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Los idus de octubre
por Manuel Malaver
miércoles, 18 octubre 2006

 

Tres derrotas en fila india, y en menos de 48 horas, es la cosecha chavista para  el comienzo de la tercera semana del mes de octubre.

        Tanto más espectaculares, cuanto que inciden en la capacidad de expansión de la revolución “bolivariana” y nos refrendan que salvo Cuba y Bolivia, el presidente Chávez no conseguirá otro teatro, ni dentro ni fuera del continente, donde continuar su pintoresco experimento.

        Lo increíble es que no se trata ni de golpes militares, ni de  insurrecciones “populares” promovidas por  minorías vanguardistas que forzaron a la renuncia de gobiernos legítimos, sino de la acción de millones de electores que usando el voto como arma le dijeron ¡NO! a candidatos que venían confesamente a continuar los pasos y aplicar las recetas del caudillo venezolano.

        Hablaremos, en primer lugar, del virtual colapso de la candidatura del economista, Rafael Correa, para la presidencia de Ecuador en las elecciones del domingo, cuando una mayoría de electores, no solo no le dio los votos para ganar en la primera vuelta, sino que lo colocó segundo detrás del empresario Álvaro Novoa con apenas el 22 por ciento de los sufragios.     

        Fue una elección altamente polarizada, con Correa arrogándose el papel de campeón de la lucha contra la corrupción, la oligarquía y el imperialismo, así como la representación de las etnias indígenas, los pobres, los marginados, los humillados y de todos los que tienen hambre y sed de justicia.

        De otro lado, agarró al resto de los candidatos (unos 13 en total) y los metió en el mismo saco, acusándolos de “traidores, corruptos, vendepatrias, agentes del imperialismo,  lacayos de la oligarquía” y de todo el arsenal de epítetos en que son tan profusos los que vienen a redimir  a los pobres y salvar a la humanidad.

        Prédica tan “disuasiva, eficaz y convincente” que con el  70 por ciento de los votos escrutados para ayer martes (el patrón electoral alcanzó los 10 millones de votantes), 5 de los 12 candidatos “oligarcas” se alzaron con el 50 por ciento y Correa con apenas el 22.

        En otra palabras, que el castro-correísmo-chavismo “duro” de Ecuador alcanza apenas el 22 por ciento, por lo que en el supuesto negado de que gane la segunda vuelta, le será imposible imponerle a las mayorías ecuatorianas una “revolución” que se dirige, en cuanto toma el poder, a destruir a la democracia.

                Pero tan sorprendente y conclusiva como la derrota de Correa para la presidencia de Ecuador, resultó el rechazo del candidato de Andrés Manuel López Obrador para la gobernación de su estado natal Tabasco en México, César Raúl Ojeda, en una elección que se tomó como un referendo para que los tabasqueños respaldaran o rechazaran las denuncias de fraude en la elección presidencial mexicana  que alega el exalcalde de Ciudad México y dirigente del PRD.

        De ahí que el propio López Obrador tomó las riendas de la campaña de Ojeda, se trasladó a Tabasco a mitinear, presidir caravanas y manifestaciones, pero solo para ver estupefacto como el candidato del PRI, Andrés Granier, ganaba con 10 puntos de ventaja.

        Como se sabe, el presidente Chávez es el único jefe de Estado del mundo que sostiene que López Obrador ganó, que le fueron robados los votos, y que el gobierno de Felipe Calderón es un gobierno fraudulento.

        De modo que Chávez también salió derrotado en el “referendo” de Tabasco, pues no fue solo el líder neopopulista y excandidato presidencial del PRD el único en sufrir un desmentido tan rotundo en sus pretensiones de poner en entredicho la elección de Calderón, sino este venezolano que no conoce límites para inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.

        Por último, quiero referirme a los sucesos de lunes y martes en la ONU, cuando el gobierno venezolano que pasó los meses que van del año en curso  en una campaña dispendiosa, irracional y abusiva para quitarle a Guatemala el puesto no permanente que le corresponde en el Consejo Permanente de la organización, sufrió derrota tras derrota, incapaz de reunir las dos terceras parte de los votos necesarios y eventualmente forzado a renunciar para abrirle paso a una tercera candidatura.

        Y es que de nuevo lo que resulta derrotado es la confrontación, el odio, la guerra y la división, todas las recetas  que el marxismo del siglo XX esgrimió y que para salvar el mundo y lo que hizo fue destruir un conjunto de países que por la vía de pobreza, la desigualdad, las injusticias y las violaciones de los derechos humanos se colocaron al borde la extinción.

        Destino al que no escaparán los venezolanos si no aprenden de Ecuador, México, y la ONU y hacen de diciembre otro mes de octubre.
 

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo, 18 octubre 2006

 
 
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