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Nace el eje nuclear
Pyongyang-Teherán-Caracas 
por Manuel Malaver
domingo, 2 octubre 2005

 

Pasó desapercibida-o casi desapercibida- la visita a Caracas del Vicepresidente del Presidium de la Asamblea Popular Suprema de la República Democrática de Corea, Yang Hyong Sop.

Suceso que en otro momento y en otras circunstancias no podría sino inscribirse en el marco de la gestualidad diplomática que es rutina en las relaciones entre países, pero que después de un año de agria disputa entre el gobierno norcoreano y los de China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos por la negativa de la administración de Kim Jong Il a abandonar su programa para la fabricación de una bomba nuclear, no puede resultar más sorprendente, sugestivo y de consecuencias perturbadoras.

Está, además, el detalle de que, conjuntamente con Cuba, Corea del Norte es la otra sociedad stalinista que sobrevive en el planeta, con una dictadura totalitaria dirigida por un superjefe que es prácticamente el dueño del espacio, del tiempo, de la historia y de la vida y muerte del 20 millones de norcoreanos, que sobreviven en medio de injusticias, desigualdades, represión y sufrimientos sin fin.

Y desde luego, inmersos en el caos, el colapso económico,  la desesperanza absoluta, de hambrunas reconocidas por las propias autoridades norcoreanas, de carestías innombrables e innumerables porque el país carece de divisas para acceder a los mercados de bienes básicos, y recurriendo con frecuencia crónica a la caridad internacional para que los países ricos y desarrollados contribuyan con alimentos, combustibles, medicinas y otros bienes a la prolongación de la que ya puede  calificarse como una catástrofe humanitaria.

Puede decirse que la terquedad en persistir en el programa de construcción de la bomba nuclear, forma parte de la estrategia de Corea del Norte de vivir de la “caridad pública” que también llaman “ayuda internacional”, pues  no es exagerado calificar de “chantaje” el hecho de que la condición sine qua non que establece Kim Jong Il para renunciar al programa, es que Estados Unidos, y sus vecinos ricos, Corea del Sur y Japón, le suministren petróleo, alimentos, medicinas, maquinaria, tecnología y otros bienes para sobrevivir, tal como se reveló en el acuerdo  que recién se firmó en Beijing.

Eso sí, invirtiendo lo poco que ingresa al país -y parte de la “caridad pública” que también llaman “ayuda internacional”- en el sostenimiento de unas fuerzas armadas que pasan  entre las más numerosas, dotadas y entrenadas del mundo, en unos feroces y represivos cuerpos policiales  que disponen de  tecnología de última generación, cuanto dispositivo existe para controlar, empuñar y someter a la población y la subvención de los privilegios y caprichos de un dictador que se cree un cumplido director de cine,  filma películas a granel, y se vanagloria de tener una colección de títulos fílmicos en todos los formatos, cine, VHS y DVD que él mismo pregona es “la más completa del mundo”.

De modo que desde hace algunos años dos grandes esfuerzos  venían haciéndose en el campo diplomático, de parte de los vecinos y de la comunidad internacional, para que Corea del Norte dejara de ser un “peligro nuclear”, y para que suavizara la férrea dictadura stalinista y el sufrido pueblo norcoreano dejara de ser una sociedad paria y en los límites de la sobrevivencia, asolada por pestes, hambrunas, represión y catástrofes de todo tipo y empezara su relación e inserción en una región que ya es de las más ricas, pujantes y promisorias  del globo.

Esfuerzos que ya estaban dando frutos con los acuerdos de Beijing de hace un mes  donde Kim Jong Il aceptó ante Corea del Sur, Japón, China y Estados Unidos abandonar “el programa nuclear” a cambio de ayuda y redoblar la disposición para una eventual unificación con Corea del Sur que también significara “suavizar” el modelo stalinista.

Y es en esta parte del drama cuando aparece el bombero, oxigenador de dictaduras, campeón del stalinismo tardío, líder de la revolución mundial y salvador de la humanidad, teniente coronel, Hugo Chávez Frías, el héroe que se ha propuesto nada más y nada menos que regresar de sus cenizas al comunismo, restaurar los fueros de la utopía marxista, derrotar al imperialismo y el capitalismo en la personería del poderío político, económico, militar, científico y tecnológico de los Estados Unidos y aliados e iniciar otra  Edad Histórica que tenga como centro, o nueva Roma, a Caracas, La Habana, Teherán o Pyongyang, o las cuatro capitales del neoestalinismo que también  llaman “socialismo del siglo  XXI” pro tempore o a la vez.

