Con
algo así como el 61% de los votos, Hugo Chávez Frías,
devino de teniente coronel golpista en un Pimpinela
Escarlata (Emma de
Orczy) de la
política venezolana y, talvez, de la política
latinoamericana. Su oponente, Manuel Rosales, un hombre
ponderado, apegado a su familia, trabajador como ninguno,
en tres meses logró reagrupar a la casi inexistente
oposición venezolana y la llevó al 39% de los votos, (aún
cuando las cuentas no están muy claras) creando con ello
una nueva estructura política democrática, inédita en
Venezuela. Digamos que eso es un 40% y que no puede pasar
desapercibido en ninguna parte, ni siquiera con el “duro”
de Chávez, quien ahora, según lo dijo, si gobernará (a
pesar de que lleva 8 años en el poder
) y hará cambios para tener una nación
“nacionalista y socialista”. No hay que olvidarse que
Hitler dijo algo parecido...
¿Cómo es el venezolano
promedio?
Venezuela, o más bien el
pueblo venezolano es difícil de entender. Por ejemplo, de
la noche a la mañana gracias al discurso incendiario de
Chávez, se puso antinorteamericano; pero, como les
gustaría vivir en Estados Unidos. Apenas tienen un poco de
dinero, parten raudos a “Miami-Vice”, a Boston o
New York; admiran a los
beisbolistas del Tío Sam y son
sus héroes deportivos. Aman al dólar como lo hicieron los
israelitas con el becerro de oro. Un millón de
venezolanos, según las estadísticas ha emigrado al norte,
“al imperio del mal”, como le dicen los oficialistas, en
busca de los “cochinos” billetes verdes. No hay miembro
del gobierno que al tener un dolor de muelas, o le duela
la panza por comer en exceso el sabroso “mondongo” (100%
grasa) o los famosos chicharrones (200% de grasa) no
corran a Boston a ver al médico; según me han contado mis
amigos venezolanos, esa costumbre quedó de los adecos
(social demócratas devaluados) y copeyanos (social
cristianos más devaluados) quienes se tiraban un pedo y
corrían al norte. En fin, ¿quién puede entender a este
pueblo, tan bondadoso a veces y tan violento otras?
En Venezuela muere más gente
que en Irak y no hay guerra. Hay más cesantes que en la
India pero, todo el mundo se las arregla para jugar
caballos, loterías, canicas, lo que sea, en tugurios que
se encuentran de a cuatro o cinco por cuadra (dicen que 3
millones de personas viven del juego ilícito). Los
venezolanos son adictos a un brebaje al cual llaman
“cerveza Light” (única palabra en inglés que pronuncian
sin equivocarse), que mata anualmente a cientos de ellos
pero que las autoridades ignoran debido al fuerte impuesto
que recolectan con este veneno. ¿Cómo financian la
“Light”? Con dinero de las Misiones que son instituciones
del Estado que fueron creadas para, precisamente, mantener
los vicios en hombres y mujeres que nunca van a trabajar
en sus vidas, todas y todos carnetizados por el MVR
(“partido del pueblo revolucionario), quienes como lumpen
proletariat ponen en vigencia a Marx pues siempre estarán
al lado del Poder. Uno de los errores del candidato
Rosales fue ofrecerles trabajo. ¡Que vaina! Diría don
Andrés Bello.
¿A quiénes castigó el
pueblo?
Los venezolanos castigaron no
a Estados Unidos, país que dudo sepan donde queda; no al
imperialismo, pues no tienen idea qué es eso; no a la
pobreza que les ofrece el régimen: Chávez dijo “ser rico
es malo”. No castigaron a la miseria ni al hambre, no. No
es que quieran el socialismo que por cierto ninguno de los
ministros del régimen ha podido definirlo. Lisa y
llanamente castigaron al trabajo, castigaron a los ricos
que puede ser cualquiera que hable castellano
decentemente, tenga un automóvil y una casa más o menos
bella. Eso se llama resentimiento. Podemos decir entonces,
que el resentimiento y el odio vencieron a Rosales; pero,
también lo venció la abstención de ese 40% de personas que
piensan que votar contra el régimen es perder prebendas,
contratos, ayudas, préstamos de los mil bancos estatales,
trabajo en los organismos públicos,
etc.. Ese venezolano, quien no sabe lo que le
depara el futuro, o lisa y llanamente hace como el
avestruz: esconder la cabeza bajo tierra cuando presiente
el peligro, es más culpable que el troglodita y lumpen que
ha usado el régimen para mantenerse en el poder por otros
seis años.
