Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement

 


 
 

El parao electoral 
por Manuel Malaver
domingo, 4 diciembre 2005

 

No fue un “paro” sino un “parao” el que le propinó a mediados de  la semana pasada la alianza opositora al trío Chávez, Rangel y Rodríguez, cuando alegre y confiado se dirigía a prender los fogones  del cuarto fraude  electoral que cocinaba en menos de 2 años.

Condumio que degustarían y engullirían hasta el hartazgo los asambleístas “electos” del chavismo que pasarían a comportarse como sargentos de una fuerza de ocupación, los también favorecidos de la oposición que entrarían a trabajar como en una zona de tolerancia y los viajeros, gozones y vividores del turismo ideológico internacional que seguirán  disfrutando de un destino con playas, selvas, llanos y montañas plagadas  de derrumbes y mosquitos, pero con petrodólares.

Un auténtico record mundial en materia comicial que ni siquiera intentaron otros dos líderes autoritarios  con currículos electorales como Hitler y Musolini, pero en absoluto porque hubiera  norma política, ética o legal que se los impidiera, sino simplemente porque, ignorantes de las bondades de la democracia simulada, no más  oían la palabra “elecciones” echaban la mano a su revólver.

Chávez, por el contrario, es un adicto, un entusiasta, un fanático,  un apasionado de las elecciones, procesos que digiere  con la fruición de un comunicador que perdió una veintena de años sin micrófonos ni cámaras,  y percibe como los campos de batalla que le  negó una paz nacional excesivamente prolongada  y como cátedra para disparatar sobre todo cuanto le pasa por la cabeza, intimidar a amigos y enemigos, despotricar de sacralidades, glorias y sapiensas, burlarse de los tontos que por debilidades de equis signos caen en sus trampajaulas y amenazar  a partidos y países, continentes e imperios con la espada que según él le han confiado los cielos para destruir  y reconstruir el mundo.

Pero que igualmente ve, no se sabe si por inteligencia o viveza, como el instrumento ideal para legitimarse y dignificarse, para que se le tome en cuenta y en serio, para ser recibido por presidentes, príncipes y reyes, ser oído en calles, avenidas, palacios, universidades y foros y, sobre todo, para permitirse hacer lo que le da la gana en Venezuela y el mundo, porque y que es un presidente “democrático, constitucional y legítimo”.

De ahí que las  elecciones del domingo fueran un hito importantísimo, un elemento marcador, cuando después de lograda toda la legitimidad acumulable posible, de una dosis de democracia como jamás  devoró otro caudillo en otro momento de la historia, el líder máximo de la revolución venezolana y latinoamericana se construía un pedestal aprueba de denuncias contra violaciones de los derechos humanos, demandas en los tribunales de Roma y La Haya y de amenazas de aplicarle la Carta Democrática de la OEA.

Los augurios, por tanto, no podían ser más prometedores, y al rescoldo de los continuos reportes, entusiastas e hiperoptimistas, del vicepresidente José Vicente Rangel y del presidente del CNE, Jorge Rodríguez, se lanzó a borronear las ideas de la celebración nacional e internacional que seguiría al anuncio urbi et orbi de que otra vez había arrasado en otras elecciones y que la discapacitada oposición venezolana sencillamente recogía los bártulos para desaparecer de este mundo.

Serían unos fastos tan o más grandes  que aquellos con que celebró el sha de Irán a comienzos de los 70 los 1000 años del imperio persa en las ruinas de Persépolis, o los de la iglesia católica en Roma por los 3000 años del nacimiento del cristianismo, o los de los  franceses por los 200 años de la Gran Revolución, o los de toda la humanidad la medianoche del 2001 para ingresar al tercer milenio.

Ya, por ejemplo, se le habían dado órdenes a la chef oficial de MirafloresIrina de Rodríguez (esposa por cierto del psiquiatra y presidente del CNE, Jorge Rodríguez y alumna de la dotada Helena Ibarra en su escuela “Cocido a Mano”) para que aderezara  un banquete  de exquisiteces llaneras (chigüires, lapas, terecayes, cachicamos, báquiros y venados), pero poniendo énfasis en la dulcería que tanto deleita al presidente,  y las dispusiera en un salón de palacio desde el cual el alto gobierno recibiría las noticias de los cómputos y, según las cifras del oficialismo se elevaban a alturas siderales, el jefe y su estado mayor  le entraban a platos y  golosinas que se han hecho emblemáticas desde que Chávez dijo que había celebrado la desgracia de unos enemigos políticos saboreando un dulce de lechoza.

Y a Gaby Chacón, Patricia Velásquez y Rudy Rodríguez para que hicieran de Caracas una sola pasarela, un desfile sin límites de gastos, donde los grandes de la moda y las top models vinieran a decirle al mundo que la revolución bolivariana también cree en la riqueza, el buen gusto y el lujo.

Pero igualmente  los plumarios del régimen (los poetas cesáreos, los novelistas quince y último, los cineastas financiados y refinanciadas, los ensayistas tarifados y los comunicadores de nómina que indigestan los 400 medios impresos y audiovisuales sufragados por el oficialismo,  recibieron órdenes de enristrar sus espadas, cargar sus cañones y afilar los cuchillos para que desde la misma noche del domingo anunciaran al planeta que se había dado inicio a la construcción del socialismo del siglo XXI.

