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Marx puesto de cabeza por Aníbal Romero
miércoles, 9 febrero 2005

 

 

El presidente Hugo Chávez afirmó recientemente que "el socialismo no ha muerto". En cierto sentido tiene razón. Como proyecto utópico, con hondas raíces en la herencia tribal y colectivista de la humanidad, la aspiración hacia una sociedad regimentada, "orgánica" y de igualdad plena es parte de nuestro legado sicológico como especie, y jamás se extinguirá del todo. Por ello Mill, Hayek, Popper, y otros pensadores de la tradición liberal enfatizan que la libertad es un bien precario, y que los seres humanos nos vemos tentados a liquidarla una y otra vez en función de una ilusoria igualdad.

La aseveración de Hugo Chávez patentiza también la incapacidad de la izquierda para aprender las lecciones de la experiencia, o en todo caso su disposición a aprenderlas a medias. El fracaso del socialismo real hizo que algunos entendiesen, al fin, que se trata de un tipo de orden socioeconómico que conduce a la opresión y el empobrecimiento. La mayoría de la izquierda, no obstante, cree que los socialismos realmente existentes no fueron ni son los verdaderos socialismos, y que todavía falta por establecer otro diferente, el genuino, el ideal, el que en sus sueños rehúsan descartar.

En tal sentido, para el Presidente venezolano la experiencia soviética
no fue socialista, sino un fenómeno estatista. Es de suponer que Hugo
Chávez considera la Cuba castrista un socialismo verdadero, lo cual nos da una pista de lo que entiende por ello. En cuanto a China, tan alabada por Chávez, Carlos Marx se sentiría horrorizado por lo que allí ha ocurrido. Marx siempre pensó que el socialismo brotaría "de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento" ("Crítica del Programa de Gotha"). Sin embargo, en China lo que observamos es el nacimiento del capitalismo salvaje de las ruinas del socialismo maoísta.

Pero las ironías de la historia parecen escapársele de las manos a Hugo Chávez con facilidad. No es mi propósito ofender en términos personales al Presidente venezolano, ni quiero jamás tratarle de la manera como él trató, por ejemplo, a la señora Condoleeza Rice. Ese nivel de debate me parece deleznable e indigno. Me limitaré a sostener que numerosos indicios sugieren que Hugo Chávez no ha leído a Marx, y tiene concepciones rudimentarias acerca de la tradición del pensamiento socialista. Puede citar a Lenin, Mao y Guevara, pero es evidente que se trata de frases sueltas extraídas de alguna compilación para principiantes.

Resulta obvio que la idea del socialismo que maneja Chávez es la de un sistema agrarista y primitivo, más parecido a la utopía cristiana de un Tolstoi --una utopía destinada a crear pobres "hijos de Dios"-- que a los postulados de Marx. Este último constantemente insistió sobre dos puntos: 1) El socialismo surgiría en el seno de las sociedades
capitalistas más desarrolladas. 2) El socialismo sería, por
consiguiente, una sociedad de abundancia, no de pobreza repartida
igualitariamente. De allí que en uno de sus más importantes textos, la
ya citada "Crítica al Programa de Gotha" de 1875, Marx haya proclamado como lema: "¡De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades!"

Marx erró seriamente en sus apreciaciones sobre el curso evolutivo del capitalismo, sobre sus posibilidades de expansión y renovación, y con respecto al rostro que asumiría la colectivización de las fuerzas
productivas bajo control autoritario (en la URSS, China y Cuba, por
ejemplo). Lenin y los bolcheviques, impulsados por el ciego voluntarismo de los fanáticos, impusieron a sangre y fuego el socialismo en una Rusia atrasada, el país menos preparado de la Europa de entonces para realizar el tránsito que Marx esperaba desde el capitalismo a una etapa presuntamente superior.

Salvando las distancias del caso, Hugo Chávez representa ese tipo de
personaje voluntarista y carente de sentido de las proporciones, que
aparece en la historia para causar tragedias y nunca para construir
positivamente. Su idea del socialismo constituye, aún para los esquemas de la izquierda --por naturaleza colectivista-- un retroceso hacia el agrarismo primitivo, destinado a esparcir la pobreza bajo control autoritario. Sus citas de Marx ponen de manifiesto una honda ignorancia y una peligrosa tendencia a la simplificación, que sólo augura dolor para Venezuela. El lema del socialismo de Chávez, parafraseando a Marx, bien podría ser: "¡De cada cual según su abyección; a cada cual según su miseria!

 

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