Bachar al-Asad, el
Zimbabwe de
Mugabe, la Corea del Norte de Kim
Jong Il,
el Miammar de los militares, y quien
sabe si hasta el Afganistán del Mula Omar, El Líbano de
Hassan
Nasrallah, la Colombia de la Manuel
Marulanda, el México de López Obrador y el Perú de
Ollanta Humala.
En
breve, todos los estados socialistas y forajidos establecidos y
por establecerse, de modo que esta entente
del bien, la justicia y el hombre nuevo pueda ponerse al abrigo
de las sanciones que la otra ONU, la de los países
democráticos, plurales y civilizados, insista en imponerle.
Y por
esa vía aterrizamos en el fin práctico y de explosiva actualidad
de la proposición chavista, ya que
si a simple vista podría parecer que de lo que se trata es de
ampliar el escenario donde Chávez y sus compinches tendrán de
ahora en adelante sus shows,
básicamente estamos frente a una medida de alta política
mediante la cual los al margen de la ley, se crean su propia
ley.
Sobre
todo en circunstancias de que el novo orden no podrá marchar sin
un ordenamiento jurídico en el cual, aparte de la propiedad
colectiva, el pensamiento único y el partido único, la
inamovilidad de los funcionarios, y la presidencia vitalicia,
se resuelva el problema de la sucesión que no puede estar sujeta
a improvisaciones, sino a leyes que especifiquen quien es el
heredero del trono después la muerte de su legítimo dueño.
O sea,
que nada de lo que pasó recientemente en Japón con la Ley Sálica
y la prohibición de que las mujeres puedan asumir la conducción
del país, sino algo más flexible como la tradición inglesa en la
cual pueden heredar, tanto hombres, como mujeres.
Es lo
que parece sucederá en Corea del Norte con la posible sucesión
de Kim Jong
Il por su hija mayor, y con Raúl
Castro -si se confirma que sucederá a Fidel- con una hija que se
dice es una jurista con innegables dotes presidenciales y
sucesorales.
Y ¿por
qué no? en Venezuela, el país de las misses,
donde, aparte de mujeres muy bellas, también las hay
inteligentes y con unas ganas inmensas de mandar.
Dejemos
entonces a la nueva ONU legislar y apoyar a las nuevas
legislaciones, esas que a través de socialismo del siglo XXI nos
regresarán a la Edad Media.