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Alán García, Chávez y la revolución
por Manuel Malaver
miércoles, 15 noviembre 2006

 

No cree el presidente de Perú, Alán García, que Hugo Chávez esté haciendo una revolución, y mucho menos que, si tal fuera el caso, ello lo autorice a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.

Es un disenso que empezó cuando Chávez apoyó abiertamente a Ollanta Humala en las elecciones peruanas de abril pasado que ganó García, y que, con decibeles más, decibeles menos, cubrió la ruta de estos últimos 7 meses.

Pero que dejó algo muy claro: si Chávez habla fuerte, García habla más fuerte aún, pasando a convertirse para el primero en un eco respondón que, tanto intimida, como atormenta.

Sobre todo en circunstancias de que, bien por razones ideológicas, o intereses políticos y económicos, no han sido pocos los jefes de estado latinoamericanos que se han comido la lengua ante un Chávez que no ha tenido empacho en devaluarlos, maltratarlos y carajearlos, porque y que no hacen su trabajo como patriotas, nacionalistas, antiimperialistas y revolucionarios.

Desplante o coup de théâtre en que eran duchos jefes revolucionarios y guerreros del siglo pasado como Musolini, Stalin, Hitler, Mao y  Castro, pero que le queda mal al presidente de un pequeño país tercermundista electo de acuerdo a la más irreprochables reglas de la democracia, no ha librado una sola batalla, comandan un ejército que en mas de 2 siglos no sabe lo que es una guerra internacional, y no es capaz de hilar un discurso medianamente coherente a la hora de plantear a dónde va y qué es lo quiere.

Pero nada que arredre a Chávez, que en revancha tiene el poder que brinda  ser el jefe de Estado de un país petrolero en una época en que los precios del crudo se han ido por las nubes, la amenaza de una crisis terminal de energía no acaba de despejarse, y puede darse el lujo de usar el garrote de la energía barata o regalada para atraer y callar a presidentes rebeldes, o reacios a aceptar sus diktat.

No es el caso del Perú de Alán García, con importantes reservas de crudo y gas, capacidad para satisfacer la demanda interna y exportar, emergiendo con Bolivia como la otra potencia energética del subcontinente, y haciendo planes para armar y liderar el Anillo Gasífero del Sur.

Por tanto, con malas pulgas para calarse los arrebatos del teniente coronel venezolano, soportar su soberbia e intromisiones y que ande por el mundo descalificando a cualquiera que no aplauda y comparta al que dice es el pensamiento de la nueva era, de los nuevos tiempos.

Porque es que el Alán García que gobernó al Perú a mediados de los 80, se negó a pagar la deuda externa más allá del 10 por ciento, intervino la economía a extremos que recordaban a Velazco Alvarado,  nacionalizó o intentó nacionalizar la banca y terminó siendo repudiado por una marejada electoral que llevó al poder a Alberto Fujimori, sabe muy bien lo fácil, cómodo y buena nota que resulta ser “nacionalista, antiimperialista y revolucionario” con un precio del crudo que en julio pasado llegó a cotizarse a 78 dólares el barril.

Por eso en la versión de Alán García, Chávez no es más que un hijo de los trópicos buchón de petróleo en una época de extrema escasez, arrogante y nuevorrico, frívolo y pantallero, irresponsable y guapachoso, que tiene por hobby decir que es patriota, nacionalista, antiimperialista y revolucionario.

Bravata que no se le perdonaría si no tuviera la llave del grifo que permite enviar millón y medio de barriles diarios de crudo a los Estados Unidos, y otros tantos en ayuda a países sin combustible de América y el mundo, donaciones de diversa índole, contratos mil millonarios en dólares a Brasil para la fabricación de puentes, y repetidos aportes a Argentina para la compra de bonos basura de su deuda.

Señalamientos que ya son como una chapa, se oyen en el palacio de gobierno del Perú o en la sede de la cancillería inca cuando menos se piense, y actúan como la marca de fábrica que se le construye desde el exterior a una revolución que quiso conquistar el mundo pero a punto de barriles de petróleo, petrodólares y bravuconadas.
 

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo, 15 noviembre 2006

 
 
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