Porque es bueno recordar para los que tienen memoria frágil, o llegaron tarde, que ya Chávez ha avanzado en esta dirección con la férrea alianza establecida entre su régimen y la dictadura  del stalinista  Fidel Castro, con la cual comparte incluso el plan de que a más tarde para finales del próximo año Cuba y Venezuela se unan en un solo haz, un solo gobierno, un solo ejército y un solo Jefe.

E igualmente que la alianza con los ayatolas iraníes que forcejean en este momento por su acceso al poderío nuclear, también está inscrita en este signo, en este curso, ya que al igual que Castro y  Chávez,  padecen por establecer un reino ecuménico que implante el dominio universal de profetas cuyo alcance está más allá de los humildes límites humanos.

Debemos admitir, sin embargo, que la primera vez que estos cruzados del siglo XXI se unen a un socio que ya es un poder nuclear -puesto que cuenta con plantas de uranio enriquecido- es ahora, con la inclusión de Kim Jong Il en el club -el cual ya no  necesita de energía nuclear para alumbrar los oscuros campos y tenebrosas ciudades norcoreanas dado que tendrá petróleo iraní y venezolano de sobra- y podrá entonces  con más solvencia y entusiasmo empeñarse  en llevar adelante el Armagedón o conflagración que se le quedó en el tintero a Stalin, Hitler, Mao y al mismo Castro.

Debemos señalar que ya de la parte venezolana hay ruido es este sentido, con el anuncio de Chávez del año pasado de que la “revolución bolivariana” estaba interesada en el acceso a la tecnología nuclear, el respaldo al programa nuclear iraní durante la última visita a Caracas del primer ministro Mohamed Jatami, y el apoyo implícito a los planes nucleares norcoreanos con el restablecimiento de la relaciones entre los dos países,  la visita del vicepresidente del Presidium de la Asamblea Suprema de la República Popular de Corea, Yang Hyong Sop, y la declaración de este último en Caracas de que “los pueblos de Corea y Venezuela se unen para rechazar las presiones y el chantaje del gobierno de los Estados Unidos”.

Hay igualmente rumores, muchos rumores, del desplazamiento de funcionarios iraníes y norcoreanos por el territorio nacional, y muy en especial por Ciudad Guayana y la zona sur del país, los estados Bolívar y Amazonas, y la existencia de fábricas camufladas, y materiales que aparecen y desaparecen, en una danza extraña cuyo misterio es indicio de sucesos impredecibles e incontrolables.

Pero por ahora preparémonos para que el “oxigenador del stalinismo” proceda a una exportación masiva de petrodólares a Corea del Norte, alimentos, medicinas, maquinarias, celulares, cintas vírgenes para hacer cine y de VHS, DVD y la utilización de la dictadura de Kim Jong Il como una cabeza de puente para que una misión con el nombre del “Kim Il Sung” distribuya salud, educación, bienestar y revolución entre los pueblos Asia.

Que para eso hay mucho petróleo a precios de 67 dólares el barril, y campos y ciudades sin luz ni agua en Venezuela, presos que mal mueren en cárceles pavorosas, escuelas sin útiles escolares,  hospitales donde se muere por escasez de insumos mínimos, carreteras y autopistas que se deshacen por falta de mantenimiento, lluvias que al primer ventarrón acaban con pueblos enteros y militares que se permean a cualquier ilegalidad con tal que les deje algún provecho.

También vendrán acuerdos entre la Fuerza Armada Nacional y las Fuerzas Armadas Coreanas, y prácticas y ejercicios e intercambio de soldados y oficiales, ruedas de negocios, exposiciones de productos binacionales, construcción de refinerías, celebración de seminarios para estudiar la obra de Kim Il Sung y festivales de cine para que los venezolanos conozcan la filmografía de Kim Jong Il (según  la prensa de Pygyangong  “una las más extensas y trascendente de la cultura cinematográfica mundial”) y los coreanos se informen de las películas de Román Chalbaud, Carlos Azpúrua y Luís Correa.

Pero sobre todo, mucho intercambio para adentrarse en los  misterios de  cómo mantener  a 20 millones de seres humanos aplastados, controlados,  oprimidos durante 50 años, en medio de hambrunas, pestes y sufrimientos sin fin, sin ninguna clase de horizontes, perspectivas ni esperanzas y proclamando en medio de la agonía que aman al Líder.

 
 
 
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