¿Cómo comenzó todo?
En la mente del presidente
Chávez, subyace una red de ideas y pensamientos en donde
se cruzan el fascismo de izquierda con el de derecha. Las
ideas comunistoides de Castro con las monetaristas de
Milton Friedman, el
cristianismo católico con el cristianismo evangelista, la
liberalidad de Bolívar con el socialismo utópico de Simón
Rodríguez o el esclavismo de Zamora. En otras palabras, en
su mente hay una diversidad de ideas, de ideologías y, de
dogmas, que en cierto momento lo podrían volver loco.
Uno de los grandes culpables
de las aberraciones nacionalsocialistas de Chávez fue nada
más y nada menos que un profesor argentino, politólogo,
asesor de Velasco Alvarado, en Perú, profesor de la
escuela Superior de Guerra de la URSS, asesor de los
“carapintadas”, de Menem, Duhalde, miembro activo de
Hezbollah, enemigo a muerte
del pueblo judío y del Estado de Israel, quien escribió
una treintena de libros exaltando a Hitler, negando el
Holocausto, admirador de patrañas como
“Los Protocolos de los
Sabios de Sión”. Me
refiero al “filósofo” antisemita y antinorteamericano
Norberto Ceresole quien le dijo adiós a la vida en 2003,
en México, gracias a una afección cardiaca, aunque otros
dicen que lo consumió el odio al ser humano.
Ceresole habría creado, según
Ángel Rodríguez Valdés, una hermandad (del mal) que
incluía a Fidel Castro (aunque odiaba al comunismo),
Daniel Ortega, hoy nuevamente presidente de Nicaragua,
Carlos Menem, Duhalde, Bucaram (“el loco ecuatoriano”),
Velasco Alvarado, Gadafi, Chávez y otros. La lista de esta
hermandad debe ser más larga pero no se han podido
detectar, aún, a todos sus miembros. Por cierto, a este
grupo, dirigidos por el Servicio Secreto Iraní y
financiados por Irán, se les achaca el atentado en 1994
que destruyó la AMIA en Buenos Aires en donde murieron 85
inocentes judíos.
Ceresole comenzó a apropiarse
de la mente del ya célebre Hugo Chávez, cuando éste salió
de la cárcel de Yare (estado Miranda), acompañándolo en su
recorrido por toda Venezuela “cubriendo su cabeza de
teorías sobre geopolítica hasta venderle la idea,
desempolvada de las viejas tesis peronistas del trípode
Caudillo-Ejército-Pueblo. Ceresole se encargó de difundir
el pensamiento chavista – en realidad el suyo – y así lo
afirmó en uno de los artículos de promoción de su libro
Caudillo, ejército,
pueblo. La Venezuela del Presidente Chávez” (A.
Rodríguez).
Ceresole hace una auto
apología de sus escritos sobre Chávez diciendo que se
declaraba “culpable” de haber sido el principal (“el
único”), impulsor del “modelo chavista” fuera de las
fronteras de Venezuela. Y agregó que “ningún pseudo
intelectual “revolucionario” venezolano hizo lo que yo
hice (siempre como repudiado sureño):distribuir
un libro clarificador sobre Venezuela en Europa, América y
el Mundo Árabe”.
Obviamente, de lo anterior, se
desprende el acercamiento de Chávez a los iraníes,
coreanos del norte, chinos y otros países que él considera
anti norteamericanos como Argentina, Bolivia y, en
especial, Cuba.
Los comunistas venezolanos,
quienes a la sazón eran miembros del gobierno social
cristiano del presidente Rafael Caldera (padrino de
bautizo de Chávez), quien ordenara la libertad de éste,
sin juicio, cosa que debe lamentar en su lecho de enfermo,
muertos de envidia por el acercamiento y la influencia que
ejercía Ceresole sobre Chávez, lograron que Caldera lo
expulsara del país con la ropa puesta. Desde allí, ellos,
los comunistas, arroparon a Chávez y comenzaron a
llevarlos a Cuba, para lo cual el ex Comandante tenía que
hacer largos viaje, tomaba un avión a Bogotá, desde allí a
México y desde México a Cuba, pues temía por su vida.
