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Venezuela: ¿Qué pasó...?
por Mario H. Concha Vergara
lunes, 4 diciembre 2006

 

Con algo así como el 61% de los votos, Hugo Chávez Frías, devino de teniente coronel golpista en un Pimpinela Escarlata (Emma de Orczy) de la política venezolana y, talvez, de la política latinoamericana. Su oponente, Manuel Rosales, un hombre ponderado, apegado a su familia, trabajador como ninguno, en tres meses logró reagrupar a la casi inexistente oposición venezolana y la llevó al  39% de los votos, (aún cuando las cuentas no están muy claras) creando con ello una nueva estructura política democrática, inédita en Venezuela. Digamos que eso es un 40% y que no puede pasar desapercibido en ninguna parte, ni siquiera con el “duro” de Chávez, quien ahora, según lo dijo, si gobernará (a pesar de que lleva 8 años en el poder ) y hará cambios para tener una nación “nacionalista y socialista”. No hay que olvidarse que Hitler dijo algo parecido... 

¿Cómo es el venezolano promedio?

Venezuela, o más bien el pueblo venezolano es difícil de entender. Por ejemplo, de la noche a la mañana gracias al discurso incendiario de Chávez, se puso antinorteamericano; pero, como les gustaría vivir en Estados Unidos. Apenas tienen un poco de dinero, parten raudos a “Miami-Vice”, a Boston o New York; admiran a los beisbolistas del Tío Sam y son sus héroes deportivos. Aman al dólar como lo hicieron los israelitas con el becerro de oro. Un millón de venezolanos, según las estadísticas ha emigrado al norte, “al imperio del mal”, como le dicen los oficialistas, en busca de los “cochinos” billetes verdes. No hay miembro del gobierno que al tener un dolor de muelas, o le duela la panza por comer en exceso el sabroso “mondongo” (100% grasa) o los famosos chicharrones (200% de grasa) no corran a Boston a ver al médico; según me han contado mis amigos venezolanos, esa costumbre quedó de los adecos (social demócratas devaluados) y copeyanos (social cristianos más devaluados) quienes se tiraban un pedo y corrían al norte. En fin, ¿quién puede entender a este pueblo, tan bondadoso a veces y tan violento otras?

En Venezuela  muere más gente que en Irak y no hay guerra. Hay más cesantes que en la India pero, todo el mundo se las arregla para jugar caballos, loterías, canicas, lo que sea, en tugurios que se encuentran de a cuatro o cinco por cuadra (dicen que 3 millones de personas viven del juego ilícito). Los venezolanos son adictos a un brebaje al cual llaman “cerveza Light” (única palabra en inglés que pronuncian sin equivocarse), que mata anualmente a cientos de ellos pero que las autoridades ignoran debido al fuerte impuesto que recolectan con este veneno. ¿Cómo financian la “Light”? Con dinero de las Misiones que son instituciones del Estado que fueron creadas para, precisamente, mantener los vicios en hombres y mujeres que nunca van a trabajar en sus vidas, todas y todos carnetizados por el MVR (“partido del pueblo revolucionario), quienes como lumpen proletariat ponen en vigencia a Marx pues siempre estarán al lado del Poder. Uno de los errores del candidato Rosales fue ofrecerles trabajo. ¡Que vaina! Diría don Andrés Bello.  

¿A quiénes castigó el pueblo?

Los venezolanos castigaron no a Estados Unidos, país que dudo sepan donde queda; no al imperialismo, pues no tienen idea qué es eso; no a la pobreza que les ofrece el régimen: Chávez dijo “ser rico es malo”. No castigaron a la miseria ni al hambre, no. No es que quieran el socialismo que por cierto ninguno de los ministros del régimen ha podido definirlo. Lisa y llanamente castigaron al trabajo, castigaron a los ricos que puede ser cualquiera que hable castellano decentemente, tenga un automóvil y una casa más o menos bella. Eso se llama resentimiento. Podemos decir entonces, que el resentimiento y el odio vencieron a Rosales; pero, también lo venció la abstención de ese 40% de personas que piensan que votar contra el régimen es perder prebendas, contratos, ayudas, préstamos de los mil bancos estatales, trabajo en los organismos públicos, etc.. Ese venezolano, quien no sabe lo que le depara el futuro, o lisa y llanamente hace como el avestruz: esconder la cabeza bajo tierra cuando presiente el peligro, es más culpable que el troglodita y lumpen que ha usado el régimen para mantenerse en el poder por otros seis años. 

