Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement

 


 
 

El desmadre del sistema electoral 
por Manuel Malaver
miércoles, 30 noviembre 2005

 
Si el retiro de los partidos Acción Democrática, Copei y Proyecto Venezuela de la contienda electoral del próximo domingo revela algo, es la bancarrota de un sistema electoral que nació viciado, y lejos de corregir las ilegalidades que se le han atribuido desde siempre, las ha profundizado, ampliado, extendido y convertido en su marca de fábrica.

Y no hablamos exclusivamente de las máquinas captahuellas que fueron retiradas a última hora luego de demostrarse en una auditoría o simulacro que sí archivaban secuencia del voto pudiendo establecer por quién se pronunció cada elector, sino también de la constitución de un Consejo Nacional Electoral, CNE, de mayoría oficialista, de expedientes como los cuadernos electrónicos, las migraciones y la negativa de las autoridades electorales a limpiar un REP de doble y triple cedulados, electores que no tienen calificación para hacerlo, o que la tienen y la pierden con base en los caprichos de quienes escogen sus lugares de votación.

Son aberraciones, fraudes e ilegalidades que vienen siendo denunciadas por la oposición desde que se constituyó el actual CNE y se dio inicio a la implementación del sistema electoral automatizado o electrónico, pero sin que jamás se viera la menor disposición a discutir y poner coto a desviaciones que estaban liquidando la confianza en el voto.

Todo lo contrario, según el oficialismo fue adentrándose en el sistema electoral “más confiable y seguro del mundo”, fue volviéndose sordo ante los reclamos de la oposición, se dio a descalificarlos con señalamientos políticos y a pensar que era tal la postración de los adversarios del régimen que estarían dispuestos a aceptar lo que fuera con tal de mantenerse viva.

Para comprobarlo habría que referirse a cómo un organismo electoral que estuvo integrado en todos los tiempos, tramos e instancias por funcionarios de los diferentes partidos, o gerentes, ejecutivos y funcionarios que sólo daban cuenta de su competencia, pasaron a ser miembro de un solo partido, el partido de gobierno y a exhibir como única credencial su lealtad al presidente Chávez y a la revolución.

Por tanto, programados para ejercer el poder electoral de una manera absoluta, exclusiva y total, desde una posición arrogante de lo “toman o lo dejan” y sin ninguna predisposición a discutir y aceptar los señalamientos que estaban acabando con la institución del voto.

En otras palabras, que los sucesos de las últimas horas que tienen a punto de naufragio las elecciones del domingo no son únicos, nuevos, sorpresivos, ni tienen un solo sentido, sino que forman parte de una totalidad secuencial que tiene al país frente a una crisis de características impredecibles.

Coyuntura que no es para profundizar el desmadre, extremar los disensos, sobreexcitar los ánimos, sino para pensar en el rescate del sistema electoral venezolano, hacer un alto en la vía exclusivista y excluyente que ha emprendido y buscar los consensos para que se transfigure en confiable, seguro y propiedad de todos.

Para ello, si es necesario suspender las elecciones del domingo y celebrarlas en el primer trimestre del próximo año, no debe dudarse en hacerlo, ya que lo que está en juego es nada más y nada menos si Venezuela puede continuar siendo considerada como un país democrático o pasa a formar parte del club de los pocos países totalitarios que sobreviven.

Tarea que incumbe a los 25 millones de venezolanos, sean revolucionarios o contrarrevolucionarios, capitalistas o socialistas, burgueses o proletarios, blancos, rojos, amarillos, verdes o negros.

Y frente a la cual hay que despojarse de prejuicios de parte y parte, hay que renunciar a las perversiones y convencerse de que si el sistema electoral, sea automatizado o manual, lógico o analógico, no cuenta con el consenso de todos los venezolanos, entonces no nos unirá sino dividirá, no nos encontrará sino separará.

Y desde luego, no es lo deseable para Venezuela ni para la democracia, ya que si no se logra establecer una democracia consensuada y perfectible, entonces no queda más remedio que ver cómo se pierde también el siglo XXI.
 
*   Artículo publicado en el vespertino El Mundo, 30 noviembre 2005
 
 
 
© Copyright 2005 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.