Y que este fuera el único y recurrente tema de estas fiestas decembrinas, en medio de jolgorios sin fin, banquetes donde  maridaran como nunca la gastronomía criolla y la extranjera, y músicas de las cinco razas  y los cinco continentes, con ferias y festivales, y un congreso de fin de año de la izquierda religiosa universal y medioeval, en la raya entre el 2005 y 2006,  que  marcara el instante del entierro del odiado, explotador, hambreador e inhumano capitalismo y el nacimiento de la era que, presidida por Hugo Chávez y Fidel Castro, derramaría sobre la humanidad y por los siglos de los siglos las mieles de la felicidad, la paz, el bienestar, la justicia y la igualdad.

Por eso también diciembre y los primeros meses del 2006, serían los meses de más y más discursos, peroratas, chats,  cadenas, exposiciones,  conferencias,  tele conferencias, entrevistas vía satélite  y cuanta alevosía inventó Dios y Bill Gates para que un jefe de estado con el poder total aturda, desconcierte y confunda a sus súbditos, los fuerce con la tecnología del ruido a adorarlo, y si se hacen los sordos, con la de los cuerpos policiales, fiscales, jueces y diputados que tendrán ahora como nunca recursos para conseguirle adhesiones y lealtad a la palabra revelada.

Pero he aquí que una medianoche o madrugada de la semana pasada -y mientras se oía el ajetreo, el nerviosismo y el tráfago de la preparación de la hora, día y meses históricos- comienzan a llegar noticias extrañas, reportes incomprensibles y rumores desusados, cosas como que la otra parte -la que es imprescindible para decir que se ha ganado la madre de todas las batallas, que otra vez los enemigos mordieron el polvo de la derrota y que un gran mariscal y un jefe sin tacha  había nacido para dirigir la revolución mundial-estaba reacia a participar en la nueva farsa y diciendo que si no se le retiraban las captahuellas no participarían en las elecciones.

Y he aquí el comienzo del calvario de Rangel y Rodríguez, la tragedia o tragicomedia en la cual dos triunfadores del día anterior que ya habían elegido los paraísos tropicales y fiscales donde se retiraran a descansar  en diciembre y enero después de ungir y coronar al único, empiezan a ser presionados, maltratados, insultados, y ninguneados, para que presentaran resultados y volvieran el plan a las promesas originales.

Y con los insultos, el intento de estos dos altos funcionarios ya devenidos en defenestrados, de negociar, convenir, ceder y hacer el milagro de que una oposición que había descubierto que el nuevo fraude la borraría de raíz del socialismo del siglo XXI, tratara de volver al redil  y no intentara crearle una nueva realidad y un nuevo tiempo a las luchas de los venezolanos por el rescate de la democracia y la libertad.

Y es desde esta perspectiva –que no son conchas de ajo- como puede establecerse que las elecciones de hoy domingo son un triunfo para la oposición y una derrota para la autocracia, ya que todo era preferible a continuar prestándose para que un caudillo decimonónico y colgado de un proyecto inviable y anacrónico continuara vociferando que había ganado en elecciones limpias y ahí estaba la oposición (con unos pocos diputados) y los observadores internacionales (expertos en turismo electoral) para que lo certificaran.

Un triunfo que se constituiría en un gran aliento, un enorme auspicio para los Chávez que están esperando turno al bate en América latina (los Morales de Bolivia, Humala en Perú y Ortega en Nicaragua), que tendrían no solo petrodólares a granel, sino también  el ejemplo de este jefe insigne que, tanto lleva a los suyos a la victoria, como a los  enemigos a la derrota y que, al igual que la liebre que se paraliza ante el ataque despiadado y aterrador de la boa, son presa fácil.

Ahora, por el contrario, y después de la derrota de Mar de Plata, se le descompone a Chávez el clima, el escenario, y el ajedrez nacional, todo cuanto le había sido fácil en el plano electoral y legislativo desde que se fue adueñando del país a comienzos de 1999.

O lo que es lo mismo, que tiene que manejarse ante un escenario frente al cual solo dispone de tres variables: o accede a llamar a la oposición para transformar de raíz al sistema electoral y al CNE para hacerlos confiables y aceptables por las partes; o insiste en continuar como hasta ahora, pero con la creación de partidos de oposición mamparas, que se camuflen de antichavistas y digan que son la nueva oposición (estafa que no creería nadie)  o le da el palo a la lámpara, estrangula los últimos espacios democráticos y pasa a comportarse como el dictador tercermundista, cuartelario y  sangriento que según la evidencia disponible es la vocación que rige sus pulsiones últimas.

O sea, salidas todas que hablan de la inviabilidad del chavismo y de que en el mundo que vivimos, y por lo menos durante  por los  próximos 100 años, siempre tendrá una existencia precaria, sin asidero en la realidad ni en la historia, tolerado hasta tanto no sea una amenaza real y tenga petrodólares para comprar lealtades y atención a sus delirios y fantasías.

 
 
 
© Copyright 2005 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.