¿Cómo comenzó todo?

En la mente del presidente Chávez, subyace una red de ideas y pensamientos en donde se cruzan el fascismo de izquierda con el de derecha. Las ideas comunistoides de Castro con las monetaristas de Milton Friedman, el cristianismo católico con el cristianismo evangelista, la liberalidad de Bolívar con el socialismo utópico de Simón Rodríguez o el esclavismo de Zamora. En otras palabras, en su mente hay una diversidad de ideas, de ideologías y, de dogmas, que en cierto momento lo podrían volver loco.

Uno de los grandes culpables de las aberraciones nacionalsocialistas de Chávez fue nada más y nada menos que un profesor argentino, politólogo, asesor de Velasco Alvarado, en Perú, profesor de la escuela Superior de Guerra de la URSS, asesor de los “carapintadas”, de Menem, Duhalde, miembro activo de Hezbollah, enemigo a muerte del pueblo judío y del Estado de Israel, quien escribió una treintena de libros exaltando a Hitler, negando el Holocausto, admirador de patrañas como “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. Me refiero al “filósofo” antisemita y antinorteamericano Norberto Ceresole quien le dijo adiós a la vida en 2003, en México, gracias a una afección cardiaca, aunque otros dicen que lo consumió el odio al ser humano.

Ceresole habría creado, según Ángel Rodríguez Valdés, una hermandad (del mal) que incluía a Fidel Castro (aunque odiaba al comunismo), Daniel Ortega, hoy nuevamente presidente de Nicaragua, Carlos Menem, Duhalde, Bucaram (“el loco ecuatoriano”), Velasco Alvarado, Gadafi, Chávez y otros. La lista de esta hermandad debe ser más larga pero no se han podido detectar, aún, a todos sus miembros. Por cierto, a este grupo, dirigidos por el Servicio Secreto Iraní y financiados por Irán, se les achaca el atentado en 1994 que destruyó la AMIA en Buenos Aires en donde murieron 85 inocentes judíos.

Ceresole comenzó a apropiarse de la mente del ya célebre Hugo Chávez, cuando éste salió de la cárcel de Yare (estado Miranda), acompañándolo en su recorrido por toda Venezuela “cubriendo su cabeza de teorías sobre geopolítica hasta venderle la idea, desempolvada de las viejas tesis peronistas del trípode Caudillo-Ejército-Pueblo. Ceresole se encargó de difundir el pensamiento chavista – en realidad el suyo – y así lo afirmó  en uno de los artículos de promoción de su libro Caudillo, ejército, pueblo. La Venezuela del Presidente Chávez” (A. Rodríguez).

Ceresole hace una auto apología de sus escritos sobre Chávez diciendo que se declaraba “culpable” de haber sido el principal (“el único”), impulsor del “modelo chavista” fuera de las fronteras de Venezuela. Y agregó que “ningún pseudo intelectual “revolucionario” venezolano hizo lo que yo hice (siempre como repudiado sureño):distribuir un libro clarificador sobre Venezuela en Europa, América y el Mundo Árabe”.

Obviamente, de lo anterior, se desprende el acercamiento de Chávez  a los iraníes, coreanos del norte, chinos y otros países que él considera anti norteamericanos como Argentina, Bolivia y, en especial, Cuba.

Los comunistas venezolanos, quienes a la sazón eran miembros del gobierno social cristiano del presidente Rafael Caldera (padrino de bautizo de Chávez), quien ordenara la libertad de éste, sin juicio, cosa que debe lamentar en su lecho de enfermo, muertos de envidia por el acercamiento y la influencia que ejercía Ceresole sobre Chávez, lograron que Caldera lo expulsara del país con la ropa puesta. Desde allí, ellos, los comunistas, arroparon a Chávez y comenzaron a llevarlos a Cuba, para lo cual el ex Comandante tenía que hacer largos viaje, tomaba un avión a Bogotá, desde allí a México y desde México a Cuba, pues temía por su vida.  (Chávez siempre ha tenido el presentimiento de que lo van a asesinar). 