(Chávez siempre ha tenido el presentimiento de que lo van
a asesinar).
Cambiando de influencia
El acercamiento de Hugo
Chávez, al dictador cubano Fidel Castro, comenzó durante
su primera visita a “la isla de la felicidad”, el 13 de
diciembre de 1994, diciendo, al bajar del avión que lo
llevaba desde ciudad de México :
"Yo no merezco este
honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los
años por venir". En su primera visita como
presidente de Venezuela en 2004 fue menos modesto y dijo
“Yo si soy un verdadero revolucionario”. De allí para
adelante no paró ni su perorata revolucionaria ni sus
acciones en contra de una clase social dueña de los medios
de producción, la cual ha ido cambiándose, poco a poco por
una nueva casta arribista que ha comprado emisoras,
bancos, industrias, empresas constructoras, periódicos,
etc.
Chávez comenzó, sin abandonar
las ideas de Ceresole, a seguir al pie de la letra los
dogmas castristas, tales como corromper al ejército para
poder controlarlos, idea que nació de
Mao Tse
Tung, en una conferencia del
Partido Comunista (III Internacional, en 1946). Se le
dijo que había que corromper a la clase media y medio lo
logró; aprendió a manejar el poder por medio del miedo.
Políticamente el lumpen proletariat apoya (históricamente
al régimen); éste controla varios cientos de miles de
armas y han mantenido a los ciudadanos en permanente
zozobra. El miedo hace que los venezolanos se acuesten
como las gallinas y se despierten como los gallos:
cacareando pero sin volar alto.
Fidel puso a Chávez en
contacto con los nuevos Ceresoles
dogmáticos: la chilena Martha Harnecker y el mexicano
Heinz Dieterich,
autocalificados como los verdaderos socialistas del mundo
propiciadores de una ideología socialista que, ahora,
abjura de la URSS, de China, de Cuba (en parte) y predica
un nuevo socialismo, el cual nacería en Venezuela con la
participación democrática de las masas y la destrucción de
lo viejo. Dieterich se quejaría al poco tiempo de que los
ministros chavistas eran unos flojos y de que no había
manera de hacerlos estudiar la nueva ideología “piensan,
solamente, en ellos mismos”, dijo. La Harnecker, no lo
dijo públicamente pero terminó por alejarse. ¿Qué había
pasado? Se habían atrevido a criticar a Dios, es decir a
Castro, moribundo o muerto en su empobrecida Cuba desde
donde su hermano Raúl, ahora Presidente, llama a EE.UU. a
dialogar y éste le contesta que el diálogo debe ser entre
cubanos.
Hacia la nueva República
Obviamente, la participación
de Ceresole fue definitiva para controlar el ejército.
Castro ayudó enviando a sus mejores cuadros militares, los
cuales controlan al parecer, desde los altos mandos hacia
abajo. En el área geopolítica Chávez ha seguido los
postulados de Ceresole al pie de la letra: se creará el
triángulo antinorteamericano con los países del Sur, para
lo cual se cuenta con Bolivia y Argentina, países que
pronto seguirán el ejemplo chavista de ganarse el poder
usando los mismos medios ya señalados. Por ahora no cuenta
(y al parecer nunca lo hará) con Chile, país más
preocupado en el comercio y en el enriquecimiento de sus
habitantes; no contará con Brasil, país que está en la
misma onda y menos con Perú que se siente acorralado por
el acuerdo militar boliviano-venezolano, cuestión que
también molesta a Paraguay país que acaba de firmar un
tratado de defensa mutua con Brasil. En otras palabras el
triangulo es medio chucuto pues solamente tendría a
Argentina, Bolivia, Venezuela y Cuba. Nicaragua no
entraría pues Daniel Ortega ya entabló conversaciones con
EE.UU., país al cual prefiere tener como amigo y socio
comercial a través del TLC.
Estando así la situación
podemos preguntarnos que hará Chávez con esta ratificación
en el mando del país con un 61% de los votos, con una
oposición que cuenta con un 39% y una abstención que sumó
al 40% o más de los inscritos para votar. Entre Chávez y
Rosales la suma de votos fue de nueve millones y pico; los
inscritos a votar son 15,5 millones. Entonces, la pregunta
a contestar es ¿cuál será la actitud de esos 6 millones de
venezolanos que no votaron ni por el socialismo ni por la
social democracia? ¿Puede instaurarse un sistema
socialista con un 40% de votantes que dijeron no a ese
sistema y un 40% que no se pronunciaron?