Cambiando de influencia

El acercamiento de Hugo Chávez, al dictador cubano Fidel Castro, comenzó durante su primera visita a “la isla de la felicidad”, el 13 de diciembre de 1994, diciendo, al bajar del avión que lo llevaba desde ciudad de México : "Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los años por venir". En su primera visita como presidente de Venezuela en 2004 fue menos modesto y dijo  “Yo si soy un verdadero revolucionario”. De allí para adelante no paró ni su perorata revolucionaria ni sus acciones en contra de una clase social dueña de los medios de producción, la cual ha ido cambiándose, poco a poco por una nueva casta arribista que ha comprado emisoras, bancos, industrias, empresas constructoras, periódicos, etc.

Chávez comenzó, sin abandonar las ideas de Ceresole, a seguir al pie de la letra los dogmas castristas, tales como corromper al ejército para poder controlarlos, idea que nació de Mao Tse Tung, en una conferencia del Partido Comunista (III Internacional, en 1946).  Se le dijo que había que corromper a la clase media y medio lo logró; aprendió a manejar el poder por medio del miedo. Políticamente el lumpen proletariat apoya (históricamente al régimen); éste controla varios cientos de miles de armas y han mantenido a los ciudadanos en permanente zozobra. El miedo hace que los venezolanos se acuesten como las gallinas y se despierten como los gallos: cacareando pero sin volar alto.

Fidel puso a Chávez en contacto con los nuevos Ceresoles dogmáticos: la chilena Martha Harnecker y el mexicano Heinz Dieterich, autocalificados como los verdaderos socialistas del mundo propiciadores de una ideología socialista que, ahora, abjura de la URSS, de China, de Cuba (en parte) y predica un nuevo socialismo, el cual nacería en Venezuela con la participación democrática de las masas y la destrucción de lo viejo. Dieterich se quejaría al poco tiempo de que los ministros chavistas eran unos flojos y de que no había manera de hacerlos estudiar la nueva ideología “piensan, solamente, en ellos mismos”, dijo. La Harnecker, no lo dijo públicamente pero terminó por alejarse. ¿Qué había pasado? Se habían atrevido a criticar a Dios, es decir a  Castro, moribundo o muerto en su empobrecida Cuba desde donde su hermano Raúl, ahora Presidente, llama a EE.UU. a dialogar y éste le contesta que el diálogo debe ser entre cubanos. 

Hacia la nueva República 

Obviamente, la participación de Ceresole fue definitiva para controlar el ejército. Castro ayudó enviando a sus mejores cuadros militares, los cuales controlan al parecer, desde los altos mandos hacia abajo. En el área geopolítica Chávez ha seguido los postulados de Ceresole al pie de la letra: se creará el triángulo antinorteamericano con los países del Sur, para lo cual se cuenta con Bolivia y Argentina, países que pronto seguirán el ejemplo chavista de ganarse el poder usando los mismos medios ya señalados. Por ahora no cuenta (y al parecer nunca lo hará) con Chile, país más preocupado en el comercio y en el enriquecimiento de sus habitantes; no contará con Brasil, país que está en la misma onda y menos con Perú  que se siente acorralado por el acuerdo militar boliviano-venezolano, cuestión que también molesta a Paraguay país que acaba de firmar un tratado de defensa mutua con Brasil. En otras palabras el triangulo es medio chucuto pues solamente tendría a Argentina, Bolivia, Venezuela y Cuba. Nicaragua no entraría pues Daniel Ortega ya entabló conversaciones con EE.UU., país al cual prefiere tener como amigo y socio comercial a través del TLC.

Estando así la situación podemos preguntarnos que hará Chávez con esta ratificación en el mando del país con un 61% de los votos, con una oposición que cuenta con un 39% y una abstención que sumó al 40% o más de los inscritos para votar. Entre Chávez y Rosales la suma de votos fue de nueve millones y pico; los inscritos a votar son 15,5 millones. Entonces, la pregunta a contestar es ¿cuál será la actitud de esos 6 millones de venezolanos que no votaron ni por el socialismo ni por la social democracia? ¿Puede instaurarse un sistema socialista con un 40% de votantes que dijeron no a ese sistema y un 40% que no se pronunciaron?