La verdad es que estamos
hablando de 10 millones de personas que seguramente
rechazan el socialismo. Estamos hablando de un gobierno
que realmente representa a sólo a un tercio de la
población. El eslogan del chavismo era provocador e
insultante antes de las elecciones. Chávez decía “10
millones por el buche”... Apenas logró 6 millones. Luego,
la pregunta es ¿quién ganó?
¿Se atreverá Chávez?
Hay que reconocer que Chávez,
quien muchas veces cae en contradicciones y se ha
acostumbrado a mentirle al pueblo, en forma descarada,
pues él siempre se siente mal interpretado por la “mass
media”, nunca ha mentido al plantear sus posiciones
políticas y sus hechos políticos. Él ha dicho que cambiará
la constitución para crear la República Bolivariana
Socialista de Venezuela y establecer la reelección
indefinida (de él).
Al instaurar la República
Socialista, Chávez hará lo siguiente (los decretos y leyes
están listos): a) - expropiación de la tierra agraria y
citadina (el alcalde mayor de Caracas, Barreto, había
decretado la expropiación de todos los campos de golf de
la ciudad, los cuales fueron considerados, a su creación,
como áreas verdes – pulmones vegetales – pero ante la
cercanía de las elecciones y después de una reprimenda, el
alcalde optó por dejar el proyecto en sueños – no lo
anuló); ante la falta de viviendas, todas aquellas que
puedan albergar a cuatro familias, por lo menos, serán,
también, expropiadas. Las tierra campesinas ya comenzaron
a ser expropiadas, entregadas a cooperativas campesinas y
no se dieron títulos de propiedad sino cartas agrarias, lo
cual elimina la Ley de la Herencia. b) – aumento de los
impuestos progresivos y mantenimiento de los regresivos.
c) – Abolición total del derecho a la herencia; d) –
Centralización del sistema bancario en manos del Estado.
Se acabará con los bancos extranjeros y nacionales. En el
caso de los extranjeros sólo funcionarán los que trabajen
con convenios de gobierno a gobierno pero sin clientes
nacionales del área privada de la economía; e) –
Centralización en manos del Estado de todos los medios de
transporte nacionales, tales como autobuses, camiones,
taxis, líneas aéreas, líneas y embarcaciones marítimas,
etc.; f) – todas las empresas manufactureras, extractoras
de materias primas, de servicios tales como supermercados,
agencias de viajes, petroleras y gasíferas, etc., serán
explotadas exclusivamente por el Estado; g) –
Monopolización de los medios de comunicación tales como
telefonía alámbrica e inalámbrica, radios, televisoras,
periódicos, revistas, etc.; h) educación para la
revolución. La educación será gratuita. Se acortarán las
carreras universitarias a tres años; se ideologizará la
educación parvularia, primaria y secundaria, con el fin de
crear al hombre y mujer nuevos. Estos decretos también
están elaborados por los respectivos ministerios de
educación y el Ministerio de Deportes.
Todo lo anterior justifica la
lucha permanente de clases y acabaría con sus
contradicciones, según el Primer Mandatario, quien para
llevar a cabo este proyecto, seguramente, reestructurará
su gabinete, aumentando en él la participación militar
activa.
El nuevo sistema acabaría,
para el 2030, según lo tiene calculado el régimen, con las
actuales clases dominantes burguesas, estableciendo una
nueva clase dominante revolucionaria, pues se suprimirían
las viejas relaciones de producción existentes en la
actualidad.
Obviamente, este es el camino
trazado desde hace mucho tiempo y al cual los venezolanos
no consideran peligroso. Pareciera que el ejemplo cubano,
a pocas millas de Venezuela, no se sintiera o pareciera
que parte de la burguesía se dejó atrapar en su laberinto
para posteriormente huir en su “balsa aérea”. El pueblo
inconciente e ignorante, sólo busca venganza por los
cuarenta años de progreso que les dio el pacto de Punto
Fijo y el espejo de democracia, sistema que siendo el peor
no puede ser superado en calidad pues el ser humano lo
último que puede perder es su libre albedrío, como lo
propician los regímenes fascista de izquierda o de
derecha; así de simple; así de triste es la realidad
venezolana.