La verdad es que estamos hablando de 10 millones de personas que seguramente rechazan el socialismo. Estamos hablando de un gobierno que realmente representa a sólo a un tercio de la población. El eslogan del chavismo era provocador e insultante antes de las elecciones. Chávez decía “10 millones por el buche”... Apenas logró 6 millones. Luego, la pregunta es ¿quién ganó? 

¿Se atreverá Chávez? 

Hay que reconocer que Chávez, quien muchas veces cae en contradicciones y se ha acostumbrado a mentirle al pueblo, en forma descarada, pues él siempre se siente mal interpretado por la “mass media”, nunca ha mentido al plantear sus posiciones políticas y sus hechos políticos. Él ha dicho que cambiará la constitución para crear la República Bolivariana Socialista de Venezuela y establecer la reelección indefinida (de él).

Al instaurar la República Socialista, Chávez hará lo siguiente (los decretos y leyes están listos): a) - expropiación de la tierra agraria y citadina (el alcalde mayor de Caracas, Barreto, había decretado la expropiación de todos los campos de golf de la ciudad, los cuales fueron considerados, a su creación, como áreas verdes – pulmones vegetales – pero ante la cercanía de las elecciones y después de una reprimenda, el alcalde optó por dejar el proyecto en sueños – no lo anuló); ante la falta de viviendas, todas aquellas que puedan albergar a cuatro familias, por lo menos, serán, también, expropiadas. Las tierra campesinas ya comenzaron a ser expropiadas, entregadas a cooperativas campesinas y no se dieron títulos de propiedad sino cartas agrarias, lo cual elimina la Ley de la Herencia. b) – aumento de los impuestos progresivos y mantenimiento de los regresivos. c) – Abolición total del derecho a la herencia; d) – Centralización del sistema bancario en manos del Estado. Se acabará con los bancos extranjeros y nacionales. En el caso de los extranjeros sólo funcionarán los que trabajen con convenios de gobierno a gobierno pero sin clientes nacionales del área privada de la economía; e) – Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte nacionales, tales como autobuses, camiones, taxis, líneas aéreas, líneas y embarcaciones marítimas, etc.; f) – todas las empresas manufactureras, extractoras de materias primas, de servicios tales como supermercados, agencias de viajes, petroleras y gasíferas, etc., serán explotadas exclusivamente por el Estado; g) – Monopolización de los medios de comunicación tales como telefonía alámbrica e inalámbrica, radios, televisoras, periódicos, revistas, etc.; h) educación para la revolución. La educación será gratuita. Se acortarán las carreras universitarias a tres años; se ideologizará la educación parvularia, primaria y secundaria, con el fin de crear al hombre y mujer nuevos. Estos decretos también están elaborados por los respectivos ministerios de educación y el Ministerio de Deportes.

Todo lo anterior justifica la lucha permanente de clases y acabaría con sus contradicciones, según el Primer Mandatario, quien para llevar a cabo este proyecto, seguramente, reestructurará su gabinete, aumentando en él la participación militar activa.

El nuevo sistema acabaría, para el 2030, según lo tiene calculado el régimen, con las actuales clases dominantes burguesas, estableciendo una nueva clase dominante revolucionaria, pues se suprimirían las viejas relaciones de producción existentes en la actualidad.

Obviamente, este es el camino trazado desde hace mucho tiempo y al cual los venezolanos no consideran peligroso. Pareciera que el ejemplo cubano, a pocas millas de Venezuela, no se sintiera o pareciera que parte de la burguesía se dejó atrapar en su laberinto para posteriormente huir en su “balsa aérea”. El pueblo inconciente e ignorante, sólo busca venganza por los cuarenta años de progreso que les dio el pacto de Punto Fijo y el espejo de democracia, sistema que siendo el peor no puede ser superado en calidad pues el ser humano lo último que puede perder es su libre albedrío, como lo propician los regímenes fascista de izquierda o de derecha; así de simple; así de triste es la realidad venezolana.

 
 
 
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